Fragmento de la tapa Apología 6

“Los medios hacen apología a una vida de mierda, nosotros hacemos apología a la vida como descubrimiento, como posibilidad de encuentro con los otros”, reflexionó Santiago Beretta, editor de la megazine Apología, «periodismo hecho en la ciudad del matadero» que el sábado 10 de noviembre estará presentando en su edición Nº6. Entrevistas, crónicas narrativas e historias de vida de la Rosario marginal, donde también la poesía se abre paso entre el desencanto e intenta romper “con la pared que es el mundo”.

Con textos de Mauricio Gonzáles, Beretta y Petula entre otros, la impronta de la revista sigue siendo la crítica visceral pero no desde la retórica de la queja, infantil y burlona, sino desde la experiencia misma, recuperando una práctica esencial y en desuso en épocas de hipermediatización: la escucha.

Este es el tema de la editorial ¿Qué es escuchar? que ordena la nueva edición de Apología, que se va a presentar el sábado 10 de noviembre a las 19, en Buenos Aires 1092. El festín: la lata de gusanos se cierra desde adentro es el evento en el que también se presentará el libro de poemas de Juan Rodríguez, Hoy no parece de este tiempo.

“La revista es casi toda una escucha” cuenta Santiago, y compara ésta con la actitud de agite del número anterior: “si en la 5ta (Harto de respetar tu mundo criminal), estaba angustiado y quería mandar al mundo a la mierda, en esta estoy más tranquilo y más curioso y quiero escuchar un poco más, por eso esta edición está más atenta al latir cotidiano de la calle y no tanto a la exageración o el artificio del cronista”.

Desde mayo de 2010 la revista se edita regularmente dos veces al año y se distribuye en librerías, bares, ferias y recitales. En el número 6, salvo las entrevistas que llevan fotos, todos los artículos están ilustrados con dibujos y collages, incluso la tapa y contratapa a cargo de Pablo Feli, Mauro Cara y Lucas Collosa. “Esto le da una onda más fanzine, más informal, porque un poco la revista es eso. Este número tiene un aire un mucho más punk que la anterior”, resume Beretta sobre la revista que fue íntegramente diseñada por Uriel Cerezo, como todas las entregas anteriores de Apología.

La entrevista fue pautada en un bodegón del centro “que está lleno de viejos, pero donde se puede fumar”. Desde ahí Santiago arrancó con una charla/entrevista que tuvo como eje la pronta publicación de la revista, y a partir de ahí, las digresiones pertinentes que hacen a una cosmovisión del mundo de un medio joven y alternativo.

“La comunicación hoy en día está hegemonizada por un periodismo espectáculo, este periodismo manipulador, que es puramente informativo y de información falsa: si antes te mandaban a la hoguera por decir que el mundo era redondo, ahora te ponen un televisor para que veas noticias. Entonces el periodismo es como una pared que no te deja ver al mundo”.

En este sentido Beretta advierte que “Apología no inventa nada nuevo, sólo recupera estructuras viejas del periodismo que valen la pena, como una entrevista que dure varias páginas donde se precie lo lindo de una conversación o una crónica narrativa. A lo mejor ahora se editan libros de crónicas narrativas en castellano que tienen su circuito entre España, México y Argentina, pero en los diarios no aparecen, ni a los estudiantes se los incentiva para hacerlas”.

Y agrega: “Como dijo (Ryszard) Kapuściński en un reportaje se firma por una tradición, pero hay mil voces hablando, entonces ahí hay una escucha, en cada crónica en la que vas a un barrio, a una pensión, a un club, hablás con un barra, lo que sea, sin juzgar sino por el hecho de conocer. El periodismo es una posibilidad de conocer un mundo, si no tenés curiosidad por el mundo no podés ser periodista.”

En cuanto a la nueva edición de Apología Beretta contó en qué consistió el armado de las notas, en especial aquellas con las que se animaron a jugar un poco más: “Yo le pedí a Héctor Fenoglio (psicoanalista que fue entrevistado en el Nº 5) una columna de opinión, pero por cuestiones de tiempo él no pudo. Entonces lo entrevisté y le propuse que hablara de cómo los medios empobrecen el discurso, pero él dijo que no le interesaba y empezó a hablar de otra cosa. A la hora de desgrabarla me pareció interesante sacarle todas mis intervenciones y que el lector pueda recorrer todo lo que él fue diciendo, como si fuese un monólogo, que lleva de título Abandonar viejas pieles. ¿Viste esa sección Lo que sé de Radar? fue inspirado en eso. Son entrevistas que se hicieron en Europa y Radar le borra las preguntas y las edita como un monólogo, es eso. Y es re dinámico, una piña tras otra”.

Apología 6 incluye Chicas trans contra la pared, una entrevista a una militante de la comunidad trans de Rosario; una crónica narrativa en la piel de un dealer y otra en la de un consumidor. Además está la columna de Petula, Tarjeta sin Contacto, otro capítulo de este reality espectral, y una entrevista «bastante larga» con el filósofo Juan Ritvo Saber es Inventar; y la clásica sección El callejón con notas cortas «un poco más burlonas e irreverentes», entre otras.

