En 2017, el entonces presidente de la Nación, Mauricio Macri, desconocía la paritaria nacional docente, la herramienta por la que gremios y gobierno nacional acordaban un piso salarial mínimo para todas las provincias. La decisión la tomaba a los pocos días de haber hablado de “los caídos en la escuela pública”. No se conformó: el 9 de abril reprimió a las maestras y maestros que levantaban la carpa de la Escuela Itinerante para pedir que se reabra la paritaria y garantice el financiamiento educativo.
El 12 de abril, la Escuela Itinerante se instaló frente al Congreso y al poco tiempo empezó a recorrer las provincias para hacer visible el reclamo federal. En junio de ese año llegó a Santa Fe. En Rosario logró una multitudinaria convocatoria en los días que permaneció instalada en la plaza Montenegro.
Bajo la consigna general de La escuela pública enseña, resiste y sueña, y con el eje en la defensa de la paritaria y el financiamiento educativo se organizaron diversas actividades, como mesas y paneles de debates académicos con especialistas. Entre esos disertantes estaba el actual ministro de Educación de la provincia, José Goity. En aquel momento, el ahora funcionario de Pullaro tenía una visión muy diferente sobre la lucha del magisterio y la paritaria como instrumento de negociación colectiva.
Hace exactamente un año, representantes de los gremios docentes y del flamante gobierno provincial se sentaron en la primera mesa paritaria. La convocatoria había logrado ganar la atención de todos por lo temprano del llamado y las expectativas que despertaba en las maestras y en las familias. Al menos hasta ese entonces la fe estaba puesta en conseguir acuerdos salariales y laborales que pusieran en valor la tarea de educar.
Lo que siguió es ya bien conocido: sueldos miserables, reforma previsional que avasalla derechos, vaciamiento pedagógico y, para sostener todo eso, persecución a la docencia y represión policial, hasta el encarcelamiento de quienes luchan; además de la extorsión para que no adhieran a las medidas de fuerza con la imposición del presentismo y el descuento de los días de paro.
La paritaria docente -que tanto había defendido el ministro de Pullaro- fue degradada como instrumento de la democracia: pasó a ser una mesa donde el gobierno anuncia sus decisiones y no existe la más mínima posibilidad de disenso. Y lo que es peor, ni siquiera cumple lo que firma, como pasó con los llamados a concurso de titularizaciones para los niveles inicial y primario, y la modalidad especial expresados en el acta del 8 de abril 2024, que de manera unilateral el gobierno decidió no realizar.
La mesa paritaria del 4 de enero de 2024 será recordada como el inicio de la política educativa de la perversidad que encara el gobierno de Pullaro.
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