La jornada de este sábado es clave para el futuro de Honduras, país sacudido por un golpe de Estado que pretende destituir definitivamente el presidente constitucional Manuel Zelaya, expulsado de su país el 28 de junio pasado por militares que tomaron el poder.

Para este sábado a las seis de la tarde está anunciado el regreso de Zelaya a Tegucigalpa, la capital hondureña, en la que la jornada del viernes transcurrió signada por la presencia del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel Insulza, quien se reunió con el pleno de la Corte Suprema de Justicia de Honduras para hacer conocer el ultimátum promovido por el organismo internacional para que se respete la institucionalidad democrática.

Según informó el enviado especial de Télam, Horacio Raña, la reunión entre Insulza y los “supremos” hondureños se extendió por más de una hora y media y participó también el fiscal general Luís Alberto Rubi; en una jornada en que las calles de la capital hondureña se vieron divididas por manifestantes a favor y en contra del golpe de Estado, que se realizaron quinientos metros de distancia entre una y otra.

Insulza les trasmitió a los jueces el plazo de 72 horas dispuesto por la OEA, para que se restituya en su cargo al depuesto mandatario Manuel Zelaya, quién el 28 de junio último fue expulsado del país por un grupo de militares que colocaron a Roberto Micheletti en su lugar.

Tras el encuentro el representante de la OEA, Insulza se retiró como había llegado, en un auto con sirena y en medio de un fuerte operativo militar, sin hacer declaraciones.

En Honduras se mantiene la incertidumbre para saber qué trae Insulza y qué es lo que se está haciendo; en el marco de una sociedad profundamente dividida entre los que apoyan el golpe y los que piden la restitución de Zelaya.

Estos últimos tienen la mira puesta en el retorno del presidente Zelaya, previsto para este sábado a las 18.

Además de la visita de Insulza, la jornada del viernes también tuvo como notas principales la convocatoria de quienes apoyan y quienes rechazan el golpe de Estado, en dos manifestaciones realizadas en el centro de Tegucigalpa.

La de los seguidores de Micheletti se hizo en la Plaza Morazán y contó con todo el aparato informativo del gobierno en su difusión: todas las televisoras la emitieron en vivo.

El gobierno puso gran cantidad de micros para trasladar gente a esa manifestación; y para intentar señalar que era un acto de la civilidad y no de origen político organizado por el Partido Nacional, determinaron que los oradores fueran gente de organizaciones sociales, pastores y curas.

El nivel de los discursos por momento fue insólito y con proclamas como “para evitar que vuelva el diablo a Honduras y que sobrevuelen los arcángeles sobre todos los hondureños hay que apoyar este gobierno”, señalaba uno de los pastores.

Paralelamente, los seguidores de Zelaya hicieron una marcha a la misma hora, a unos 500 metros de distancia, en la Plaza Colprosumah.

A diferencia de la marcha de la que participaron los adherentes al golpe, en la de apoyo a Zelaya la seguridad fue muy fuerte: se dispusieron dos vallados entre policías y militares.

Según pudo comprobar Télam, tras recorrer las dos concentraciones, a la de apoyo a Zelaya la gente se fue acercando y sumando sin que necesitaran llevarla.

Por primera vez en varios días lograron juntar una cantidad importante de manifestantes, varios miles de personas; que marcaban el contraste con la gente llevada a la otra marcha, entre otras cosas, porque portaban carteles caseros o cartulinas escritas con fibrones.

La concurrencia a la marcha por la restitución de la democracia fue espontánea y la gran convocatoria se logró en sólo media hora, a pesar de que militares y policías cerraban los caminos para evitar que la gente llegara al lugar.

Al igual que ayer, los seguidores de Zelaya se cuidaron de no hacer destrozos y de no pintar paredes, porque ese es el principal argumento de la gente de Micheletti para justificar el golpe.

En sus despachos de este viernes, el enviado de Télam también dio cuenta de declaraciones de un ministro de Zelaya que habló desde la clandestinidad.

“Zelaya no tiene que volver, debe volver al país”, enfatizó Víctor Meza, el ministro de Gobernación y Justicia del destituido presidente constitucional de Honduras, desde la clandestinidad a la que fue empujado por la búsqueda que, se cree, está realizando sobre su persona el actual gobierno de facto.

Meza agradeció además la posición asumida por la mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner. "En estos momentos es cuando los hondureños necesitamos más del apoyo internacional y la claridad con la que la señora presidenta de Argentina rechazó a los usurpadores y respaldó al gobierno constitucional de Zelaya, es algo que debemos valorar en su exacta medida", expresó.

