Luego de conocer la historia de unos chicos a los que se les fue la redonda del otro lado del muro de Gaza, la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino donará balones a Palestina.

La Coordinadora de DDHH del Fútbol Argentino surgió en noviembre de 2017 con el objetivo de aportar a la construcción de Memoria, Verdad y Justicia, con el deporte de la redonda como herramienta transformadora. En tiempos de pandemia decidieron realizar entrevistas sobre esas temáticas vía streaming, y en una de ellas conocieron la historia de un grupo de pibes palestinos que patearon tan fuerte y alto la pelota que se les fue del otro lado del muro que los separa de Israel. Y también del pedido ante la ONU, en una carta dirigida a Ban Ki-moon, ex secretario general de ese organismo, para que intercediera en el asunto. Casi como nosotros cuando teníamos que ir a golpearle la puerta al vecino o vecina en cuyo patio había ido a parar nuestro más preciado juguete. La historia los deslumbró y los conmovió a la vez, y se pusieron en campaña para conseguir 100 balones que serán donados a esos y a los miles de pibes más que, en medio del horror y las bombas, quieren seguir jugando a la pelota.

Tirando paredes

Alejandro Imperiali es hincha de San Lorenzo de Almagro pero por una cuestión barrial, de cercanía, pero también de identidad, milita en el área de derechos humanos de Argentinos Juniors. Y es integrante y cofundador de la Coordinadora. “Venimos haciendo una serie de entrevistas por Instagram, y en la última charlamos con Cristian Pirovano, que es director de la película ¡Yallah! ¡Yallah! (¡Dale! ¡Dale! en árabe), que cuenta un poco lo que está pasando en Palestina, en la Franja de Gaza, y lo hace a través del fútbol”, dice el Cuervo, que es como lo llaman todos los que lo conocen, y agrega: “A medida que Cristian fue contando su experiencia en la entrevista, ya cerrando la nota nos tira una anécdota que tenía que ver con un grupo de chiquilines que estaba jugando al fútbol cerca del muro y se les fue la pelota para el otro lado. Y una vez que pasó el muro no volvió más”. 

“Cuando escuchamos todo eso, nos conmovió la historia. Y encima después nos contó que un residente de Palestina le escribió una carta a quien era el titular de la ONU en ese momento, solicitándole básicamente que le devuelvan la pelota a los pibes. Le estaban pidiendo que medie en el asunto. Una cuestión muy utópica, pero con una potencia increíble, un gesto divino”, remarca Imperiali todavía deslumbrado, y remata: “Así que cuando terminó la entrevista empezamos a hablar en el grupo de la Coordinadora y a gestar esta movida de conseguir pelotas para mandar para allá”.

Ante la consulta plagada de curiosidad de estos cronistas sobre el desenlace de la historia de la carta, el Cuervo confiesa: “En un momento empezamos a pensar cómo podíamos hacer para mandar las pelotas, con toda la problemática que hay. No es nada fácil, es una zona ocupada, de guerra, con un conflicto histórico. Y un compañero de Banfield, Cherco, contactó al embajador palestino para comentarle del proyecto y se re copó. Y quedó en averiguar lo de la carta, porque a mí también me quedó la duda de si al menos la habrán contestado”.

Por arriba de la barrera

Entre las iniciativas para juntar la guita y comprar las pelotas, comenzaron por vender números de rifa, pero “cuando empezó a circular la movida se nos fue un poco de las manos la cosa”, según admite el referente de los Bichitos Colorados en la Coordinadora, y agrega: “La idea original era juntar 20 pelotas”. Y con ese objetivo, Alejandro está en la Capital Mundial de la Pelota de Fútbol, en la ciudad cordobesa de Bell Ville: “Nos pusimos en contacto con la fábrica Antonini y el encargado se re enganchó, y nos hizo un precio muy bueno”.

La segunda jugada fue en redes sociales: “Ahora le dimos más visibilidad a la campaña, que se llama Pelotas Por Palestina, y la colaboración es a través de la donación de pelotas. Pusimos distintos puntos en Buenos Aires para mandarlas, y la otra opción es donar plata a través de la plataforma Cafecito, que es una app de financiamiento colectivo, donde cualquier tipo de persona puede crear una cuenta y a partir de ese perfil comenzar a recibir dinero de gente que quiera contribuir a la causa”. Y aclara: “Nos pusimos en contacto con la Asamblea Por los Derechos Humanos (APDH), que ya tiene la plataforma, así que la plata se deposita ahí”. Lo de recurrir al organismo de derechos humanos fue “para que quede todo más claro, porque hay mucha gente que no nos conoce y no queremos que se piense mal”, según explica este militante de Hijos desde su creación, y que –entre su vasta trayectoria en la militancia– luego integró la Comisión por la Memoria de La Paternal.

Por último, aclara que “como cada club es un mundo y tiene sus particularidades”, decidieron que “cada representante de la Coordinadora lo hable para adentro, y que sea el club el que disponga si quiere participar y de qué forma”. Y cierra: “La idea no es llevar los derechos humanos a los clubes, sino que el fútbol se incorpore a la lucha de los derechos humanos”.

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