No me imagino a la seño de 1° que procura lápices de colores para que no falten los azules, rojos y verdes votando a Milei.
No me imagino al profe de música que lleva a sus clases las canciones de María Elena Walsh votando a Milei.
No me imagino a la seño de matemática, la de 4° grado, que se hace tiempo para juntar plata para el viaje a Santa Fe votando a Milei.
No puedo imaginar a la profe de historia que pone especial cuidado para que sus estudiantes sepan lo que pasó en Malvinas votando a Milei. Y menos me imagino a la maestra de 6° grado que lleva la mejor literatura al aula votando a Milei.
Tampoco me imagino a la docente que se compromete con el cuidado del ambiente votando a Milei.
No es posible imaginar al profe que invita a leer a Paulo Freire votando a Milei.
No me imagino a la vicedirectora que llama veinte veces por día al Ministerio para asegurar que las computadoras prometidas lleguen a tiempo votando a Milei.
No me imagino a la maestra que comparte la pedagogía del amor de Madres y Abuelas votando a Milei.
Ni puedo imaginar a la directora que se preocupa para que las familias sepan de qué trata la ESI votando a Milei.
No imagino a la seño que marcha por mejores salarios porque sabe que eso es también mejores aprendizajes votando a Milei.
No me imagino a quienes abren la puerta de las escuelas todos los días para dar la bienvenida votando a Milei.
No me imagino a la maestra de jardín que defiende el derecho a la educación pública desde la más temprana edad votando a Milei.
No me imagino nada de eso porque no es posible ser docente y votar a Milei.
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