El ministro de Gobernación y Justicia (equivalente al de Interior en la Argentina) fue algo más que un ministro, ya que por propios y extraños era considerado el cerebro del derrocado gobierno. Fuera o no lo que le adjudican, queda claro que se trata de uno de los cuadros más lúcidos que acompañaron a Zelaya en sus años de gobierno.

Es el creador del principal centro de documentación política hondureño y de la región, desde donde también se publican libros que invitan al debate político, como "Los poderes fácticos en Honduras", un título más que actual. Allá por los ’70 se recibió en Moscú de licenciado en Derecho Internacional en la Universidad Patrice Lumumba, creada por la Unión Soviética para la formación de jóvenes comunistas extranjeros.

Nunca militó en partido político alguno y llegó al gobierno por su amistad con Zelaya. "No soy liberal, soy amigo de Mel", sostenía siempre que le recordaban el signo político de la gestión que él mismo integraba.

Este viernes, después de dos días de gestiones que el enviado de Télam realizó a través de amigos que no están "tan buscados", Meza accedió a una charla telefónica previa aclaración de que "sólo" podía tres minutos porque la situación "está más que difícil para mí". La nota, finalmente, se extendió a 15.

¿Por qué la clandestinidad?, fue la pregunta que inició el diálogo. "Es cierto que no hay una orden de captura formal contra mí, pero en estos momentos están tratando de incluir denuncias criminales contra distintos funcionarios de Zelaya, incluso contra el ex ministro de Defensa, Edmundo Orellana. Es una actitud de absoluta aberración y locura", responde.

"La situación ha llegado a tal punto, que el gobierno usurpador que preside el señor (Roberto) Micheletti está virtualmente huyendo hacia delante. Es decir, cometiendo cada vez más atropellos de carácter jurídico y político a los derechos elementales que la Constitución le garantiza a la ciudadanía hondureña", agrega.

Para Meza, el gobierno no busca tiempo para llegar a las elecciones y que el próximo presidente tenga el reconocimiento internacional que hoy no tiene Micheletti, sino que "lo único que hace es querer solucionar la ilegalidad en que está sumido con más ilegalidad".

Preguntado sobre cuál es el límite que tiene la actual gestión, no duda en enfatizar que "el único límite a la arbitrariedad y a la irracionalidad del gobierno usurpador es la presión de la comunidad internacional y la resistencia del pueblo hondureño".

Y con una voz más parecida a un galán de radioteatro que a un político de raza, no deja dudas por dónde pasa la solución Honduras. "La salida pasa por una negociación política. Nunca esa salida en Honduras pasó ni pasará por una solución militar. Lo que sucede demuestra la incapacidad del sistema político tradicional para autorreformarse y por lo tanto para procesar y manejar democráticamente la conflictividad política".

En todo momento de la nota se lo percibió tenso, queriendo hablar para "romper el cerco" informativo de los medios en manos del nuevo oficialismo, pero a la vez preocupado porque la conversación se pudiera cortar abruptamente.

Califica a los golpistas como los sectores "más conservadores de la política local, de los partidos políticos tradicionales, los empresarios más retardatarios y a los militares más cavernarios".

Un día antes del regreso -al menos en el anuncio- de Zelaya a Honduras, la pregunta sobre si tiene que regresar o no se imponía. "Entiendo que no hay solución política a la crisis sin la reinstalación del presidente en su cargo y del régimen constitucional", respondió.

Pero bajo las actuales condiciones, ¿puede regresar mañana al país tal como se anuncia? "El problema no es si puede, sino que debe volver", enfatizó sin medias tintas.

Meza no cree que pueda haber una matanza si regresa Zelaya porque "el poder no está en los usurpadores, el poder está en la calle".

Pero en las calles se ven también movilizaciones muy grandes de los seguidores del actual oficialismo, le marcó el enviado argentino. "Son movilizaciones gestionadas desde los grupos de poder y desde la Iglesia. Es el precio que estamos pagando por la clericalización de la política. Las iglesias se han convertido en el sustituto del poder arbitral que fueron los militares en los años ’80. Las iglesias deben estar en su lugar, los estados son laicos y por lo tanto democráticos", concluyó antes de excusarse y volver al "silencio de radio" en algún lugar de la hermosa y políticamente convulsionada Honduras.

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