Una campaña de comunicación apunta a profundizar la búsqueda de las historias de más de mil personas que pasaron por un centro clandestino que funcionó durante la última dictadura, y que quedó sepultado tras la construcción de una autopista en Buenos Aires.

Se lo conoce como Club Atlético y fue uno de los mayores centros clandestinos de detención durante el terrorismo de Estado que azotó a la Argentina entre 1976 y 1983. Algunos atribuyen su nombre de fantasía a su proximidad con las instalaciones de Boca Juniors y otros a que los represores genocidas jugaban al ping pong en un salón contiguo a la sala de torturas. Una vez desmantelado, en diciembre de 1977, fue derrumbado para la construcción de la autopista 25 de Mayo. Tras años de lucha, testimonios de sobrevivientes y excavaciones arqueológicas, se pudo determinar que pasaron por allí unas 1.500 personas, de las cuales aún resta recuperar las identidades de más de mil. Una iniciativa del Espacio para la Memoria que intenta reconstruir lo sucedido en ese oscuro lugar del histórico barrio de San Telmo, apunta a visibilizar y generar conciencia en tiempos en que los discursos de odio y apología del accionar de los genocidas proliferan y se intentan instalar desde las más altas esferas del poder.

Memoria desenterrada

“El Club Atlético fue un centro clandestino de detención que funcionó sólo durante 1977”, se encarga de remarcar Clara Rebottaro, integrante del Espacio para la Memoria y la promoción de los derechos humanos ex CCDTyE “Club Atlético”, y detalla: “Los primeros detenidos datan de enero de ese año y el lugar se desmanteló el 28 de diciembre. A partir de los relatos de los sobrevivientes, que son nuestras fuentes para reconstruir lo que pasó en ese lugar, determinamos que estuvieron secuestradas entre 1300 y 1500 personas. De ese universo inmenso, hasta el momento sólo conocemos la identidad de 500 entre sobrevivientes y desaparecidas”. Clara repasa que “una vez desmantelado, el lugar fue demolido para construir la autopista 25 de Mayo y quedó tapado por tierra”, y destaca: “A partir de las voces de los sobrevivientes es que se pudo identificar dónde estuvo localizado y en 1996, a partir de la lucha de organizaciones barriales y de derechos humanos, se comenzaron a generar jornadas de memoria con el objetivo de visibilizar que debajo de esa autopista estaba enterrado un ex centro clandestino de detención”. 

“Recién en 2002 comienzan las primeras excavaciones y a partir de allí se pudieron encontrar algunos de los muros que eran parte de la materialidad del lugar y que se corresponden con los planos que se habían podido reconstruir por los sobrevivientes y sus pequeños recuerdos. Y en 2014, cuando el programa de recuperación pasa de la Secretaría de DDHH de Caba a la de la Nación, se constituye el espacio para la memoria”.

Entre los testimonios recabados por los organismos, y que ahora son parte de la campaña de comunicación para tratar de encontrar las historias que restan, Clara destaca la de un sobreviviente que comentaba que escuchaba de manera constante y continua el ruido de una pelotita de ping pong y que creía que era otra forma del ejercicio represivo. “Él pensaba que se trataba de un audio, como los de Hitler que les hacían escuchar hasta el hartazgo, y que cuando recupera la libertad continúa escuchando ese ruido en su cabeza. Cuando se acerca en el marco de los juicios de lesa humanidad, hará unos 10 años, pudo ver la pelotita que fue hallada en la excavación arqueológica y confirmó que efectivamente jugaban al ping pong y a partir de ahí dejó de escuchar el ruido para siempre”.

Otra de las voces que conmovieron a Rebottaro fue la de Luis Allega: “Muchos hablaron de los silencios eternos que se daban antes de los traslados en los que flotaba mucha tristeza, tanto para los que se iban como para los que se quedaban, por la incertidumbre. Luis Allega cuenta que en uno de esos traslados un amigo suyo se pone a llorar porque pensaba que lo liberaban y que Luis quedaba secuestrado. Sin embargo, ese amigo es uno de los que permanecen desaparecidos mientras que Luis recuperó la libertad”. 

Las piezas del rompecabezas

La campaña de comunicación lanzada por el Espacio para la Memoria Club Atlético, intenta visibilizar lo ocurrido en ese lugar de detención ilegal a través de material audiovisual realizado con testimonio de sobrevivientes y profundizar la búsqueda de las más de mil historias que falta recuperar.

“Nosotros usamos mucho la metáfora del rompecabezas al que le faltan una gran cantidad de piezas que son las que estamos buscando”, señala Clara, y argumenta: “A lo que apuntamos es a encontrar a aquellas personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado, tengan certeza o no de haber estado en Club Atlético, y que por distintos motivos no se hayan acercado a la Justicia o a organismos de derechos humanos. Algunos quizás porque estuvieron muy poquito tiempo y creen que su relato puede resultar insignificante, cuando no es así. Toda información es muy valiosa, aporta a la reconstrucción de lo que ocurrió, es valiosa para los familiares, para otros sobrevivientes. En el juicio que investiga los casos relacionados con el circuito represivo conocido como ABO (Atlético-Banco-Olimpo), por ejemplo, que está por su quinto tramo y tiene sentencia el próximo miércoles, se han incorporado 47 nuevos testimonios vinculados al Atlético que nunca se habían acercado a la Justicia ni a la Secretaría, y que tiene como rasgo en común el haber estado muy poco tiempo en cautiverio. El mensaje es para aquellas personas en situaciones similares o que no se hayan animado a acercarse, que sepan que existe este puente, este Espacio para la Memoria, donde se los va a recibir, contener y acompañar”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 02/12/23

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