“Quiero mi guardapolvo no tan
impoluto como mármol de estatua
sino arrugado, un poco raído de batallar por derechos.
Que no sea tan blanco,
mejor policromo estampado de historias cotidianas…” 

(Guardapolvo, Laura Jaite, en Maestras Argentinas, tomo 7)

Un nuevo paro de la Ctera se hizo sentir este jueves 4 de abril, en la jornada en que se recordaba el 17° aniversario del asesinato del maestro neuquino Carlos Fuentealba. La represión del gobierno nacional una vez más cayó con fuerza contra las docentes que protestaron frente al Congreso de la Nación. 

Las razones de la medida de fuerza del jueves pasado y que alcanzó a todo el país se pueden resumir en la defensa de la educación pública. Luego viene una larga enumeración de todo lo que hace a esa pelea.

Uno de los puntos clave del reclamo es la restitución del Fondo Nacional de Incentivo Docente, más conocido por su sigla Fonid. También la Paritaria Nacional Docente, que aún no ha fijado cuál es el piso salarial mínimo para la docencia argentina. Le siguen en esa lista la defensa de las jubilaciones del magisterio y la pelea contra el intento del gobierno de quedarse con las cajas provinciales; el reclamo de la plata para los comedores y partidas de copa de leche; por la vuelta de la capacitación docente y para que el Estado nacional retome la obra pública: ni más ni menos que la construcción de escuelas y jardines. Y así se extiende la nómina contra los ajustes con que cada día nos despierta el gobierno de Javier Milei. 

¿Y por qué es tan importante la defensa del Fonid? Para entender mejor el peso que tiene este fondo para el sostenimiento del derecho a la educación hay que remitirse a un hecho clave en la historia de las luchas de la Ctera: la Carpa Blanca Docente.

Foto: Prensa Ctera

La Carpa de la Dignidad, como también se la llamó, se instaló frente al Congreso de la Nación el 2 de abril de 1997 y se mantuvo allí hasta el 30 de diciembre de 1999. Fueron 1.003 días. Tenía como meta pedir por una ley de financiamiento educativo y terminar con la ley federal de educación, la norma implementada durante el menemismo, que lo único que tenía de federal era el fomento de la desigualdad, el descrédito de la enseñanza pública y el festival de empresas metidas en las escuelas. Igual que lo que Milei y compañía buscan ahora.

Cuando se cumplió la primera década de la instalación de la Carpa Blanca, la educadora y ex secretaria general de Ctera Stella Maldonado recordaba que “tuvo el mérito de haber puesto en la agenda pública la cuestión del financiamiento de la educación y sobre todo la necesidad de que el Estado nacional volviera a hacerse responsable de algún tramo de ese financiamiento, algo que se había perdido totalmente con la ley de transferencia” (N° 24.049, del 6 de diciembre de 1991) del sostenimiento de las escuelas a las provincias (Stella Maldonado: el legado de una maestra militante, libro editado por Ctera).

Foto: Ctera

El primer logro de esa lucha fue la aprobación de la ley del Fondo Nacional de Incentivo Docente (N° 25.053, del 18 de noviembre de 1998). “Si bien no era el objetivo estratégico que estaba planteado, fue sí un avance importante. Significó quebrar un núcleo duro de la política neoliberal del menemismo: en que el Estado Nacional ya no se hacía cargo de lo que ellos llamaban gasto –y nosotros inversión– en términos de financiamiento educativo” (del mismo libro editado por la Ctera, que reúne discursos y textos de Stella Maldonado). 

La Carpa Docente llegaba para denunciar la fragmentación educativa que caracterizaba a la educación argentina y a recordar que una maestra de la provincia de Santa Fe tenía que ganar igual que una de Buenos Aires, de Misiones o de Chubut. En otras palabras, garantizar plata genuina para asegurar el derecho a la educación con un piso de igualdad. Eso se consiguió con la perseverancia docente expresada en el ayuno de maestros, en la reunión de firmas, con paros, actos y movilizaciones, y con la discusión democrática que acompañaron cada jornada en la Carpa.

Foto: Ctera

Ese ícono del magisterio se constituyó en una verdadera escuela abierta, a la que se sumaron personalidades de la cultura, del arte, de la política y de la música como Joan Manuel Serrat, Eduardo Galeano, Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, Teresa Parodi, Alfredo Alcón, Daniel Viglietti, Litto Nebbia, Fito Páez y Juan Carlos Baglietto, entre muchas y muchos otros. Y por supuesto el abrazo incondicional de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. 

