El movimiento Slow Food, por intermedio del Convivum Rosario y su región, anuncia el relanzamiento de sus actividades por estas pampas. Acelerados, abstenerse. El símbolo del movimiento, que nació en Italia y se propagó a otros países, es el caracol. “Emblema de la lentitud, este animal cosmopolita y prudente es un amuleto contra la velocidad, exasperación, la distracción del hombre demasiado impaciente para sentir y gustar, ávido para recordar lo que recién ha terminado de devorar”, explica Carlo Petrini, titular de la entidad a nivel internacional.

En Rosario, quien promueve el relanzamiento de actividades es Hugo Don, que envió una invitación a periodistas a compartir un desayuno Slow este viernes 28 de agosto en Cocina Künzel (Paraguay 1615). Claro que los habitualmente apurados periodistas deberán adaptarse a lo de la lentitud: la gacetilla aclara que se desayunará de 9 a 11, así que nada de un café con leche a las apuradas ni atragantadas de medialunas.

“El objetivo es informarles del movimiento mundial de Slow Food y la vida sana; para compartir las ventajas de consumir alimentos buenos, limpios y justos”, explicó Don.

“Es intención del movimiento recuperar la tradición de la mesa familiar y entre amigos junto a un plato de comida hecho como en casa, que nos nutra bien físicamente y espiritualmente, disfrutando de los sabores verdaderos de los alimentos, los cuales día a día estamos perdiendo, que sean saludables y tengan incorporado el valor justo para el productor”, se lee en la gacetilla.

Que lo lento no quita lo hambriento es otra de las conclusiones a sacar de la data sobre la movida. El desayuno consistirá en “café, té, leche, jugo de naranja y agua mineral” por el lado de lo bebible. En cuanto al sólido, la oferta es “mermelada casera de orange y cookies, kuchen de frutas frescas y secas, appel crumble, crocante de dulce de leche y coco, muffins de arándanos, mini croissants de jamón y queso, wet carrots pudding, budín inglés, pan de centeno, jamón crudo y pepinillo”. Así que el provechito posterior va a ser –además de lento– profundo y bien cosmopolita.

“Slow Food es un movimiento internacional nacido en Italia que se contrapone a la estandarización del gusto y promueve la difusión de una nueva filosofía que combina placer y conocimiento”, reseñó también Don.

“Según el estatuto de Slow Food Internacional –añadió–, los objetivos de la asociación son: otorgar dignidad cultural a las temáticas relacionadas con la comida y la alimentación; individualizar los productos alimenticios y las modalidades de producción ligados a un territorio, en una óptica de salvaguardia de la biodiversidad, promoviendo su categorización y protección en tanto que son considerados como bienes culturales; elevar la cultura alimentaria de la ciudadanía y, en particular, de las generaciones más jóvenes, con el objetivo de lograr la plena consciencia del derecho al placer y al gusto y promover la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales, al ambiente y la salud de los consumidores, favoreciendo la fruición de aquellos que representen la máxima expresión cualitativa”.

La propuesta incluye también “reencontrar el placer de la buena mesa, incentivar la buena gastronomía y el buen vino y propiciar la educación de los sentidos para redescubrir la riqueza de los aromas y los sabores”.

Para más información se puede escribir a hdon@ciudad.com.ar

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