La urna puede parecer un ataúd, jamás un tacho.
La urna puede parecer un ataúd, jamás un tacho.

El Señor I festeja la valiente decisión de Redacción Rosario de mandar sus huestes periodísticas a cubrir cada pormenor y vicisitud del primer evento electoral del año, pero advierte que la tarea puede resultar en desastre. Sobre todo si tenemos en cuenta que el máximo referente del Tribunal Electoral alucinó la existencia de una sexta boca encargada de devorar votos en blanco y que el flamante sistema que se hace llamar “de boleta única”… en realidad consta de cinco.

En primer lugar –profetiza este servidor– los corajudos redaccionistas que se lancen a tan heroica gesta, serán víctimas obvias del desespero general, producto de la insapientia absoluta que reina sobre el flamante método eleccionario. Pues apenas sean identificados, su calidad de informadores será tomada literalmente y deberán oficiar de urgencia para asistir a los desorientados electores que ni vaga idea tengan, por ejemplo, de en cuál de las cinco bocas de urna deberán meter cada boleta.

Sabido es que al menos uno de los cronistas de este afable medio padece la trágica anomalía del daltonismo por lo que en poco podrá resultar de ayuda a la hora de discernir en cuál de las bocas se deberá introducir cada boleta, considerando que las mismas están identificadas con colores. Por otra parte, se verán en el tedioso enredo de explicar a los concurrentes que, pese a la denominación de boleta única con que fuera bautizado el nuevo sistema, éste consta no de una, sino de cinco (5) boletas.

La confusión no terminará allí. Al menos no para quienes son parte de la nutrida teleaudiencia del programa Los días contados –conducido por el tourettiano Pablo Feldman en Canal 5– que no se hayan avispado del garrafal yerro del presidente del Tribunal Electoral provincial, Rafael Gutiérrez, quien garantizó la existencia de una sexta boca en la urna para depositar el voto en blanco.

Trátense o no de zappineros compulsivos que mal digieren la información entrecortada que devoran, el hecho es que, indubitablemente, estos resueltos votantes de la nada hostigarán sin piedad, blancas palomitas en mano, a presidentes, fiscales, vocales, gendarmes y todo aquel que ronde las inmediaciones de cualquier mesa electoral en vano reclamo por la inmediata materialización de la misteriosa sexta boca.

Por otra parte, la mera introducción en la urna de la boleta túnica, boleta papiro, boleta frazada, eufemísticamente única, o como prefiera el lector calificarla, resultará además en un desafío físico que requerirá del pobre ciudadano, abombado de frío, especial destreza manual, al momento del pliege,  para hacerlas caber por la estrecha hendidura de la caja.

A estas eventuales complejidades se le suma el hecho no menor de que para el domingo 22 de mayo se esperan fuertes vientos, además de nieve y granizo a mansalva, lo cual y, según fuentes confidenciales allegadas al oficialismo provincial y expertas en meteorología de campaña, promete arrasar hasta con la más férrea voluntad cívica de participar en la fiesta democrática del voto.

Por último, el Señor I quiere dejar en claro que de ninguna manera intenta disuadir a sus conciudadanos de tomar parte en este importante evento –eso ya es patrimonio de quienes cambiaron las reglas de juego a última hora priorizando el figuretismo por sobre la practicidad. Y les recuerda a sus queridos compatriotas, que en función de lo que uno meta en ella, la urna bien puede resultar ser el arca que atesore nuestros sueños de un país mejor, o el féretro que los sotierre.

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