La silenciosa siesta del domingo 4 de enero se quebró cuando sonaron los estruendos en Alem y Seguí. Un adolescente de 19 años, que habría robado una juguetería a mano armada, logró zafarse de sus captores e inició una carrera desde esa esquina hacia Ayacucho. A pocos metros, donde termina el pasaje Villar, tres pibes que lavaban un auto se desesperaron al escuchar la explosión y el impacto de las balas de los policías: los dos que estaba del lado derecho y trasero del vehículo, con un par de trancos pudieron meterse en la casa; al otro no le quedó otra escapatoria que salir para la izquierda y guarecerse detrás de un pequeño árbol. Brian V, el presunto asaltante, cayó de un tiro en la pierna, casi al ingreso del domicilio, sobre la callejuela. Pero la balacera continuó. A los efectivos que disparaban desde un principio, se sumaron otros que apenas bajaron del 133 abrieron fuego en la misma dirección. El árbol no sirvió para proteger a Jonatan Ezequiel Herrera, quien murió tras recibir tres plomos de 9 milímetros.
El relato de lo ocurrido se desprende de la descripción de los hechos que brindaron a El Eslabón los sobrevivientes y familiares de Jonatan, que se contrapone a la versión policial.
El joven de 23 años, era repositor en la tienda Falabella, vivía con sus padres y ocho hermanos en la esquina de Ayacucho y pasaje Villar, donde fue asesinado. Tenía un hijo recién nacido.
Aunque las primeras informaciones apuntaron a implicar en el homicidio al ladrón de la juguetería –quien habría portado una pistola Bersa calibre 22–, las pericias preliminares fueron diluyendo esa hipótesis oficial.
La autopsia demostró que Jonatan recibió tres impactos de bala, uno (mortal) en la cabeza, otro en el pie y el tercero, que ingresó por la pierna y quedó alojado en su cadera, permitió determinar que se trató de un proyectil 9 milímetros, los mismos que usa la policía.
“Nadie se puede engañar con esto. Sabemos que fue la policía la que lo hizo. No pueden tirar tantas balas, siendo que el barrio está siempre lleno de chicos, de gente”, dijo María Elena Herrera, la madre de Jonatan, quien junto a buena parte de su familia ofreció un relato pormenorizado de lo ocurrido y un repaso por la escena del crimen junto a un equipo de El Eslabón.
“Se visualizaba bien quien era el choro y quien no lo era, ya habían visto la ropa que tenía el ladrón, porque lo habían agarrado a una cuadra de acá, por Seguí, y después no sé bien cómo se les escapó, en la gomería de la esquina (de Seguí y Alem)”, sostuvo María Elena, con un hilo de voz, un día después el entierro Jonatan.
“Era un pibe excelente, tendrían que haber venido al velorio para ver cuanta gente lo quería, no paraban de entrar y salir amigos. Era un chico que trabajaba, estaba re contento que porque hacía 20 días había empezado a trabajar en Falabella”, contó la mujer, aún conmocionada.
El relato de los hechos
“Cuando el ladrón se les escapó comenzaron a los tiros, el pibe corrió y cayó acá”, indicó María Elena apuntando a la vereda del pasaje Villar, casi a la altura del ingreso a su domicilio, cuyo frente da al norte.
“Mi hijo estaba lavando el auto con dos primos –continuó Herrera–. Con el tiroteo mis dos sobrinos salen desesperadamente a esconderse hacia adentro de mi casa, pero mi hijo que estaba del otro lado del auto se refugia detrás de ese arbolito”, explicó María Elena y señaló un pequeño árbol que se ubica sobre la vereda de Ayacucho, casi sobre el cordón, delante de la ventana de su casa que apunta al oeste.
“Desde donde quedó el ladrón no se puede llegar a donde estaba Jonatan, no pueden doblar las balas”, aseguró la mujer, según la disposición en que dijo se encontraban el asaltante y su hijo.
“Incluso una bala le arrancó un pedazo de pelo que quedó estampado contra la pared, salió por la tele eso”, prosiguió Maria Elena, para luego remarcar que las balas provenían del sentido opuesto, desde Alem hacia Ayacucho, la dirección en la que estaban apostados los uniformados.
“Fijate los impactos de bala que hay en la pared y en el arbolito donde se refugió Jonatan, le tiraban a matar”, se quejó la mujer.
“Tres tiros le dieron, él estaba quieto ahí”, se lamentó, y luego preguntó: “¿Por qué no se arrimaron y le gritaron «alto»? No, directamente le tiraban a matar, cuando el choro ya había caído del otro lado. Pero había una policía rubia que empezó como loca con los tiros”.
María Elena apuntó como principales sospechosos del homicidio a los oficiales de la flamante Policía de Acción Táctica. “En medio del tiroteo unos agentes que venían en colectivo, se bajaron y también empezaron a los tiros, sin saber cómo venía la cosa, dicen que venían del Dakar, hicieron un desastre”, refirió Herrera. “La provincia tiene la culpa, por poner gente inadaptada, que no tiene experiencia en nada, come esta gente que es de la PAT o como se llame”, planteó.
“Se bajaron del 133 y comenzaron a tirar para acá. Ellos fueron los que mataron a mi hermano”, sumó su voz Julieta, hermana de Jonatan. “Nosotros estábamos esperando a los chicos acá nomás en lo de mi abuela. Cuando llegamos había más de treinta policías que no nos dejaban pasar”, agregó.
“Estaban la mujer y mis dos primos y no los dejaban salir para ir a avisarnos a toda la familia”, señaló Julieta, quien al igual que el resto de su familia considera que fue “porque algo querían esconder”.
