Vacunas, barbijos, ventilación y aislamiento en caso de síntomas de contagio son las recomendaciones básicas para una escuela segura y cuidada. Las cuatro variables las señala el médico generalista Lucas de Candia, también magíster en salud pública, docente en posgrado de medicina general y familiar (UNR), además de integrar la Asamblea de Trabajadorxs de la Salud Colectiva.
En charla con Redacción Rosario, analiza cómo estas medidas relacionadas con el cuidado y la salud deben ser prioridad. Más cuando esta semana de febrero comienzan el reintegro de docentes y las actividades escolares; y falta poco para el inicio del ciclo lectivo (2 de marzo).
“Este es otro momento de inicio de clases, y eso está bueno pensarlo”, es lo primero que pide analizar. Repasa así que el inicio del año escolar en 2021 se daba con la defensa de la bimodalidad para garantizar el cuidado, con la mayoría de la población no vacunada y con la segunda ola con nuevas variantes. También, que el año pasado “terminó siendo el período de mayor mortalidad hasta ahora, acá y en todo el mundo por la pandemia”.
“Este año es un escenario totalmente diferente”, afirma el especialista y destaca que en la actualidad la mayor parte de la población está vacunada y que “pasamos el pico de contagiosidad con ómicron antes de que comiencen las clases, y eso nos da como un colchón de inmunidad junto con las vacunas”.
Pero también De Candia aclara que “nada garantiza que esto sea el fin de la pandemia, el inicio de la endemia o que esto ya pasó”. “Mientras que el virus siga circulando -remarca- está la posibilidad de que surjan nuevas variantes, nuevas olas persistentes. Por lo tanto las medidas de seguridad hay que mantenerlas. Es un escenario de menor riesgo, de menor crisis, menos catastrófico que el que tuvimos en el 2021, pero sería un error pensar que ¡Listo! Volvimos a la normalidad”.
Por escuelas cuidadas
El médico y docente de la UNR detalla los cuidados a implementar que minimizan los riesgos de contagios, y además son menos costosos porque -tal como señala- tienen menos impacto socioeconómico.
El barbijo. El uso correcto del barbijo es una de las principales medidas a aplicar, tanto como garantizar que todos dispongan de uno. “El uso del barbijo, la comunicación para su uso adecuado, la regulación de la producción y la distribución, y la aplicación de políticas que faciliten el acceso (porque no todos se pueden comprar uno bueno) son un campo para profundizar de cara a un nuevo año lectivo”, dice De Candia.
Ese uso tiene especial valor de cuidado en los espacios cerrados, como las escuelas, donde diariamente se juntan muchísimas personas y por varias horas. Si hay alta circulación viral en la escuela -explica el médico- se pueden producir contagios. Remarca que hay que trabajar sobre esta medida básica y accesible, acercar información de cómo y qué manera usarlo, y de que se pueda disponer de un barbijo tricapa, que ajuste bien al rostro, porque “de lo contrario es como un cinturón de seguridad que no te ponés”. También hablar de cómo cuidarlos, guardarlos y saber cuáles son reutilizables.
“El barbijo es un elemento de protección personal que usamos en los ambientes de salud. La pandemia hizo que se generalice su uso pero eso no significa que se use bien. Hay muchísimos ejemplos del mal uso: desde mal colocados hasta barbijos que no sirven”, se explaya.
Admite que “hubo un gran error en la historia de esta pandemia que es el no reconocimiento temprano -desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) para abajo- de que el que la transmisión del virus era por el aire. Entonces se instaló el uso del barbijo social de una sola capa, o de telas que no están preparadas para frenar aerosoles, que se siguen usando y vendiendo, y que no sirven para nada. Pueden ser muy estéticos pero no aportan ninguna protección y prevención”.
“Un mes antes de que aparezca ómicron nadie en el mundo se lo imaginaba. En diez semanas de circulación generó en el mundo mayor cantidad de casos reportados que en todo el 2020. Eso que nos sorprendió puede volver a ocurrir, entonces lo que sabemos que funciona lo tenemos que usar y bien. El barbijo es una de esas”, enfatiza el médico y educador.
La vacunación. “Avanzar con la vacunación de la población infantil es clave para evitar la hospitalización y las complicaciones en niñes”, afirma De Candia.
En enero pasado, los ministerios de Salud y Educación de la Nación lanzaron la campaña Nos vacunamos para volver a la escuela, para promover la vacunación en niñas, niños y adolescentes.
El médico opina que la Argentina, a través de sus carteras de Salud, reunidas en el Confesa (Consejo Federal de Salud) “ha tomado decisiones de salud pública acertadas en relación a la vacunación”. “Una de ellas -agrega- es el inicio temprano de la vacunación en la población infantil. Pocos países del mundo arrancaron tan pronto en vacunar a la población infantil. Hubo mucha discusión y duda pero la Argentina empezó tempranamente. Esa fue una decisión acertada”.
También amplía sobre el valor de las vacunas en relación a las infancias, al señalar que si bien “el Covid en niñes frecuentemente es un cuadro leve, eso no significa que no existen complicaciones y muertes. Lamentablemente existen y, aunque es menor la proporción que en otras poblaciones, no es cero”.
