Este martes 26 de julio se cumplieron 58 años del asalto dirigido por Fidel Castro, su hermano Raúl y Abel Santamaría al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, con el fin de tomar la ciudad y despojar del mando al dictador Fulgencio Batista.
En la madrugada del domingo 26 de julio de 1953, veintiún guerrilleros al mando de Abel Santamaría tomaron el hospital Civil mientras otros diez, a las órdenes del ahora presidente cubano Raúl Castro, hicieron lo propio en el Palacio de Justicia. Finalmente noventa y cinco combatientes comandados por Fidel intentaron tomar el cuartel Moncada. El plan era acercarse al cuartel vestidos como militares, reducir a sus ocupantes y resistir.
Una vanguardia compuesta por ocho personas debían reducir la posta de Nº3 del lugar, detrás ingresarían unos 45 guerrilleros entre los cuales se encontraba Fidel. La operación no tuvo éxito debido a que la vanguardia se encontró con una patrulla de guardia que rápidamente se percató que no eran militares del ejército cubano porque los uniformes no poseían una insignia que el regimiento del Moncada había agregado con motivo de los carnavales que se festejaban por esos días en Santiago de Cuba.
Otro motivo por el cual los rebeldes no pudieron tomar el cuartel fue que el último grupo, compuesto por cincuenta personas con armas largas, la vanguardia y la mayoría del grupo que integró Fidel poseían armas cortas, se extraviaron camino al cuartel que debían asaltar
La gran mayoría de los guerrilleros que participaron de la toma eran jóvenes, incluyendo a sus líderes que ninguno llegaba a los treinta años de edad.
El ejercito organizó la defensa del lugar y tras feroces combates logró evitar la toma del cuartel Moncada. Los rebeldes debieron organizar su inmediata retirada y lo hicieron en grupos de 8 ó 10 hombres cubiertos por seis francotiradores. Si bien los combates fueron muy duros, y prueba de ello son los impactos de bala de grueso calibre que aún hoy conserva el edificio como ejercicio de la memoria, con varios caídos por bando, la perdidas humanas en el combate no fueron tantas.
La cifra de muertos la incrementaron los militares cubanos en las salas de torturas del propio cuartel. Al respecto Fidel Castro señaló después del combate: “El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y de muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros. Los muros se salpicaron de sangre: en las paredes las balas quedaron incrustadas con fragmentos de piel, sesos y cabellos humanos, chamuscados por el disparo a boca de jarro, y el césped se cubrió de oscura y pegajosa sangre. …yo sé que sienten con repugnancia el olor de sangre homicida que impregna hasta la última piedra del cuartel Moncada”.
Fidel Castro junto a varios logró salir del cuartel sin ser capturado y se refugió junto con los compañeros en Las Lomas, lugar de sierras cercano a Santiago de Cuba. Finalmente gracias a las garantías ofrecidas por el arzobispo de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serantes, quien después sería el comandante de la revolución triunfante se entregó.
Tiempo después el alegato que Fidel Castro hizo en su defensa durante el juicio por lo ocurrido se transformó en un libro célebre que llevó el título La historia me absolverá.
Enterado que el asalto había fracasado Abel Santamaría se dirigió al Cuartel para brindarle apoyo a sus compañeros que intentaban la retirada, allí fue capturado a igual que sus hermanas Haydée y Melba. Los soldados intentaron mediante la tortura que los hermanos Santamaría dieran los nombres de quienes habían llevado a cabo el ataque. A Abel le vaciaron un ojo y le exhibieron el órgano a sus hermanas que se encontraban en una sala contigua, inclusive a Haydée también le mostraron los testículos de su novio; Boris Luis Santa Coloma; también capturado, sin embargo ninguno de los tres hermanos habló. Abel falleció en la sala de tortura al igual que Santa Coloma.
La revolución que triunfó el 1º de enero de 1959 transformó al cuartel en la Ciudad Escolar 26 de julio, en cuyo interior se encuentra un museo que rinde homenaje y conserva la memoria de la gesta revolucionaria y sus luchadores.
La fecha del asalto le dió el nombre al movimiento que cinco años después liberó Cuba.
