Chávez y una oposición intransigente.
Chávez y una oposición intransigente.

Un recorrido por las horas posteriores al referéndum en Venezuela. El discurso de Chávez, sus límites y su futuro de mediano plazo. El rol de la oposición y sus posibilidades, desde Caracas.

A las 6 de la tarde Caracas entró en un cono de silencio. El horario de cierre de la votación del 15-F abrió casi 3 horas y media de nerviosismo y tensión que culminó cuando a las 9.36 PM la titular del Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció el triunfo del SI que abre la posibilidad de reelección indefinida del Presidente de la Nación, gobernadores, alcaldes y legisladores nacionales y regionales.

Con el correr de las horas, el silencio continuaba en urbanizaciones como Chacao, Altamira, Campo Alegre y Las Mercedes, bastiones de la oposición política al Presidente Chávez. Un pequeño bullicio comenzaba a surgir de las casas humildes de los cerros que rodean la ciudad y de los barrios pobres que se entremezclan con viviendas de clase media y alta por todo el centro de Caracas.

Los datos que iban llegando de los testigos electorales eran contundentes y marcaban lo que luego se transformaría en una tendencia irreversible a favor de la Enmienda Constitucional.

El Sí reunió casi 6 millones de votos, unos 500 mil sufragios más que en las elecciones de noviembre de 2008 y 1.6 millones más que aquél 2 de diciembre de 2007, donde en referéndum se rechazó la reforma constitucional. El NO sacó en estas elecciones casi 5 millones de votos, unos 300 mil más que en los pasados comicios y medio millón más que los obtenidos en contra de la reforma constitucional de 2007 cuando se alzó con la victoria. Es cierto que el oficialismo está casi 1 millón de votos atrás del récord obtenido en el 2006 cuando el Presidente Chávez logró ser reelecto. También es verdad que nunca la oposición obtuvo tantos votos. Pero lo que previamente parecía un desenlace parejo, terminó siendo una contundente victoria del SI por casi 1 millón de votos.

¿Qué será ahora de Venezuela? Algo puede inferirse del discurso pronunciado por Chávez en el Balcón del Pueblo del Palacio de Miraflores, sede del gobierno nacional. En su mensaje fue mutando del “ganó la verdad contra la mentira y la dignidad de la Patria contra los antipatrias” a un fuerte llamado a la unidad nacional para no volver al pasado y construir una “Venezuela Potencia”.

El Presidente conoce sus fortalezas y debilidades. Supo a la perfección cómo “tensionar” su base electoral y su estructura política territorial evitando la abstención en sus propias filas y cierta falta de compromiso de gobernadores y alcaldes oficialistas, como se observó en diciembre de 2006. Sabe que esos 6 millones de votos son en respaldo a su liderazgo y que no se trasladarían fácilmente a otro dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Pero también sabe que la sociedad está escindida en dos polos muy claros por lo que la continuidad del proceso revolucionario requiere avanzar en nuevas metas sociales (una segunda etapa del “socialismo bolivariano”) y cierta neutralización del vínculo cada vez más fuerte entre oposición y clases medias urbanas.

Por eso Chávez habló de “Revisión, Rectificación y Reimpulso” en las propias filas del gobierno y no dudó en pasar un mensaje a sus funcionarios pidiéndole que se comprometan más firmemente contra la inseguridad, la corrupción, el despilfarro y la ineficiencia, cuatro de las principales críticas que calan hondo en los sectores medios.

¿Será posible de lograrlo? Dependerá en gran medida de dos factores fundamentales: cómo asume la fuerza vencedora “el día después” evitando caer en sobreestimaciones exageradas del triunfo y dando paso a una necesaria autocrítica de los aspectos faltantes. Chávez tendrá que hacerlo en un contexto mundial de recesión económica que afecta fuertemente las finanzas públicas por la baja del precio del petróleo y la desaceleración de sus exportaciones de crudo a los países industrializados. La “luna de miel” propia de las victorias electorales existirá, sin dudas, pero será breve para los sectores populares que pueden ver afectados sus niveles crecientes de bienestar vividos en estos 10 años de chavismo.

El bloque gobernante solucionó un problema a partir del resultado del 15-F: ya tiene una hipótesis competitiva para las elecciones presidenciales del 2012. Chávez ya se proclamó como precandidato y evitó así el inicio de una “sangría política” en busca de la sucesión. La oposición no sólo perdió las elecciones del domingo sino que tiene ahora que enfrentar el desafío de constituir una alternativa electoral que consolide su base electoral de sectores medios y altos, mayoritariamente urbanos y de alto nivel de instrucción y se presente como una opción para los sectores populares que no quieren retroceder en sus conquistas. Las señales emitidas ayer por los dirigentes opositores fueron en sentido contrario.

Con la soberbia propia de sus dirigentes, el bloque del NO puso en la presión de Chávez y la fuertísima movilización estatal las principales causas del triunfo oficialista, como si todos los votantes del SI fueran borregos estúpidos que no saben elegir entre opciones tan claramente diferenciadas. Hablaron poco de sus propios errores, que los distancia de los sectores que necesitan bienestar del Estado además de calidad de las instituciones de la democracia formal.

Hasta ahora el uso de lo que Pierre Rosanvallon llama “soberanía negativa” les había servido. Pero la “democracia de obstrucción” mostró ayer sus límites en la estrategia opositora. Habrá que ver si los partidos tradicionales y el movimiento estudiantil son capaces de sumar por una opción positiva lo mismo que vienen acumulando en contra del Presidente Chávez.

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