Si el argumento que usan la oposición y los medios contra el proyecto de ley de medios es que éste se referencia en presuntas prácticas chavistas, The New York Times viene a confirmar que las tesis del comandante bolivariano ya triunfan en la Gran Manzana.

Un editorial del matutino neoyorquino sobre la competencia en la televisión por cable en los Estados Unidos resaltó que “es necesario garantizar que los clientes tengan una variedad de opciones y que exista una competencia real en el precio y programa de ofertas”, algo que el Grupo Clarín, sus socios, el resto de la corporación mediática, y los voceros en el Congreso y los partidos políticos defienden con un puñal envenenado en sus manos. Y un gran poncho que esconde el gran negocio que pueden perder todos esos actores.

El mismo día en que se determinó la modalidad que tendrán las audiencias públicas que comienzan este martes en torno de la iniciativa oficial que apunta a reemplazar a la decrépita ley de la última dictadura, The New York Times (TNYT) sostiene que a pesar de las limitaciones a los servicios “hay una perturbadora falta de competencia” en la televisión por cable en los Estados Unidos.

Más aún, el diario neoyorquino recordó que “para fomentar la competencia de los medios de comunicación, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) limitó a las compañías de cable individuales a servir a no más del treinta por ciento de los abonados del país”. Pero también refresca la memoria de sus lectores: “Un tribunal federal de apelaciones canceló ese límite la semana pasada”, confirmando que las batallas que debe librar un Estado con las corporaciones es difícil aún en el corazón de la democracia que tanto admira la mayoría de los detractores de la nueva ley.

Más allá de la decisión judicial, el editorial reconoce que el límite impuesto por la FCC no estaba cumpliendo su objetivo de diversificar el mercado ya que “incluso con el tope, y la televisión por satélite, hay una perturbadora falta de competencia de precios”.

Para TNYT, la FCC “debería desarrollar un enfoque totalmente nuevo para la regulación del cable. Es necesario garantizar que los clientes tengan una variedad de opciones entre los proveedores de cable, y que exista una competencia real en el precio y el programa de ofertas”, explicó.

“Las compañías de cable se han resistido a dejar que los clientes elijan, a la carta, los canales que realmente miran” y por otro lado, “debido su enorme poder de mercado, pueden hacérselo muy difícil a los canales que quieren despegar”.

Prisa y su prisa por atacar a Zapatero

El caso que cita el poderoso diario norteamericano viene a sumarse a los problemas que tiene el gobierno español con el Grupo Prisa, al que acaba de sacar del negocio del triple play (provisión de telefonía, cable e Internet por la misma compañía, con unificación tarifaria).

El pasado 20 de agosto, en la emisora española Cadena SER, Juan Luis Cebrián, el CEO de Prisa, la empresa dueña de esa radio y del diario El País, de España, denunció al gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero por el “intervencionismo descarado, inmoral e inadmisible” que llevó a la administración socialista a aprobar el decreto ley de la Televisión Digital Terrestre (TDT) de pago. El capo mediático agregó: “Nos oponemos a un decreto de urgencia anticonstitucional que no tiene otro sentido que no sea ayudar a sus amigos”. Y fue por más: “Se trata de una intervención desaforada del Gobierno para doblegar a los medios”. Luego ese diálogo fue publicado, obviamente, por El País.

Hay un tramo de esa entrevista en el que si se cambiaran los nombres propios por algunos de dirigentes argentinos costaría no confundir esa voz con las que repiquetean día y noche en radios y canales involucrados hasta los tuétanos con los grandes grupos de medios nacionales. Por ejemplo, cuando Cebrián dice: “(el ex presidente José María) Aznar utilizó a la compañía telefónica de su amigo Juan Villalonga. El presidente Zapatero está utilizando sus relaciones personales para tratar de hacer dos cosas: una, liquidar el pasado de lo que se ha llamado felipismo dentro del Partido Socialista, generando una gran confusión en él; y otra, tratar de organizarse su propio y peculiar grupito de medios en torno a él despreciando lo que es la libertad del mercado”. Esto es, una corporación a la que el Estado se le interpone para evitar que pase a tener una posición dominante en el mercado proyecta psicoanalíticamente que ese Estado quiere hacer su negocio propio.

Un párrafo aparte merece la forma que Cadena Ser encontró para posicionar la noticia en la que el protagonista era el dueño: “El Gobierno aprobó por decreto ley la pasada semana la TDT de pago, una medida a la que se opone el Grupo Prisa, propietario de la Cadena SER. El consejero delegado explica la posición de esta empresa”. Igualito al Grupo Clarín, que se esconde en algunos de sus periodistas para opinar lo que no quiere que se sepa que opina.

¡¡¡Renuncie, montonero Obama!!!

Hace unos meses, en un programa de la cadena CNBC, el presidente estadounidense Barak Obama denunció la línea dura del canal de televisión FOX: “Tengo una estación de televisión que se ha dedicado en su totalidad a atacar mi administración (…) que es un gran megáfono. Si usted observara el día entero ese canal, tendría graves dificultades para poder encontrar una noticia positiva acerca de mí en esa pantalla”. Por la mitad de esos dichos acá hubieran pedido a un juez la orden de detención de Néstor Kirchner.

En los Estados Unidos también hay grandes corporaciones. La cadena FOX, por ejemplo, es una de ellas, y cuando quiere mostrar los dientes tiene estrellas que dicen lo siguiente, según un despacho de la agencia Europa Press: “El 25 de mayo, la antigua directora en Nueva York del diario The Washington Times y colaboradora de la Fox, Liz Trotta, se refería a las declaraciones de la todavía precandidata demócrata, Hillary Clinton, sobre la muerte del senador demócrata Robert Kennedy en el mes de junio de 1968, y de cómo algunos sectores entendieron estos comentarios, según Trotta «como una sugerencia de que alguien debería matar a Osama». «Obama», la corrigió el presentador de América Newsroom, Bill Hemmer. Trotter se rió de su error, pero declaró inmediatamente después: «Obama. Bueno… ¡(matar) a los dos si hiciera falta!»”. O sea.

Para suerte de los norteamericanos, allí los grandes medios mantienen una sana costumbre: dicen a quién o quiénes apoyan en las campañas, no engañan a nadie.

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