“Nos decían: hay un herido que se lo llevaron y al otro lo tenemos ahí”, indicó uno de los primos que también llegó hasta ahí ese día. “Yo les decía dejanos pasar, somos la familia, acá está el padre, la madre y no nos dejaban”, recordó.
Una amenaza rubia
“Cuando llegó mi otro hijo, el mellizo de Jonatan, la policía rubia lo amenazó de muerte, le dijo que le iba a sacar la moto, le sacó el seguro de la escopeta”, denunció María Elena, y contó que esa misma agente la empujó y tiró al suelo. “Un sobrino y uno de mis hijos vieron además que la rubia le pisó la pierna al ladrón caído en el suelo, donde tenía la herida y dijo: «Esto es lo que más me gusta hacer»”.
La mujer aseguró que van a hacer “todas las marchas que haga falta para exigir justicia por Jonatan”, y remarcó: Era un chico excelente, estaba recontento porque hacía unos 20 días que había entrado como repositor en Falabella, veía todos los días a su hijo, se acostaba temprano. Era bautizado en la Iglesia evangélica. Acá somos gente honrada, nos levantamos todos los días a las 4 de la mañana a hacer torta asada acá en la esquina”, indicó la María Elena y volvió a señalar el lugar adonde fue ultimado Jonatan.
“Querían tapar todo”
Los familiares de Jonatan volvieron a mostrarse indignados cuando contaron a este medio que al joven “lo dejaron tirado al lado del árbol más de media hora”. “Después lo cargaron en una chata como un perro y lo llevaron al Heca (Hospital de Emergencias Clemente Álvarez).
“En el Heca hicieron un show –relató la madre del joven asesinado–.Cuando yo llegué me dicen que él estaba grave pero estable, me hicieron esperar ahí media hora. Al rato me dicen que lo iban a operar, incluso me hicieron firmar un papel que no sé ni lo que dice, con la desesperación que yo tenía para que lo operaran rápido, le agarré las manos a los médicos y les pedí por favor que me lo salven”. Y luego continuó: “No alcancé a llegar afuera que me dicen que había muerto”.
“Todo eso siendo que mi hijo ya había muerto acá en la puerta de mi casa. No sé por qué me mintieron de esa forma. Pienso que es para tapar todo lo que hicieron”. señaló la mujer.
―¿Tienen cómo confirmar que había muerto acá?
—“Ellos lo habían tapado acá, cuando estaba en el piso caído, ¿para qué lo van a tapar si estaba vivo? —dijo la hermana de Jonantan, Julieta.
―Cómo no va a morir instantáneamente si le partieron el cráneo. Murió debajo del árbol. Si incluso, y esto ya lo contamos en todos los medios, hay un policía que le dijo a otro “qué hiciste boludo te equivocaste este no era”—añadió María Elena.
Marcha a los tribunales
Los familiares de Jonatan Herrera marcharon este miércoles para exigir justicia y reclamar el avance de las tareas de investigación que tiene a su cargo el titular de la Unidad de Homicidios de la Fiscalía provincial en Rosario, Adrián Spelta.
Entre los reclamos, pidieron que le “dejen ver los videos de la Esso”, la estación de servicio que se ubica frente al lugar donde ocurrió el hecho, en bulevar Seguí y Ayacucho desde la que pudieron registrar el tiroteo con las cámaras de seguridad. “Queremos ver el video, ahí se va a ver que fueron los policías y no el ladrón los que mataron a Jonatan”, explicó Julieta, la hermana de Jonatan.
“Queremos justicia, que paguen los que tengan que pagar, y que vayan presos de por vida”, exigió la joven.
Julieta contó a El Eslabón que la familia fue recibida por Spelta quien les pidió que le den tiempo “para avanzar con la investigación, que todavía tenía que tomar medidas de prueba”. Para Julieta y los familiares, la reunión “fue positiva, porque nos dieron a entender que están trabajando en el tema”.
En contacto con este medio, el fiscal Spelta indicó que este lunes estaría en condiciones de dar más detalles sobre la situación procesal de los involucrados en la causa.
“Yo estaba ahí”
“Yo estaba ahí, puedo reconocer las caras de los policías pero no me llamaron todavía como testigo”, aseguró Sabrina, la mujer de Jonatan, quien afirmó además que los disparos nunca pudieron prevenir del arma del ladrón porque éste tiraba para el lado contrario al que estaba su pareja. “Son asesinos por más que tengan uniformes, están practicando tiro al blanco con la gente, no están capacitados para ejercer”, se quejó la joven.
Movimientos judiciales
Tras el homicidio de Jonatan, cinco agentes del Comando Radioeléctrico y de la nueva Policía de Acción Táctica (PAT) fueron pasados a disponibilidad. Además, tras los numerosos testimonios y pruebas que se están evaluando, como las cámaras de video de la estación de servicio Esso, los uniformados están también bajo la lupa del fiscal Adrián Spelta, quien en un primer momento recibió algunos cuestionamientos por dar cierto crédito a las versiones policiales que pretendían evadir la responsabilidad de los agentes.
Por otra parte, en el marco de la audiencia imputativa contra el ladrón que estaba detenido tras el robo a la juguetería de zona sur –desarrollada extrañamente en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria donde se encuentra en recuperación–, el juez Gustavo Pérez Urrechu dictó la prisión preventiva por 60 días para Brian V. de 19 años. El asaltante fue acusado por el robo pero no por el homicidio de Jonatan.
Artículo publicado este sábado en el semanario El Eslabón.