¡Lo que olvida el compañero, expresa Joe con vehemencia, es que no pueden echarnos a todos, porque entonces se quedan sin trabajadores!…

Un aplauso contenido rubrica su respuesta. Aprovecha el momento para proponer que se siga desarrollando la lista de oradores. Otro motoquero, que está sentado en las primeras filas, pide ahora la palabra, que Joe le concede, por lo que este otro asambleísta dice:

¡Compañeros, no hay que darle tantas vueltas al asunto!… ¡Estamos al horno!… exclama, para agregar con énfasis: ¡Hay que votar el paro ahora mismo!…

¡Ya tenemos una moción concreta!…, proclama Joe, de inmediato, sin disimular su alegría, agregando: ¡A ver si alguien tiene una moción en sentido contrario!….

La asamblea vuelve a quedar en silencio. Resulta difícil saber qué piensan esos trabajadores, sumidos en gestos de recelo y reticencia. Pero están ahí, y eso también significa mucho. Es evidente que, a pesar de su mutismo, han compuesto una fuerza colectiva que se propone actuar en esa instancia, lo que explica que, aunque no hablen, ninguno se pronuncie en contra del paro.

Advirtiendo la situación, Joe retoma la palabra. Se pone a hablar de lo que representa la lucha de los obreros y el hecho de que lo hagan de manera organizada. ¡En esta sociedad explotadora, pontifica, lo único que pueden hacer los laburantes es organizarse para enfrentar la explotación de los patrones!…

Ahora los aplausos suenan con más fuerza. Motivado por la respuesta que ha obtenido, Joe continúa recordando que ninguna lucha obrera fue sin esfuerzo y sacrificio. ¡Llegaron a matar obreros por reclamar jornadas de ocho horas cuando se trabajaba el doble en todas partes!…, afirma a los gritos, haciendo que las adhesiones se multipliquen, y se manifiesten cada vez con mayor entusiasmo.

Subido al fervor que ha logrado despertar, Joe propone pasar a votar las mociones presentadas. Señala que, en realidad, se presentó una solamente, que propone ir a paro por tiempo indeterminado. ¿Quiénes votan a favor?…, pregunta. El conjunto levanta la mano, aprobando. ¿Y quienes votan en contra?…, inquiere. Ninguno lo hace, por lo que da por concluida la asamblea, en medio de vítores y aplausos cada vez más estruendosos.

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