Los melancólicos de la colonia bufan como eunucos.
Los melancólicos de la colonia bufan como eunucos.

El diario madrileño El País encabezó junto a su colega y socio La Nación de Argentina el fallido intento de convertir las filtraciones de Wikileaks en una herramienta política para la oposición al gobierno nacional. No lo lograron, pero la actitud del periódico español dejó al descubierto la persistencia de una campaña sucia de desinformación contra los procesos de liberación en América latina. Ya se revirtió la tendencia de 2001, y son ahora los españoles los que vienen a la Argentina a trabajar, sin temor a ser maltratados en Ezeiza. Pero algunos se resisten a aceptar la decadencia del imperio español, en medio del hedor del cipayismo vano de Clarín y La Nación.

Las ediciones del 20 y 21 de diciembre de 2001 del diario madrileño El País quedarán en la memoria de muchos argentinos integrando un nuevo capítulo de la Historia universal de la infamia de Jorge Luis Borges. Cuando las calles de Buenos Aires se sembraban de cadáveres, y en las de Madrid los argentinos exiliados se agolpaban angustiados ante los locutorios para llamar a sus familias, el diario El País de Madrid ofrecía la defensa más cerrada, reaccionaria y neoliberal de las empresas españolas en la Argentina. (Algunas de esas firmas, por otra parte, tuvieron un desempeño reprochable, poco ético, e investigado por la justicia, tanto en España como en Argentina).

Este reflejo neocolonial de diciembre de 2001 no constituyó una excepción y con el correr de los años quedó claro que formó parte de una embestida que hoy continúa. De uno y otro lado del Atlántico hay intereses económicos que extrañan los 90, el neoliberalismo, el menemismo, y otras calamidades. Las cosas cambiaron en América latina y en un sentido que preocupa a los intereses económicos más concentrados. Por eso Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina pasaron a integrar el eje del mal para El País de Madrid, al igual que para la prensa hegemónica de la Argentina. Se sabe: el gran capital no tiene fronteras.

La campaña contra América latina por parte del Grupo Prisa -al que pertenece El País– es de vieja data. El episodio Wikileaks es apenas el último capítulo, pero sirvió para demostrar que la intentona neocolonialista de los medios hegemónicos de España, asociados a la prensa dominante-cipaya nacional, continúa operando, y lo hace sin límites éticos, sin preocupación alguna por la veracidad.

En su nota “Adiós al cono de silencio”, publicada el domingo 5 de diciembre de 2010 en Página 12, Mario Wainfeld hace memoria con relación al diario madrileño y refiere un hecho puntual muy revelador de las típicas manipulaciones de los grandes medios: “El País, vale la pena recordarlo, es el diario que mintió a la población española sobre el atentado en Atocha, imputándoselo a la banda terrorista ETA. La añagaza se desnudó en cuestión de días. Por lo visto, el Partido Popular pagó más caro el precio de las revelaciones que el medio que cooperó con él”.

El derrotero del diario El País desnuda los límites de la socialdemocracia europea, que no es más que una suerte de capitalismo salvaje disfrazado de abuelita. Pero el lobo se ha demostrado incapaz de sostener la farsa por mucho tiempo, y ya hace rato que mostró los dientes, que son igual de filosos que los de los más desembozados y sinceros neoliberales. El País exhibe las mismas hilachas del acomplejado progresismo europeo y ha superado en virulencia, incluso, a los Estados Unidos. El actual imperio estadounidense, aunque decadente, muestra todavía más elegancia que el ya caduco ex imperio hispano, apenas reverdecido por el capitalismo financiero de los 90 pero vuelto a caer ahora en desgracia. El mismo diario El País de Madrid que se regodeaba con la crisis argentina de 2001 debe reflejar hoy en sus páginas un ajuste neoliberal casi idéntico al que produjo el desastre argentino, con protestas en las calles, desocupación imparable, y ciudadanos que parten al exilio en busca de nuevos horizontes…..y encima se instalan en la Argentina, desoyendo todas las advertencias del diario, que pinta una realidad argentina acorde con el universo paralelo Clarín-La Nación.

