Furor y botulismo. No hay triaca para el veneno de los medios hegemónicos, ni para la intoxicación con bronceador. El Señor I llegó sobresaltado y con mal semblante. Habló del miedo como herramienta de la derecha y de las predicciones de Carrió, una de sus obsesiones más patológicas. Nadie entendió. A continuación reproducimos el texto que escribió ante la incredulidad de sus compañeros.
Corifeo
Soy asustadizo, playo y bribón,
todo me asusta, le creo a Clarín,
me calienta Carrió,
todo me espanta,
buh…buh
le temo al cuco Moyano:
buh!
ay mamá….
yo corro presto al retrete
si leo “CGT"…
Era un coro de tragedia griega, y no parecía un sueño. En todo caso el túnel del tiempo. Pero lo peor estaba por llegar.
Una sensual sacerdotisa de Delfos se contonea, semidesnuda, entre los efluvios de los brebajes que le abren las puertas de la adivinación. Pero a su lado, como una imagen especular, un espejismo, una ensoñación delirium tremens, Lilita Carrió se contonea, semidesnuda, en el vientre de una cama solar. En trance adivinatorio Lilita, intoxicada por un bronceador vencido, muerde y mastica los tubos refulgentes del solarium, como grisines de luz.
Corifeo
Oh Carrió
diosa proterva
mega deidad de Eleusis
lo que digas: no sucederá
los hechos huyen de ti
como indómitas saetas
del asco y el espanto
nómbranos desgracias,
y líbranos de ellas
predice pestes
pastas, pústulas y pus
Oh Musa-rela lela.
Ahí vienen las tapas de Clarín. Tienen patas flacas y peludas. Me persiguen por el Peloponeso. Y encima, debido a la imbécil lógica de los sueños, corro entre gradas del Herodes Ático, año 161. Todos llevan túnica y yo pantalones Topeka, oxford, del carajo.