El tercer tomo del libro de cuentos Cambio profe –producido por una editorial chilena– se presentó en el club Lanús. Silvia Salcedo, del departamento de Cultura y DDHH del club granate, aportó un texto con la pelota y la memoria como ejes.

Con las piernas totalmente ocultas por polleras anchas y largas, las cholas bolivianas corren detrás de una pelota. Otras mujeres alientan a su equipo desde las tribunas y también están las que defienden los colores dentro de la cancha. La editorial chilena Matecito amargo convocó a mujeres y disidencias futboleras para contar éstas y otras historias en el tercer tomo de Cambio profe, libro que se presentó el martes pasado en la sala de Cultura de la sede social del Club Atlético Lanús, con la presencia de la Subcomisión de Derechos Humanos, el Departamento de Cultura y el Departamento de Género y Diversidad. “Hoy asistimos a tiempos mejores porque las batallas de muchas, dentro y fuera de la cancha, fueron enormes. Porque aun perdiendo, la mayoría de las veces se comprendió la validez del proceso más allá del resultado”, se lee en el prólogo que escribió Mónica Santino.

Silvia Salcedo, socia y dirigente Granate, fue anfitriona del evento y protagonista en las páginas de la obra. “Yo elegí escribir sobre el tema de Memoria porque es el que más arraigado tengo”, le adelanta a este medio en una entrevista con el programa poné la Pava de Radio Rebelde Rosario, en la que también habla de su pasión por el fútbol y por el club del sur del Gran Buenos Aires. 

Memorias cruzadas

A un lado y al otro de la Cordillera de los Andes, el partido contra el olvido y el negacionismo se sigue jugando. Argentina celebra este 2023 los 40 años del retorno de la democracia, mientras que Chile recordó días atrás los 50 años del golpe contra Salvador Allende. La editorial Matecito amargo es chilena, pero hermana en sus trabajos a la patria latinoamericana. “Vienen haciendo un trabajo muy grande y hermoso. Durante la pandemia llegó la invitación a la Coordinadora de DDHH del Fútbol Argentino para participar de algunos de los programas que hacían por Zoom, junto con colegas de Bolivia, Colombia, Perú”, recuerda Silvia Salcedo sobre los orígenes de la relación entre ambos espacios. “Cada programa –continúa– era sobre el fútbol y otro tema, por ejemplo: DDHH, que fue el que me tocó participar a mí junto con Julián Scher”, autor de los libros Los desaparecidos de Racing y Socios eternos. “También había filósofos, periodistas”, agrega y sigue: “Otra presentación era el Fútbol y la Cultura, sobre cómo se manifiesta en distintos países; y otro era el Fútbol y los Cánticos de las hinchadas y las resistencias”.

La titular del departamento de Cultura y Derechos Humanos de Lanús remarca que en ese entonces “se estaba dando una represión brutal en Chile, con una cantidad de jóvenes que perdieron sus ojos” a manos de los carabineros. “Y algunos chilenos aprovechaban los partidos para expresarse a través de cantitos” en las tribunas, como alguna vez ocurrió en las canchas argentinas con la marcha peronista en tiempos de proscripción del justicialismo.

Este Cambio profe 3 contiene cuentos y relatos de mujeres y disidencias futboleras. “Para integrar este tercer volumen nos invitaron a participar, era una convocatoria abierta”, cuenta Silvia, quien mandó su texto sobre Fútbol y Memoria. “Dentro del libro hay una reivindicación a la mujer con pollera, a las cholas bolivianas que también hacen fútbol y lo hacen muy bien. Cómo puede ser que desde una cultura tan ancestral, bastante cerrada en algunos aspectos y bastante machista, sin embargo, la mujer con pollera se permite jugar al fútbol. Es una belleza”. Además, aporta que “las otras compañeras han escrito sobre sus experiencias como hinchas en la cancha y como ex jugadoras de fútbol”.