«Cuando los medios salen a la calle es para hablar al pedo»

“Cuando los medios salen a hacer un recorrido callejero lo hacen a través de un estereotipo, no sólo porque son brutos sino porque tienen intereses mezquinos, como el de buscar el peligro en el otro y usarlo como chivo expiatorio para acusar males sociales. Como si la inseguridad fuese producto de casos individuales cuando son el resultado de problemas estructurales, pero los medios son el sistema y obviamente van a decir que la culpa es del pobre. En general cuando los medios salen a la calle es para hablar al pedo. Nosotros también hablaremos un poco al pedo, pero tratamos de contar con sinceridad lo que escuchamos”, infiere con modestia el joven periodista.

De este modo Santiago vuelve a evocar a Kapuściński, porque según él “fue una de los mejores periodistas de la historia. Él decía que al contar la historia personal de los que conocía, contaba al mismo tiempo la historia de un pueblo”.

Podría decirse que la cita encierra un poco la ética de esta propuesta periodística que germina entre las grietas de una Rosario para turistas. “A nosotros nos interesa lo micropolítico, y lo contamos desde una crónica personal. En la nota dedicada a un dealer el tipo cuenta que a él le importaba destinar parte de lo recaudado a inspectores municipales o a amigos de él que trabajaban para la tercera que era drogas peligrosas, no decimos solamente que los políticos en general son una mierda, mostramos las consecuencias de eso”.

“No es que yo no tenga una ética y una ideología –sigue Santiago- pero me parece que la misión del periodismo es dar cuenta de lo que pasa. Como por ejemplo hablar con un dealer, que además es un buen tipo, porque una cosa es un traficante y otra cosa es un dealer, pero a lo mejor si hablás con un policía asesino y haces una nota «el corazón de la policía», no significa que lo defiendas. Pero por qué no va a ser interesante contar eso. O si hablás con un ladrón, después de todo la propiedad privada es un crimen. A un rati asesino no llegué, pero otros si lo hicieron y sirve para entender el mundo. El periodista tiene que animarse a despojarse de ideología y contar lo que dice el otro y que después el lector diga si está bien o está mal, sino te perdés una parte de las cosas.”

¿Apología de qué?

La palabra apología casi siempre es utilizada cuando se habla de la incitación a algo malo. Lo apologético por una suerte de convención, tiene por lo general una connotación negativa. Entonces la pregunta es: ¿a qué hacen apología un grupúsculo de periodistas, artistas y poetas locos en una revista? Santiago responde:

“Todo el tiempo se está haciendo apología, habría que ver qué es el bien y qué es el mal. Si algo bueno es vivir seguro y algo malo es vivir en la incertidumbre, entonces yo dudo de lo bueno. Si lo malo está atravesado por el azar, si vas a un bar a encontrarte con una mina que te gusta pero no viene, pero en cambio conoces a un viejo que te propone apostar a un caballo y te ganás 20 mil pesos y se los regalas a tus amigos, entonces lo malo deja de ser tan malo”, improvisó Santiago, y cerca del final, remató:

“Antes era la iglesia y la familia los que transmitían ideología, ahora son los medios de comunicación y la escuela, que hacen apología de esta vida que es una mierda, y no hace falta que lo diga yo, es obvio que es una mierda. El que no se hace alcohólico, es mendigo y el que no, toma pastillas para seguir trabajando y estar en su casa porque sino está nervioso o le agarra un ataque de pánico. No hacemos apología al reviente, es apología a la vida, pero a la vida como descubrimiento. Y también al cariño a los demás, al encuentro con los otros, porque por más que yo lea a poetas malditos y hable de cosas feas, los amigos, la búsqueda del amor o emocionarse por un acto en la calle, de alguna manera eso está presente en la revista. Vos podés mandar a la mierda al mundo, pero mandás a la mierda a una parte del mundo”.

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3 Lectores

  1. RAFAEL

    07/11/2012 en 21:02

    mellega esta publicación por medio de Edit.Es obligatorio, dirá Galeano, pensar con la edad que uno tiene y no doblegarse ante la ametralladora de noticias que nos dirigen y condiciona.Por eso hacés -en buena hora- mención a los utópicos socialistass-aarquistas, del siglo 19. Me rejuvenece leer principios por encima de hechos que movilizan a público consumidor de noticias, cuando más truculentas mejor. Un abrazo Lito

    Responder

  2. Amalia

    08/11/2012 en 10:43

    La mirada de Apología me interesa,mejor me importa, porque hace visible los dolores invisibles de los que no pueden hablar , o la de aquellos que logran balbusear o insultar y no son escuchados.

    Responder

  3. Amalia

    08/11/2012 en 10:46

    Yo no escribí «Tu comentario requiere moderación»

    Responder

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