El dirigente sindical y diputado nacional Hugo Yasky alerta sobre los modelos de enseñanza que se votarán en las próximas elecciones: el de la inversión y el derecho o el del ajuste y el sometimiento.

Hugo Yasky es diputado nacional, dirigente sindical, lideró la Ctera y actualmente es secretario general de la CTA y preside la Internacional de la Educación para América Latina (IEAL), la organización que reúne a los sindicatos docentes de la región. Y es maestro. 

Desde esa trayectoria –en especial como educador– convoca a defender el modelo educativo que se piensa con un horizonte emancipador, contra quienes quieren hacer de la educación pública un objeto mercantil. Es lo que está en juego en las próximas elecciones nacionales.  

En diálogo con El Eslabón, destaca los proyectos de Unión por la Patria para incrementar la plata que se destina para la educación pública y la ciencia y tecnología nacional. Y, como presidente de la IEAL, asegura que en la región latinoamericana el sistema educativo es un territorio de disputa.

Invertir o ajustar

“Unión por la Patria ha presentado un proyecto de ley para elevar el financiamiento educativo de 6 a 8 puntos del PBI. Es toda una señal de que se quiere priorizar la inversión social en la educación pública”, subraya Hugo Yasky sobre el nuevo proyecto de financiamiento educativo presentado en septiembre pasado por el oficialismo. 

Ese aumento –subraya– significa que “la educación básica va a tener asignado 6.5 puntos para cumplir con metas graduales y la universidad un 1.5 por ciento”. Y agrega que esa decisión de invertir más en conocimiento quedó plasmada con la reciente aprobación en Diputados del “Plan de ciencia y tecnología 2030, que eleva de manera muy importante los recursos para la investigación científica y tecnológica”. 

“Todo eso conforma en sí mismo un programa de gobierno”, señala Yasky y valora que estas decisiones contribuyen a dar respuestas a necesidades urgentes del sistema educativo, como las de “poder completar en todo el país la oferta en educación inicial, que es clave para poder dar un salto de calidad en relación con la lectoescritura y el aprendizaje de la matemática en los primeros años de la educación básica”.

Recordó que esos cambios profundos también son necesarios en el nivel secundario: “Se trata de tener establecimientos que permitan construir espacios educativos que bajen la conflictividad, que generen una relación más estrecha y horizontal entre alumnos y docentes, y con docentes que tengan cargos asignados en forma fija en las escuelas”.

Y para todas esas mejoras “se requiere una inversión muy grande, también un cambio de mentalidad e incluso en la formación”. 

“Es verdad –reconoce Yasky– que tenemos que superar fallas que se ven claramente en la educación media; y que esto se puede hacer solamente redoblando la apuesta por tener más y mejor educación pública, más universidades públicas”. Así como reconoce los desafíos pendientes del sistema educativo, el dirigente destaca “el orgullo de saber que la universidad pública argentina sigue siendo una universidad de calidad”. 

A ese modelo de inversión educativa se opone otro basado en el ajuste, la negación de derechos y una mirada mercantil sobre la escuela. “Del otro lado –alerta– lo que vemos son propuestas que significan las peores prácticas que fracasaron con los Chicago boys de la educación, como los famosos vouchers que Milei pretende presentar como novedoso y en el mundo, en los pocos países en que se aplicaron, fracasaron, incluso en Chile que es el ejemplo más cercano”. 

Yasky advierte que las metas de Milei y los sectores que representa “van por un sistema educativo que genera profundas desigualdades, que estratifica la oferta educativa de acuerdo a los niveles socioeconómicos de la población, es decir con circuitos para ricos y otros para pobres”.

“Todo lo que propone Milei en términos educativos es una forma de considerar a la educación como un lastre que hay que sacarse de encima. No puede decir que va a cerrar las escuelas como dice que va a cerrar el Banco Central porque sería un escándalo, pero busca la manera de ir hacia el mismo lugar sin ponerle texto”, expresa el diputado nacional del Frente de Todos.

–Patricia Bullrich habla de declarar a la educación como “servicio esencial” ¿Qué connota a nivel laboral y de las políticas públicas? 