El País de Madrid se ha convertido en vocero de los sectores más racistas, reaccionarios y xenófobos de la sociedad española, al menos en lo que respecta a la Argentina y a los países de América latina donde se desarrollan procesos de integración regional y crecimiento autónomo. El diario madrileño viene haciendo de claque y turiferario de los grandes poderes fácticos españoles, y de las empresas transnacionales que han intentado remedar una suerte de neocolonialismo trasnochado. Leyendo El País, especialmente los comentarios de ciertos lectores agregados a las notas sobre la Argentina, resulta fácil comprender la mentalidad racista, xenófoba y autoritaria de aquellos agentes de Migraciones del aeropuerto de Barajas que humillan a los argentinos que intentan ingresar a España.

En su excelente nota publicada en Página 12 con el título “Whiskyleaks”, Luis Bruschtein ofrece una precisa descripción de la operación perpetrada por el diario madrileño, que tergiversó, forzó, exageró, recontextualizó y hasta operó alevosas alteraciones en las traducciones de los cables filtrados que hacían referencia a la Argentina: “De los más de 250 mil cables que liberó Wikileaks, 2233 corresponden a la Argentina, o sea menos del uno por ciento. Sin embargo, El País (el único medio de habla hispana de los cinco que tuvieron acceso inicial a los cables) le ha otorgado un centimetraje de nota principal en tres de los cuatro primeros días del wikileaksgate. Una de dos: Argentina es uno de los países más importantes para los Estados Unidos o es uno de los más importantes para El País. Lo primero suena un tanto pretencioso. Argentina no es tan importante en el mundo, aunque así les pueda parecer a los argentinos. Entonces se trata de una decisión editorial del diario español, asociado en la Argentina con el diario La Nación, y dueño o socio en la propiedad de otros medios de comunicación, entre ellos Radio Continental”, señala Bruschtein con relación al Grupo Prisa.

En la nota se hace referencia además a la corresponsal del diario madrileño en Buenos Aires, Soledad Gallego, escriba de muchas de las inexactitudes, prejuicios, falsedades y datos mal intencionados sobre la realidad argentina que se publican en España.

Bruschtein describe con detalle una de esas falaces operaciones, todo un ejemplo paradigmático de cómo se manejan los medios al servicio de los poderes fácticos: “En el primer día la nota destacaba que la preocupación que despertaba en Estados Unidos el gobierno de Cristina Kirchner los había llevado al punto de inquirir sobre la salud de la Presidenta. Pero el cable original no hablaba en ningún momento de preocupación por la política del gobierno argentino. Eso era un agregado libre de El País. La corresponsal en Argentina finalmente aclaró que el planteo de ese cable –que llevaba la firma de ‘Clinton’– consistía en un trámite normal en las cancillerías que suelen pedir un perfil psicológico de los principales líderes. En todo caso, el cable nunca hablaba de ‘salud mental’, como se consignaba inicialmente en El País, sino que preguntaba por el ‘estado mental’ y la salud de la Presidenta. En esa jerga periodística ‘salud mental’ quiere decir loco. ‘Estado mental’ es mucho más amplio y abarca situaciones que están enumeradas en el mismo cable, como por ejemplo la capacidad de la Presidenta para tomar decisiones en situaciones de estrés”, se lee en la nota de Página/12 del sábado 4 de diciembre de 2010.

El gigante Prisa y la oposición argentina

Los medios hegemónicos de la Argentina tuvieron una ayuda grande de parte de su colega en rubro e ideología, el gigante mediático europeo Prisa. El País les dio letra a Clarín y La Nación, quienes a su vez les dieron letra a la oposición argentina. Pero la operación fue un fracaso, al menos hasta ahora, cuando todavía falta develar miles de documentos. La desproporción entre la enormidad de Prisa y la opereta y los exiguos resultados obtenidos es notable, y marca una vez más los límites del poder mediático frente a realidades más concretas y tangibles, como por ejemplo los números de la economía argentina y los reconocimientos de los organismos internacionales a las políticas implementadas desde 2003.

