Chicos del barrio Cabín 9 aseguraron ver al Pomberito, el duende guaraní cuya función primordial es cuidar del monte y los animales salvajes, según reza la mitología popular. Si bien esta creencia está arraigada en Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Chaco, sur de Brasil y Paraguay, parece que ahora también llegó a la región. ¿Será que el Pomberito se quedó sin monte por culpa del avance de la soja y anda visitando nuevos parajes?

La noticia causó sensación en el barrio Cabín 9, en el límite oeste de Rosario. Chicos de la escuela Nº 1209 aseguraron que vieron al Pombero dando vueltas por el colegio. Ese duende petiso, de pies y manos grandes, barbado y de sombrero corte bonete tiene asustados a los jovencitos, que, según contaron sus mamás, no pueden dormir de noche por miedo a que se les aparezca el duende guaraní.

 

“Yo lo vía cuando se comía unos pececitos de la pecera”, sostuvo un niño que mientras miraba la cámara de TV saludaba con su mano en posición “fierita”.

 

Los testimonios de los chicos se repetían y sus madres asentían con las cabezas para confirmar que el Pombero anda por Rosario.

 

Se dice que es un enano robusto, velludo, con brazos tan largos que los arrastra, manos desmesuradamente grandes, piernas cortas rematadas con enormes pies mirando hacia atrás (para desorientar a quien lo rastrea), no tiene “coyunturas”, es decir articulaciones del codo y rodilla, lo que hace que sus movimientos sean torpes y grotescos, usa un gran sombrero de paja, y anda sin ropas, aunque su miembro viril enorme es tapado por la profusa barba que le llega hasta el suelo.

 

El Pomberito gusta muchísimo del tabaco y la miel. Además puede ser amigo o enemigo del hombre, según la conducta de éste. Es un asustador característico del Litoral, desde donde se expandió a toda la Argentina, llevado de la mano de la constante migración. Creer o reventar.

 

Sin embargo, se baraja la posibilidad de que ante la expansión de la frontera sojera y la consecuente tala indiscriminada de árboles, el Pomberito, triste de ver desaparecer su casa, su hábitat natural, ese monte frondoso por dónde se movía, haya migrado hacia Rosario. Otra de las hipótesis de su éxodo apunta a la gran sequía. En fin, habrá que ver que dice el Pombero: un incansable militante ecológico que hoy sufre en carne propia los cambios climáticos por culpa de los desmontes que no cesan.
 

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