“Venimos en pro de una educación popular, de una educación que a nuestros niños y adolescentes los saque de los peores riesgos y peligros. ¿Ustedes saben quién es casi el dueño del barrio: el narcotráfico? Cómo contraponer fuerzas a semejante daño”. Quien habla es Oscar Lupori, referente del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, ex integrante fundador del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Las palabras las hizo públicas el viernes 7 de marzo pasado en la Delegación Regional VI de Educación, cuando acompañó a la comunidad educativa de la Escuela N°299 Ceferino Namuncurá a entregar un petitorio en rechazo al cierre de dos cargos docentes. Las autoridades de Educación no los recibieron y les mandaron a la policía.

En ese reclamo estuvieron referentes de Amsafé Rosario junto a docentes y familias del barrio La Bombacha (José Ingenieros al 8600), donde está La Ceferino como más se conoce a esta escuela. Antes habían realizado un abrazo solidario a la institución con igual propósito.

La seccional local de Amsafé remarcó -en un comunicado- que el barrio de esta escuela pública es uno “de los más castigados por la narco delincuencia y la profunda problemática social que atraviesan a las niñeces; con pobreza creciente, falta de trabajo y la precariedad de vida”.

Y que es en esa realidad, en la que el gobernador Maximiliano Pullaro y su ministro de Educación, José Goity, -continúa el mensaje- “mandan a cerrar cargos aduciendo «falta de matrícula», realidad que nadie niega pero que ni siquiera se preguntan ¿qué hacemos para que lxs niñxs estén en la escuela y no en las calles? La escuela pública está para albergarles y que no terminen en las calles al desamparo”.

Desde Amsafé Rosario aseguraron que más que quitar los cargos docentes se deberían sumar otros, tanto para reforzar los aprendizajes como para responder a las situaciones de vulnerabilidad. Advirtieron que lo que sigue -a estos cierres- es la baja de categoría de la escuela (la determina la matrícula de alumnas y alumnos), y eso a corto plazo significa un vaciamiento de cargos docentes, directivos y de asistentes escolares.

La comunidad educativa abrazó solidariamente a La Ceferino. Foto: Amsafé Rosario

Sin diálogo

“Venimos a dialogar por algo que está en manos suyas”, reiteró Lupori tratando de que su voz llegue al despacho de la delegada regional. Sin suerte.

Los videos registrados en esa jornada muestran la absoluta negativa de las autoridades de Educación provincial a intercambiar palabra con quienes se acercaron a la sede de Maestro Fuentealba 150 (frente al Alto Rosario). Hasta rozan lo ridículo e irrespetuoso. Todo el tiempo la directora regional, Virginia Gaibazzi, se mantiene tras su escritorio, acompañada de otras personas, y por momentos -al advertir que la filman- se tapa su rostro. “No nos recibieron, ni siquiera contestaron a nuestro pedido de conversar”, confirmó a Redacción Rosario lo que relatan esas imágenes una docente que participó de la movida del viernes.

La directora regional de Educación, Virginia Gaibazzi (en el escritorio), y personal tomando imágenes de quienes participaban del reclamo. Foto: Amsafé Rosario

La respuesta oficial al pedido de diálogo fue enviar presencia policial para amedrentar a quienes llegaron hasta la Regional a dejar el petitorio y conversar con las autoridades. Una medida que ya es costumbre en la gestión de Pullaro y Goity.

“El año pasado llego a la escuela y me dicen que a la mamá de mi mejor alumno la mataron. El alumnito más educado, más estudioso no tiene mamá ¡Hay que estar ahí! Este año, en el primer día de clases, dos maestras no tienen trabajo. Por eso estoy acá. No voy a dejar que a la voz de La Ceferino la tapen, la callen”. El relato es doloroso y llega a viva voz de parte de una maestra de la escuela afectada. Es toda una presentación del contexto en que se enseña y aprende.

Teresa Fornes es otra docente que trabajó por más de 20 años en esta primaria y que se sumó a la petición por la continuidad de los cargos. Pidió que el Ministerio en lugar de clausurar oportunidades se disponga a escuchar y a trabajar con la comunidad. Lo hizo apelando a las y los supervisores presentes.

“Por favor un poco de respeto, nos lo merecemos”, expresó y pidió a las autoridades que se acerquen a la escuela a debatir “cuál es el trabajo pedagógico que mejor se pueda hacer, que bienvenido sea; pero vengan al barrio, vengan a la escuela, vean a los pibes”, insistió.

Más tarde el secretario general de Amsafé Rosario, Juan Pablo Cassiello, aseguró que en sus más de 35 años de docencia y casi tantos de delegado gremial, “nunca se había encontrado con el autoritarismo como el de esta gestión”. No puedo creer que venga la comunidad, que venga Oscar Lupori, las madres y no sean capaces de recibirlos, de escuchar, dan vergüenza ajena”, manifestó indignado.

El mensaje que deja la decisión del Ministerio de Educación de cerrar estos cargos y no dialogar con la docencia ni con la comunidad educativa de La Ceferino no es nada alentador para la escuela y el barrio, más bien abre la puerta a los “riesgos y peligros” sobre los que alertó el referente del Movimiento Ecuménico.

 

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