El juez Garzón, del estrado al banquillo sin escalas.
El juez Garzón, del estrado al banquillo sin escalas.

El pasado habita el presente. Si fue reprimido, se presenta en forma de espectro. Si además fue injusto y brutal, si la barbarie pasada nunca encontró verdad ni justicia, el espectro es feroz y sangriento, y su sola visión indigna. En la anmésica España se disolvieron los últimos jirones de la frágil careta “neofranquista” del Partido Popular, y asomaron las atroces injusticias de los asesinos. Lágrimas y gritos disolvieron la cínica mascarita, y las palabras terribles de los que dieron testimonio del genocidio franquista ante la Audiencia Nacional atronaron, como las voz de una conciencia colectiva. Después de más de 75 años, los sin voz tuvieron voz, aunque en el marco de un juicio absurdo, en el que se juzga a quien intentó investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por la impune dictadura.

Y un día, la voz de los sin voz retumbó en el palacio de los injustos. Y se unió con los gritos que venían desde la calle, que llegaban desde el fondo de los tiempos. Antígona estuvo allí. Y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Los gritos de todos los oprimidos de todas las épocas, de todas las latitudes, estuvieron allí, conformando un coro estremecedor. Y los ancianos se convirtieron en niños. Y sus voces tenues sonaron como la furia de Zeus Tronante.

La Audiencia Nacional escuchó por primera vez los testimonios de dos crecidos “niños de la guerra” que en su momento habían acudido ante el ahora acusado juez Baltasar Garzón para que investigara el asesinato de sus familiares.

Con voz temblorosa pero firme, como un grito leve venido del fondo de una historia triste y brutal, la niña de 81 años María Martín López, integrante de la Asociación Nuestra Memoria, señaló que en 1936 tenía 6 años y que su padre buscó a su madre desaparecida toda su vida, sin descanso, sin ser nunca escuchado por las autoridades

María, a diferencia de centenares de miles de familiares de víctimas de la barbarie franquista, sí sabe en qué fosa común fue inhumada su madre tras ser fusilada. La mujer aseguró que pese a tener ese dato, “ninguna autoridad la ayudó nunca a recuperar el cuerpo”.

En medio del amplio y lujoso espacio del palacio sede de la Audiencia Nacional, un salón señorial y adusto que la empequeñecía y a la vez la agigantaba, María Martín López clamó por el cuerpo de su madre como una suerte de Antígona.

Por su parte, María del Pino Sosa, de 75 años, presidenta de la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas, Canarias, presentó una lista de más de 500 desaparecidos víctimas del franquismo. "A mi padre se lo llevaron de casa, lo apalearon, lo tuvieron preso y luego lo dejaron en libertad. Pero nueve días después, un grupo de falangistas volvió por él y nunca más supimos nada", dijo la testigo, que en el momento en que sucedió el secuestro habitaba el vientre de su madre embarazada, quien, según agregó la testigo, “nunca acepto el certificado de defunción” que llevaba el nombre de su marido.

También declaró Ángel Rodríguez Gallardo, historiador de la Asociación por la Memoria Histórica de Ponteareas, Pontevedra, quien destacó que las víctimas acudieron a la Audiencia Nacional porque "había muchos crímenes sin resolver".

"Buscábamos de la justicia una reconstrucción lo más fiel posible de lo que ocurrió con las víctimas del franquismo y que se les pudiera reparar, algo que yo, como historiador no puedo hacer", señaló Rodríguez Gallardo, quien dio cuenta de la existencia de un plan represivo sistemático, seguido de un intento de borrar todas las huellas de los crímenes de lesa humanidad cometidos.

Las víctimas del franquismo están dando sus testimonios en calidad de testigos de la defensa del juez Garzón, quien afronta un pedido de pena de hasta 20 años de inhabilitación por un delito de presunto prevaricato, esto es dictar a sabiendas una resolución injusta. Y todo por haberse animado a hacer justicia, por haber osado declararse competente para investigar los crímenes del franquismo y haber ordenado la exhumación de algunas de las cientos de fosas comunes donde yacen más de cien mil desparecidos.

Garzón fue denunciado por dos organizaciones ultraderechistas: Manos Limpias y Libertad e Identidad. El juicio a Garzón, propio de una obra de Ionesco, es apenas una de las consecuencias del triunfo del Partido Popular, cría de aquel franquismo que nunca se fue, que siempre estuvo presente en España, donde la democracia nació enferma de impunidad. El mismo franquismo que dio un golpe de Estado en 1936 contra un gobierno legítimo y popular. El mismo franquismo apoyado por la Iglesia y el Opus Dei. El mismo franquismo que fusiló, robó bebés en forma sistemática, violó, vejó, torturó, realizó una limpieza étnica, y dio inicio a una dictadura genocida que asoló a España hasta la muerte del dictador en 1975.

 

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