El “tigre celta” pierde sus rayas, cae en la recesión y su gobierno empieza a perder su popularidad. Aumentaron muy fuerte los impuestos, se redujo el gasto público y el desempleo trepa al 11 por ciento. La última joya del liberalismo, como lo fue Argentina en los 90 para el Fondo Monetario Internacional, al borde del caos.

Una crónica de lo que ocurre en Irlanda publicada en El Cronista Comercial y firmada por Quentin Peel da cuenta de la situación que se vive por la crisis en ese país que era la perla de la comunidad europea y que ahora se agita por un brutal ajuste:

Varias semanas después del más brutal ajuste del presupuesto que se recuerde, los irlandeses se sienten abatidos. Todos quedaron atrapados en una combinación de fuertes aumentos de impuestos y reducción del gasto público, medidas tomadas por el gobierno para enfrentar el derrumbe de sus ingresos fiscales y contener el creciente déficit.

También están muy enojados. En Irlanda el desempleo llegó a 11% y todavía está en alza. Un diario dominical señala que la mayoría de los habitantes del país cree que este verano (boreal) habrá “disturbios civiles”.

Ahora se busca al responsable de haber permitido que los años dorados del Tigre Celta se evaporen en una insostenible burbuja inmobiliaria.

Los desarrolladores, que acapararon las franjas de la campiña irlandesa para construir sosos centros comerciales y desalmados complejos de viviendas encabezan la lista de los más odiados. Los políticos deshonestos que ayudaron a financiar esas obras ocupan el segundo lugar. Los banqueros que adelantaron demasiado dinero barato se ubican terceros.

Sin duda serán severas las consecuencias políticas de la contracción del crédito, en un país que se enorgullecía de ser una de las grandes historias de éxito económico en la Unión Europea.

Se solía describir a Fianna Fáil, el partido oficialista, como la máquina política más exitosa de Europa de la posguerra. En el gobierno hace 12 años, no fue derrotado en una elección general en casi tres décadas. Ahora su popularidad se derrumbó y pocos creen que la administración perdure hasta las próximas elecciones en 2012.

Fine Gael, la eterna oposición, va a la cabeza con índices de aprobación de entre 28% y 32%. Fianna Fáil obtiene entre 22% a 25%. El apoyo al Partido Laborista es cercano a 18%, si bien en febrero durante un breve lapso superó a Fianna Fáil con 24%, la máxima humillación para el partido de Eamon de Valera.

Sin embargo, fuera de Irlanda en las salas de reuniones de Bruselas y en las cancillerías de la Unión Europea, están buscando un resquicio de esperanza proveniente de la difícil situación económica que atraviesa Irlanda. Las encuestas también indican que, precisamente debido a la desaceleración económica, una mayoría de los votantes irlandeses podría votar a favor del tratado de reforma Lisboa en un segundo referéndum. Eso finalmente allanaría el terreno para la tan demorada modernización de las instituciones de la UE que se está negociando desde 2001.

Los votantes irlandeses ya no quieren ser considerados los últimos en resistirse a las reformas, cuando podrían necesitar toda la ayuda económica que Bruselas pueda brindarles. Rechazaron el tratado en junio del año pasado por 53,4% a 46,6%. Encuestas recientes ahora ubican el Sí entre 51% y 55%, y el No por debajo de 30%. El resto todavía está indeciso.

El gobierno irlandés acordó en diciembre realizar un segundo referéndum en noviembre, a cambio de ciertas garantías prometidas por sus 26 socios en la UE: preservar la neutralidad irlandesa, no interferir con los impuestos irlandeses y no poner en peligro la prohibición del aborto en Irlanda. También lograron la promesa de que todos los miembros estado serán autorizados a retener un miembro pleno de la Comisión Europea. Se supone que esas garantías serán agregadas al futuro tratado de la UE en forma de protocolos, si bien todavía las negociaciones continúan.

Sin embargo, pese a que las encuestas de opinión parecen haber mejorado, no se puede dar por sentado que el voto irlandés será positivo. Los votantes quizás teman a la recesión, pero también están enojados con la clase política que quiere que ellos voten a favor.

Tampoco queda claro cuál será el efecto de las elecciones europeas y locales el 6 de junio en el actual clima político. Fianna Fáil recibirá una paliza, pero ¿será suficiente como para que un político que haga campaña por el No gane una banca en el parlamento europeo?

Declan Ganley, el empresario que financió el año pasado la campaña por el voto negativo, convirtió su grupo de presión Libertas en un partido político y quiere ganar una banca desde su base en Galway. Dado el ánimo en contra del establishment, él tiene posibilidades. Si gana, intensificará su campaña por el No. Si pierde, es mucho más probable que triunfe el Sí en Irlanda.

(Fuente: El Cronista Comercial)

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