Dri estuvo de paso por Rosario para darle forma a su libro.
Dri estuvo de paso por Rosario para darle forma a su libro.

A través del relato de su historia en el libro de Miguel Bonasso Recuerdo de la Muerte, Jaime Dri fue de los primeros en denunciar la represión de la dictadura argentina. Ahora, el Pelado Dri, peronista y montonero de intensa militancia en las décadas del 60 y 70, trabaja junto con la cooperativa La Masa para producir un libro que “transmita lo lindo que fue vivir aquellos años de esperanza, de ilusión, de una gran mística”, a las que emparenta con la militancia juvenil que resurge estos años.

Dri pasó por Rosario en el marco del más reciente de varios viajes a la Argentina desde su patria adoptiva, Panamá, para testimoniar en distintas causas contra los represores. Es que el hombre es el único sobreviviente del centro clandestino La Quinta de Funes y también estuvo cautivo en la Esma, antes de escapar de los dictadores y después denunciar en el ámbito internacional el genocidio que se estaba cometiendo.

Pero junto con la persistencia en la lucha contra la impunidad, el Pelado se aboca por estos días a apelar a su memoria para ir más allá de los años del terrorismo de Estado. Por iniciativa de la cooperativa que produce este diario digital, en su reciente paso por Rosario avanzó para dar forma definitiva a una idea que maduró en los últimos años, que es la de publicar un libro que sea una suerte de “recuerdo de la vida”, que deje constancia de la época anterior a la represión, la de la construcción política de la Juventud Peronista y Montoneros desde mediados de los 60 hasta mediados de los 70 en el lugar en el que le tocó pasar aquellos años: Resistencia, capital de la provincia del Chaco.

Para Dri, dar cuenta de aquella época es clave “en la dinámica social y política en que está inscripta estos años la historia argentina”, de la que celebra, entre otros aspectos, ver “la juventud con la esperanza que se inició en 2003 y 2004 con Néstor Kirchner y se va afianzando; una juventud que retoma los ideales de un proceso de transformación”.

El objetivo, entonces, es “tratar de transmitir a esta generación lo lindo que fue vivir aquellos años” en los que Dri y sus compañeros,, también muy jóvenes, se erigían en protagonistas principales de la lucha contra la proscripción del peronismo y el retorno de su líder y se dedicaban a “pensar en la construcción del hombre nuevo, de un proyecto de liberación de nuestros pueblos, de acabar con un sistema de injusticia, de explotación, que en mi caso personal, y como el de muchos compañeros, se inspiraba en las enseñanzas del Evangelio, donde ser cristiano no significa adoptar una doctrina o prácticas fetichistas religiosas sino que es un compromiso de vida, comprometer la vida en pos del prójimo, de los hermanos”.

Esa raíz cristiana aportó a que Dri llegara a fines de 1963 al Colegio Mayor de Resistencia, una pensión para estudiantes universitarios católica que cobijó debates y acciones fundantes de la Juventud Peronista y la organización Montoneros en el Chaco y el nordeste argentino. Allí estaba ya su hermano Berardo y, al frente del Colegio Mayor, su primo y por entonces sacerdote Rubén Dri. Y estaba el pueblo chaqueño, mayoritariamente identificado con el peronismo, resistiendo la opresión y la pobreza en un territorio casi marginal, que Perón había transformado en provincia poco antes.

Ahí arranca el período que reflejará el libro, que se extiende hasta el año 1975, cuando Dri pasa a la clandestinidad y viaja a Rosario, donde milita hasta su caída en manos de la dictadura, a la que afortunadamente sobrevivió para poder contar la historia.

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