–La campaña electoral de Patricia Bullrich parte de la premisa de que el problema en la educación son los docentes: sus demandas, sus reclamos de mejores condiciones laborales. Durante el gobierno de Mauricio Macri se generó una gran conflictividad a partir de la decisión de someter a los docentes a políticas de ajuste. Lo que hizo Macri fue empujar a los docentes a un escenario de conflictos, que nadie elige por propia voluntad. Recordemos que estalló una escuela por una instalación precaria de gas, falleciendo una vicedirectora y un auxiliar que estaban preparando el desayuno para los alumnos. Patricia Bullrich viene con la idea de que hay que declararle la guerra a los docentes y hay que disciplinar al gremio docente, al que considera un problema, no una solución. La decisión de declarar la educación como servicio esencial en realidad lo que busca es impedir el derecho a huelga, como si el problema de la educación fuera la huelga docente. No es una propuesta seria, porque no se puede pretender mostrar como único camino para resolver la educación disciplinar las demandas de los docentes. Supongamos que éstos decidieran postergar cualquier demanda, agachar la cabeza, ¿cuál es la idea en términos educativos? ¿Cuánto se va a invertir en educación? ¿Qué papel le asignan a la universidad? Recordemos que votaron en contra de la creación de nuevas universidades.

–Desde la Internacional de la Educación para América Latina (IEAL) que preside, ¿cómo analizan el avance de la derecha en el país y en la región? 

–Lo que vemos es que en América Latina hay un escenario contradictorio en términos políticos. Hoy tenemos gobiernos de signo popular que se han abierto paso tras los fracasos de gobiernos autoritarios, de derecha, o en algunos casos de extrema derecha como el de Bolsonaro en Brasil. Pero también hubo cambios importantes como en Colombia; la misma situación de Chile, que es muy contradictoria porque pasamos de un gobierno de derecha a uno progresista y ahora hay una derecha que vuelve a la carga. Vemos ciclos cortos que se agotan rápidamente, como pasa en nuestro país. Los ciclos de los gobiernos se hacen más efímeros, pero hay en esa disputa un movimiento pendular, un avance y un retroceso, que de alguna manera va generando una dinámica. La propuesta del neoliberalismo para la educación se planteó quizás de manera segmentada. Como con la privatización en casi todos los países de América Latina de la educación superior. Argentina es la mosca blanca. En general, en el resto de los países, la universidad es paga o elitista: una universidad a la que entran muy pocos, con un nivel de exigencias para élites. En América Latina el sistema educativo es un espacio en disputa donde hay avances y retrocesos, como los que vimos en Brasil, donde se llegó a prohibir la enseñanza de Paulo Freire, con la idea de que había que despolitizar las escuelas.

–Como maestro y a poco de las elecciones nacionales, ¿qué hacer ante el riesgo que significa que los sectores más reaccionarios de la política lleguen al poder?

–Los docentes estamos ante un enorme desafío. Hay un rechazo mayoritario a las propuestas que presenta Milei. Los docentes se identifican más con un país que vive en un sistema democrático, en el que la educación pública y la presencia del Estado tienen vigencia. En ese sentido, hay una reserva de cultura política importante de las y los profesores, de las y los maestros. Uno esperaría un diálogo más intenso con los alumnos, porque hay un quiebre cultural de muchos pibes jóvenes que van a votar por primera vez y hay un voto joven segmentado mayoritariamente dirigido a Milei. Hay un quiebre cultural, en el que hay valores, hay historias, hay principios que tienen que ver con la defensa de la democracia, la Memoria, la Verdad y la Justicia que de alguna manera se obturaron y que también fueron obturados. Recordemos que hubo una prédica muy fuerte desde el macrismo tratando de despolitizar la práctica de los docentes, de vincular la enseñanza de los derechos humanos, de la educación con pensamiento crítico, a un adoctrinamiento. Gran parte de este retroceso no se dio por una cuestión natural, fue inducido por las políticas que intentaron estigmatizar cualquier actividad docente que condujera a una práctica emancipadora. Stella Maldonado (educadora, ex dirigente de Ctera) decía que aquel docente que no crea que sus alumnos se merecen vivir en un mundo mejor, que no sea docente. Cuando uno intenta avanzar en esa práctica en gobiernos como el de Cambiemos hay una respuesta punitiva de las autoridades. Tenemos que tener ciertas rebeldías como docentes, no podemos permitir que nos conviertan en simples transmisores de contenidos, como quiere la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) o la matriz educativa neoliberal que se estandariza a través de las Pruebas Pisa. No nos podemos convertir simplemente en transmisores de contenidos, porque en ese intento de poner fuera de foco de la institución educativa el diálogo, la historia, de recortar los aprendizajes a estandarizarlos hay un intento de hacer una especie de lobotomía de la escuela pública.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 14/10/23

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