Los DDHH, una Fortaleza

Entre la casa de los Salcedo y la cancha de Lanús hay tan solo cuatro cuadras, así que “ir era algo de todos los días”, dice Silvia al recordar su infancia. Cuando había partidos estaba en las tribunas (“me llevaba el abuelo o una vecina, iba a la platea de vitalicios o a la de mujeres”), y cuando no había partidos iba igual a jugar a la pelota en el potrero lindante, hoy transformado en el Polideportivo del club.

De adolescente empezó a frecuentar, junto con sus compañeros de la secundaria, la popular porque “a la platea iba mi papá”. Su viejo, militante peronista, le transmitió la pasión por el fútbol y la política. Abrazó la docencia como se abraza en los goles, y así llegó a la militancia sindical. ¿Y la lucha por los derechos humanos? “Es algo que me brota por los poros”, responde esta mujer de 67 años, que se casó con alguien tan fanático de Lanús como ella, y que fanatizó a sus dos hijos como la fanatizaron a ella. “Íbamos a la cancha siempre en familia, porque además mis hijos también hacían actividades en el club”, relata.

A su militancia en derechos humanos y en otras causas nobles –como la lucha contra los abusos de poder, la violencia de género, casos de gatillo fácil y discriminaciones– logró llevarlas al aula primero y a la cancha después. Primero fue hincha, luego socia, después integrante de subcomisiones de voley y fútbol infantil, y actualmente es dirigente. Asegura que meter esos temas en el club fue tras realizar “un trabajo de hormiga, muy sutil”, ya que en el camino “encontramos resistencia, pero nos fuimos metiendo”.

En este sentido, admite que “en un club de fútbol no todos piensan de la misma forma y hay que encontrar la manera, inteligente, para meterse de a poquito. Así llegamos a formar en el Polideportivo donde está la cancha de Lanús nuestro Paseo de la Memoria”.

La pelota militante

En noviembre de 2017, representantes de ocho clubes dieron el puntapié inicial a la conformación de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino con el objetivo de “aportar a la construcción de Memoria, Verdad y Justicia, con el deporte de la redonda como herramienta transformadora”. Lanús fue uno de ellos, junto con Argentinos Juniors, Banfield, Defensores de Belgrano, Ferro, Racing, San Lorenzo y Rosario Central, y Silvia Salcedo reivindica la importancia de ese espacio que hoy cuenta con referentes de más de 30 instituciones en todo el país. “Fue un gran empujón para los clubes. Antes eran hechos aislados: estaba la tribuna en Defensores de Belgrano con el nombre de Marquitos Zuker y no mucho más. La conformación de la Coordinadora fue un espaldarazo que incentivó a realizar más actividades como por ejemplo empezar a reconocer que hubo socios que no dejaron de serlo porque se borraron o dejaron de pagar la cuota sino porque los quitaron directamente de los padrones porque están desaparecidos. Comenzar a restituirlos fue un acto de justicia. También se reconocieron socios honorarios en muchos clubes, se colocaron baldosas”. Silvia reconoce que los derechos humanos fueron logrando conquistas en los últimos años en el ambiente futbolístico, pero advierte: “Mirando hacia atrás nos damos cuenta de cuánto hemos avanzado en este plano, pero qué peligroso que está todo. Pareciera como que todo está agarrado por alfileres, entonces hay que machacar aún más”. 

Antes de despedirse, Salcedo, docente y militante gremial, destaca que Lanús cuenta con un instituto educativo en los cuatro niveles y que pudieron llevar a los chicos del secundario a la visita guiada por la ex Esma. “Eso, a los chicos les dio un pantallazo de algo que no tenían ni idea, del horror que se vivió ahí. Quizá les quede marcado de ahora en más”, rememora, y concluye: “Es una tarea que por suerte se está haciendo desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación eso de invitar a los clubes del fútbol y lo celebramos”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 23/09/23

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