“No hay que generalizar y tomar a la ligera con que el Covid en les niñes no pasa nada”, subraya el médico.
La ventilación, otra pata de cuidado. La medida apunta a renovar el aire para minimizar los riesgos de contagio, tanto para esta pandemia como de otras enfermedades. “Hoy reflexionamos -profundiza De Candia- acerca de por qué no mejoramos la ventilación de las escuelas antes de la pandemia. Todos los inviernos tenemos saturados los hospitales pediátricos por la circulación de virus respiratorios en niñes. El Covid hace que esto tenga otra dimensión. Implementar medidas que mejoren la ventilación en los lugares cerrados y se reúnen les niñes es algo que nos va a servir ahora y para el futuro”.
También dice que hay que reconocer que a veces mejorar la ventilación en una escuela es abrir una ventana, en otras se requieren mejoras de infraestructura o evitar la sobrepoblación de las aulas, el hacinamiento.
El aislamiento. Este es el cuarto aspecto clave que nombra el médico generalista; “Se trata de volver a cuestiones básicas e históricas: una persona que está enferma no va a la escuela, no va al trabajo. Necesita descansar y si se trata de una enfermedad infecciosa prevenir contagios. Hoy estamos al revés con la pandemia, hay mucho apuro por la consulta médica y el hisopado, pero para garantizar el vuelvo a todo”.
Propone aquí contar con ciertos estándares de días de aislamiento estimativos para quienes tienen síntomas compatibles con el Covid, regulados por el Ministerio de Salud.
Además de estas cuatro variables esenciales a considerar: vacunación, uso del barbijo, ventilación y aislamiento -y ante la consulta de Redacción Rosario– señala el uso del alcohol en gel aunque ya no con el mismo peso que tenía al inicio de la pandemia y que hoy sí tiene el barbijo. Eso sí, reconoce que “haber incorporado el lavado de manos como una higiene permanente es un hábito recomendable y saludable”.
Lucas de Candia convoca “a estar a favor de que la presencialidad sea cuidada y minimice los riesgos de todos: niñes y adultes”. “Ese compromiso y organización del cuidado colectivo es una buena manera para encarar el año educativo, minimizando los riesgos al menos tratando de evitar los peores escenarios. Esta pandemia cada tres meses nos presenta una novedad y nos descoloca”, resalta.
Llama a tener presente el carácter preventivo de las definiciones que se tomen para pensar la escuela como un lugar de cuidado. “Tenemos que ver la foto de Brasil o de EEUU que es el escenario que tenemos que evitar, donde están teniendo cifras récord de hospitalizaciones pediátricas, incluso de admisiones en terapia intensiva pediátrica. Pueden ser otros contextos, pero esos contextos de crisis muchas veces se han replicado acá. Nosotros tenemos que aprovechar lo que se ve en otras latitudes para tomar medidas y evitarla”.
El camino de la convocatoria
“No hay que abandonar el camino de la argumentación y la convocatoria, hay que insistir por diferentes vías”, dice De Candia respecto de qué medidas tomar con quienes deciden no vacunarse y al reconocer a la escuela como un espacio de discusión política. “Hay que seguir laburando sobre el tema de las vacunas, también es un buen momento para hacerlo en las escuelas”, agrega.
Más que de “pase sanitario” prefiere hablar de llamar a hacerlo quienes no se han vacunado. “Esa restricción (pase sanitario) de alguna manera supone que quienes no se vacunan pertenecen a una población homogénea y todos piensan igual. Y la verdad es que dentro de quienes no se vacunaron hay grupos de mucha heterogeneidad”, dice. Pone a manera de ejemplo a quienes tienen miedo porque se dejaron llevar por titulares de los medios, “burradas”, que generan impacto negativo; como también a quienes históricamente se han opuesto a las vacunas.
Considera que si bien quienes se oponen a las vacunas por adherir a otras concepciones de salud son un porcentaje menor en la Argentina, existen. “Esto puede ser respetable pero cuando implica un riesgo para la comunidad ahí hay un punto de debate delicado”, señala y concuerda entonces con las restricciones para quienes eligen no vacunarse, en actividades como entrar a un shopping.
“Pero en actividades esenciales como la escuela, el debate es más profundo”, opina el médico al entender que hay mucho por pensar si a una niña o a un niño sus padres lo privan de la vacunación, y además la escuela de la presencialidad. “No sé si no estamos profundizando la vulneración en ese niñe”, se pregunta De Candia, e insiste en rescatar el lugar de convocatoria que debe tener la escuela.
En su mirada y en la del espacio que forma parte -Asamblea de Trabajadorxs de la Salud Colectiva- uno de los temas recurrentes que abordan es el de las “prácticas contextualizadas”, esto es cómo una recomendación sobre la importancia de la vacunas -por ejemplo- se puede aplicar en cada lugar de trabajo.
Señala entonces a la escuela y el centro de salud como las patas del Estado que deben promover la vacunación e informar sobre los demás aspectos para atender a los cuidados (barbijo, ventilación y aislamiento). “Las prácticas colectivas de cuidado, llevadas a cada lugar es lo ideal, porque sino se generaliza, y esa generalización deja mucha gente afuera”, alerta Lucas de Candia.
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