Lo que comenzó en 1958 con la Editorial Santillana, se convirtió en un monstruo grande. Prisa edita el diario madrileño El País, los periódicos Cinco Días (económico) y As (deportivo) junto a más de veinte diarios locales, la Cadena Ser, 40 Principales y, a través de Unión Radio, la mayor red de emisoras de lengua española en Estados Unidos, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Argentina y Chile. El grupo controla más de mil emisoras, entre propias y asociadas. En Argentina compró AM Radio Continental transmitiendo además para una cadena de innumerables radios de todo el país. Prisa también tiene un control hegemónico sobre el mercado editorial en América Latina, a través de Alfaguara, Aguilar, Taurus y otras editoriales, además de Santillana que produce casi todos los textos escolares que utilizan los alumnos latinoamericanos. Otros medios de importancia que pertenecen al grupo Prisa son: La Razón, el principal diario de Bolivia, El Nuevo Día, el segundo diario de Santa Cruz de la Sierra, y Extra. La red nacional de televisión ATB y en un portal de Internet. Todos ellos, como es de imaginar, son cerrador opositores al gobierno de Evo Morales.

En libro Ensayos escogidos, el escrito español Juan Goytisolo, que vive autoexiliado en Marruecos, califica duramente a la sociedad española en su trabajo “Nuevos, ricos, nuevos libres, nuevos europeos” y hace mención muy puntual a la humillación que padecieron muchos argentinos en Barajas durante la bonanza española. El autor, que se ganó la antipatía de los españoles más reaccionarios porque rescata la herencia árabe y judía como lo fundamental de la cultura hispana, relaciona la xenofobia española con el desarrollo de una sociedad consumista y adoradora del dinero que alcanzó el bienestar más tarde que el resto de Europa.

Goytisolo hace referencia a la actitud soberbia de muchos españoles que, en medio del auge económico que, ahora sabemos, resultó ficticio y de corta duración, olvidaron su pasado y las ayudas recibidas: “El contraste de la recepción cordial de los emigrantes españoles hace cincuenta años por una Argentina entonces boyantes, situada en el pelotón de los diez primeros países con mayor renta per cápita y la dispensada hoy, cuando los papeles se han invertido y de solicitantes hemos pasado a ser solicitados, no puede ser más chocante”, escribió Goytisolo en 1990, años antes de que los papeles volviesen a darse vuelta.

Algunos españoles xenófobos les dicen “sudacas” a los latinoamericanos y “moros” a los musulmanes (término impregnado del olor rancio de la vieja Inquisición española), pero otros, en cambio, todavía recuerdan las toneladas de trigo que la Argentina donó a España en 1947, en la posguerra, los denominados “años del hambre” en España. “En esa época nos matamos el hambre gracias a los argentinos”, recuerdan hoy algunos madrileños.

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Los versos pertenecen a un madrileño excepcional, Francisco de Quevedo. Ya en el siglo XVII, el autor lamentaba la decadencia del imperio español, un proceso que comenzó por entonces y culminó en 1898, con la pérdida de Cuba y Filipinas, las últimas colonias de la corona hispana. Mucho tiempo después, desde algunos sectores se pretende volver al pasado.

Pero este gigante Prisa demostró ser Goliat ante el David latinoamericano, armado con cifras y realidades inobjetables sobre la nueva realidad del continente, que ha dejado de ser el patio trasero de nuevos y viejos imperios. Ningún rey se animará a hacer callar hoy a Hugo Chávez. Es todo un continente el que ahora les grita que se vayan a los imperialistas, neocolonialistas, e invasores de nuevo tipo, incluidos sus claques, escribas y turiferarios.
 

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