“Cuántas veces vamos, a las tres o cuatro de la madrugada, en colectivo sin calefacción, a trabajar… Pero llegamos con esas ganas, por esos niños, porque esos niños de los campos esperan al maestro; que no únicamente es maestro que enseña a leer o a sumar, también hace de enfermero, de psicólogo, de padre, de madre, porque hay niños huérfanos que son criados por sus abuelos. Esta es la única forma que tiene un pueblo de darse a conocer, que el gobierno escuche el reclamo de su gente; porque si hubiera otra forma le aseguro que la haríamos, pero no hay, no hay otra que ésta, donde la gente sale a manifestarse. Nosotros vamos a tratar con respeto, así podemos exigir respeto, así lo venimos haciendo los maestros, pero ya estamos cansados. Yo quiero que ustedes sepan que no queremos enfrentarnos, porque es triste enfrentarnos pobre con pobre, gente con gente, pueblo con pueblo. El único responsable es el gobernador. Creo que esta es la única manera que el gobernador pueda comprender, dejar ese orgullo de lado y escuche al jujeño, es un beneficio para todos. Se están llevando nuestras riquezas, hay ríos muertos, tierras muertas. Nosotros los maestros lo sabemos…”. Entrecortadas por la emoción, las palabras las dirigía una maestra jujeña a las fuerzas de seguridad enviadas por el gobernador Gerardo Morales a reprimir el corte de Purmamarca. Fue en los días previos a que se votara la reforma constitucional, que entre otros artículos prohíbe la protesta social.

Ese es uno de los tantos testimonios de docentes, referentes de las comunidades originarias y trabajadores, que se replican en las redes sociales y a través de los medios de comunicación no hegemónicos. Del otro lado, las voces de los sectores de derecha y más conservadores salieron a respaldar las acciones del gobernador Morales, más emparentadas con la dictadura que con la democracia. Esto manifestado, a través de un documento, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que observó “con preocupación las acciones que se llevan a cabo para disolver las protestas en la provincia de Jujuy en Argentina, una de las provincias con mayor población indígena auto reconocida”. “La CIDH –dice ese texto– llama al Estado a respetar el derecho a la libertad de expresión, los estándares interamericanos del uso de la fuerza, y a llevar a cabo un proceso de diálogo efectivo, inclusivo e intercultural, en que se respeten los derechos sindicales y de los pueblos originarios”.

En ese respaldo público a Morales, están desde Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta a nivel nacional, hasta Maximiliano Pullaro y Carolina Losada, por la provincia de Santa Fe. Unos precandidatos a la presidencia de la Nación, otros a gobernar la provincia de Santa Fe.

¿Y qué anticipan con esta definición las y los referentes de Juntos por el Cambio para la educación y la docencia, en caso de ser gobierno? El secretario de Educación de la Ctera, Miguel Duhalde, dice que ya se puede demostrar claramente cómo gobiernan estos sectores en educación en lo que pasa en Jujuy, un caso extremo, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), en Mendoza o en Córdoba. “Son lugares donde hay un espejo que adelanta, porque en esas provincias hay un ataque permanente a las docentes, a los sindicatos, no respetan las paritarias, hay presentismo salarial, no adhieren ni reconocen lo que se acuerda a nivel nacional, en el Consejo Federal de Educación”, alerta.

Pone como un ejemplo cotidiano y reciente un acuerdo entre el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) y la Ctera en el dictado de un postítulo de actualización académica, gratuito y con puntaje para las profesoras y profesores de todo el país. Pero porque proviene del Infod y la Ctera estas provincias y Caba no reconocen el puntaje. “Son una máquina de impedir cualquier propuesta que venga de parte de los docentes, no respetan a los sindicatos. En cambio, avanzan con proyectos como el de Unicaba en Caba (que implica el cierre de profesorados) o el Ítem Aula en Mendoza (una especie de presentismo), todas medidas tecnocráticas de los 90, de corte neoliberal y coercitivas”, avisa Duhalde sobre lo que se viene, sumado a la furiosa represión ejercida sobre la docencia y el pueblo jujeño.

Foto: Télam

Un capítulo aparte lo escriben los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, en los que se llevó adelante un feroz ajuste en la educación pública, desde los jardines de infantes hasta la universidad, además de cerrar las paritarias y reprimir las protestas docentes.

El secretario de Educación de Ctera señala que no deja de ser llamativo este apoyo bien explícito de los sectores de derecha a la represión y a las prácticas emparentadas con tiempos de la dictadura (policías vestidos de civil, infiltrados en las marchas, móviles sin identificar, entre otras) que se dan en Jujuy. Por lo que anuncian lo que harán en caso de llegar a ganar las elecciones: “Es muy preocupante porque es lo que nos va a pasar. Tan preocupante como que la población no lo dimensione y piense que lo que ocurre en Jujuy pasa en otro país”.

La preocupación es más desafiante todavía cuando la convocatoria de este año, en todos los ámbitos del Estado, es para conmemorar los 40 años de democracia ininterrumpida en el país. Al menos, una paradoja que la promesa electoral pase por más ajuste y represión al pueblo, y en particular para la educación pública.

Maestra, coplera y sindicalista

De la Secretaría de Educación de la Ctera depende el Instituto Marina Vilte que es de formación pedagógica y sindical. El nombre honra a la maestra jujeña, una de las fundadoras de Ctera, desaparecida el 31 de diciembre de 1976 por la dictadura cívico-militar.

“Marina Vilte es para nosotros una figura muy emblemática en todo”, rescata Duhalde, y la hace presente. Al tiempo que alerta que el neoliberalismo logró calar hondo en las diferentes organizaciones, y deja una lucha siempre abierta, que cobra especial relevancia en los 50 años de la conformación de la Ctera.

“Maestra, coplera y sindicalista”, así se la elige llamar a Marina Vilte cada vez que se la nombra. La educadora se afilia al sindicato docente en 1958, en el mismo año que “se reglamenta el Estatuto del Docente mediante la ley 14.473, en el que quedan asentados derechos y obligaciones de toda la docencia, en pie de igualdad”, tal como repasa Mariana Caballero sobre la educadora jujeña en el texto Por lo áspero a las estrellas, incluido en el libro Maestras Argentinas.

Su militancia por la educación arranca antes, en los 60, como delegada estudiantil. Sigue en su tarea como docente y es una de las impulsoras de la formación de la Ctera, en la que ocupó el cargo de secretaria adjunta. En diciembre de 1976 es detenida y desaparecida por la dictadura cívico militar. Su hermana Betty Vilte –cita Caballero en su artículo– la recordaba así: “Yo tengo una hermana que está detenida-desaparecida desde el 76 que también era coplera. Hay testimonios de los compañeros de la cárcel que cuentan que, cuando entró, lo hizo cantando coplas y la marcha peronista, y que de nochecita ella cantaba coplas. Les daba ánimos a sus compañeros cantando coplas. A mí me lo contaron no sólo los compañeros que estaban detenidos por razones políticas, me contó un preso común que ellos escuchaban cómo cantaba Marina en la cárcel”.

El recuerdo de la maestra coplera y sindicalista se une con la que hoy reclama ser escuchada en el corte de Purmamarca, la que es golpeada por la policía de Morales o la que es silenciada por quienes deciden sobre el derecho humano a la información. Llegan como una señal de la memoria.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 24/06/23

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