Cada quien que llegaba a la Carpa Blanca buscaba hacer propia esa lucha, sentirse parte y brindar desde cada lugar la solidaridad con el reclamo. Se ponían el guardapolvo blanco y un cartel con esta leyenda: “Hoy somos todos docentes”.

Una Carpa sostenida por cientos de maestras y maestros de todo el país. Los números dicen –del libro Maestras Argentinas, tomo 2– que allí pasaron tres navidades y dos fines de año; que ayunaron 1.500 docentes de todo el país; que otros 4.500 se turnaron para organizar cada una de esas 1.003 jornadas; que más de 2.800.000 personas dieron el presente; que hubo recitales y cátedras universitarias; que se convirtió en el espacio para reclamar por verdad y justicia. 

La instalación de ese lugar de denuncia y reivindicaciones potenció la pelea por lo que llegaría tiempo después: las leyes sancionadas a partir de 2003, como la de financiamiento educativo, la de educación técnica profesional, la de educación nacional (que dio de baja a la federal del menemismo) y la que se conoce como la de los 180 días de clase, otra norma que llegaba a apuntalar que para que haya clases efectivas la Nación también es responsable, tiene la obligación de asistir a las provincias con dificultades para abonar los salarios docentes. Un Estado presente para cumplir con el derecho a enseñar y a aprender. 

Foto: Ctera

La Carpa Blanca llegó para denunciar la precarización laboral, “ponerle límite al proceso de desfinanciamiento progresivo del sistema educativo, que venía profundizándose, disputar ideológicamente el proceso de desacreditación de la escuela pública y denunciar y combatir los mecanismos de exclusión y diferenciación que las reformas neoliberales potenciaban o introducían en la escuela” (La lucha histórica de la Carpa Blanca, Suteba).

Restituir el Fonid

En una conferencia de prensa previa al paro del 4 de abril pasado, la secretaria general de la Ctera, Sonia Alesso, repasaba que la restitución del Fonid es ni más ni menos que el respeto a una conquista del magisterio y convertida en ley por el Congreso de la Nación. En la práctica significa entre un 10 y un 20 por ciento que se suma (en este caso se quita) a los salarios docentes.

 Repasó que previo al receso de Semana Santa se conoció que el gobierno nacional derogaba el Fonid, a través del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 280/2024“Ningún gobierno, hasta la fecha, se atrevió a incumplir. En paritaria se discutía el monto del Fonid, pero no el cumplimiento”, alertó Alesso sobre este otro recorte del gobierno nacional.. 

Alesso denunció la ilegalidad de esa medida recordando que un decreto no puede estar por encima de una ley votada por el Congreso de la Nación. Y remarcó que esa determinación “significa una rebaja salarial para los docentes y compromete muy fuertemente a las provincias”, dado que algunas adelantaron el pago de esa diferencia salarial.

El camino por delante para recuperar este derecho avasallado –dijo Alesso– es la discusión democrática y la denuncia ante la Justicia. Señaló que actualmente mantienen reuniones con gobernadores y con senadores y diputados para que se restituya el Fonid. En estos encuentros plantean también que “haya una sesión especial en el Congreso para tratar el tema educativo” con eje en el Fonid y en la Paritaria Nacional Docente, también desconocida por el gobierno de La Libertad Avanza.

La Ctera va además por la denuncia a nivel mundial de lo que pasa con la educación pública argentina. La semana próxima –detalló Alesso– presentarán ante el Comité de Libertad Sindical de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) “una denuncia al gobierno argentino por las normas que está incumpliendo”. 

La demanda se hará en la oficina central de la OIT en Ginebra y estará patrocinada por la Internacional de la Educación (IE). Sonia Alesso destacó que a la IE la integran más de 39 millones de docentes de todo el mundo, a través de sus organizaciones sindicales, entre ellas la Ctera. “Es muy importante este apoyo” que llega de todo el mundo, valoró. 

La eliminación del Fonid por parte del gobierno nacional es un recorte en los sueldos de las docentes, pero también un paso más en la escalada sin límites contra los derechos de las y los trabajadores del magisterio, en la vuelta a la fragmentación escolar, que en los hechos significa “provincias ricas” y “provincias pobres”, más o menos aprendizajes. Un claro corrimiento del Estado de la obligación de hacerse cargo del sostenimiento del derecho a la educación. Una puerta más que grande abierta a la privatización y la mercantilización educativas.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 06/04/24

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