Foto: Matías Sarlo
Foto: Matías Sarlo 

Todo comenzó el 7 de febrero de 2011 con una nota dirigida al entonces gobernador, Hermes Binner, que daba cuenta de la posible complicidad entre el jefe de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones de la Policía de Santa Fe y un presunto narco. No existen evidencias de que el gobierno haya atendido esa advertencia. Dos días después la misma persona presentó otra nota ante el Ministerio de Gobierno –entonces ocupado por el actual mandatario-, y un mes más tarde transformó las misivas en denuncia penal. Tampoco así consiguió que la Casa Gris prestara atención a su aviso, sobre un asunto que al año siguiente estallaría en los medios de comunicación y que aún hoy el gobierno provincial intenta desactivar. Las consecuencias de aquella omisión de febrero de 2011 se convirtieron la semana pasada en la elevación a juicio oral de la causa por coacción y encubrimiento agravado contra el ex jefe de la Santafesina, Hugo Damián Tognoli, en la que también están involucrados un policía de la ex Drogas Peligrosas, Mauricio Otaduy, y el presunto traficante Daniel Francisco Mendoza, detenido en 2012 con 13 kilos de cocaína.

El juez federal santafesino Francisco Miño dio por finalizada la etapa de instrucción del expediente y lo elevó a juicio, en coincidencia con lo solicitado por el fiscal Walter Rodríguez, quien realizó la minuciosa investigación cuyos detalles se ventilarán próximamente en un debate oral.

Los actores

Una de las protagonistas de esta historia que puede terminar con un jefe policial por primera vez tras las rejas es Norma Castaño, titular de la asociación Madres Solidarias de la ciudad de Santa Fe, dedicada a trabajar con jóvenes que enfrentan consumo problemático de estupefacientes.

Otro rol protagónico lo interpretó el presunto narco Daniel Mendoza, detenido el 12 de julio de 2012 en su casa de Colastiné con 13 kilos de cocaína y “elementos que componen lo que vulgarmente se conoce como «cocina»”, según la investigación.

El elenco se completa con tres policías: Hugo Tognoli, Mauricio Otaduy y el entonces subjefe de la Sección Inteligencia Zona Centro de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones, José Luis Baella. Este último fue procesado por los mismos cargos que los anteriores, pero en un expediente que se instruyó anteriormente.

Los orígenes

Castaño tiene un hijo que había sufrido adicción a las drogas. Ese problema la llevó a juntarse con otras madres que compartían el mismo drama y organizarse bajo el paraguas de una asociación. En ese rol, la mujer fue a visitar a Tognoli cuando el policía asumió, durante la gestión de Hermes Binner, como jefe de la ex Drogas Peligrosas.

La intención de las madres era señalarle al nuevo jefe la ubicación de un vendedor barrial de drogas situado frente a la casa de la acompañante de Castaño.

Pero no consiguieron lo que buscaban, y en cambio terminaron denunciando al que las debía ayudar. “Hicimos la denuncia en un juzgado porque ese día que fuimos a decir que había una persona que vendía paco, fue alrededor de las 10 de la mañana, y alrededor de las 5 de la tarde me llama la mamá con la que habíamos ido a ver a Tognoli, diciendo que enfrente de la casa de ella –que era donde vive el vendedor–, su hijo le decía que había un móvil policial”, narró Castaño a la Justicia Federal.

“Lo llamo a su celular a Tognoli, le pregunto qué estaba haciendo en la casa del vendedor, me dice que él estaba en su despacho, le digo que me está mintiendo porque la otra mamá lo está viendo de su casa que vive enfrente del vendedor, y él me dice que está haciéndose cargo de la investigación”.

Ese día Castaño descubrió lo que la sociedad santafesina comenzaría a conocer más de un año después. El 7 y el 9 de febrero de 2011 la titular de Madres Solidarias presentó notas ante el Ministerio de Gobierno en las que denunció esa situación. El 3 de marzo llevó el asunto a la Justicia con la denuncia penal registrada bajo el número 782/2011. “En las mismas, hizo concreta alusión al presunto encubrimiento desplegado por el funcionario policial Hugo Damián Tognoli respecto de la comercialización de estupefacientes desarrollado por parte de Daniel Francisco Mendoza en la ciudad de Santa Fe”, dice la causa.

Eso motivó la burda operación de desprestigio contra Castaño que la Justicia Federal cree que fue montada por Tognoli, Baella y Mendoza, en la que también intervino Otaduy.

Videasta de azul

El 21 de marzo de 2011 el presunto narco Mendoza llegó hasta la vivienda particular de Castaño, en el barrio René Favaloro de la capital provincial. Se entrevistó con ella en la vereda y, según denunció luego la mujer, le pidió que levantara la denuncia contra Tognoli.

De acuerdo al expediente, para ese entonces Mendoza ya era investigado por su presunta actividad ilícita como narcotraficante por la dirección policial a cargo de Tognoli, en cuyo nombre presuntamente fue a convencer a la militante social.

Desde la casa de enfrente a la de Castaño, el suboficial de Drogas Peligrosas Mauricio Otaduy registró el encuentro con una videocámara. Al día siguiente la filmación estaba en manos de la Justicia.

Dialogar con un hombre investigado por narcotráfico no constituye una transgresión a las normas. Pero el video, entendieron el fiscal Rodríguez y el juez Miño, tenía otro objetivo, que se revelaría unos meses después.

El 22 de mayo Mendoza envió tres mensajes de texto a Castaño. La mujer lo denunció por coacción, al entender que intentaban extorsionarla si no levantaba la denuncia contra Tognoli. También reveló que en el encuentro de marzo en la vereda de su casa, Mendoza le ofreció dinero para desistir de los cargos contra el jefe de la ex Drogas Peligrosas.

En la confirmación del procesamiento de los policías de y del presunto narco, la Cámara Federal de Rosario sostuvo que “el carácter intimidatorio del contenido de los mensajes de texto torna carente de sustento la pretendida atipicidad de la conducta de Mendoza con base en que no surge acreditada amenaza alguna por parte de Mendoza a Castaño, ya que con la advertencia de hacer pública la filmación en que se los veía dialogando –conforme afirma Castaño que Mendoza le habría manifestado telefónicamente días posteriores a su encuentro y según surge del contenido de los mensajes– es manifiesto que se perseguía el propósito de coaccionar a ésta a hacer algo, ante el desprestigio que la misma sufriría con aquella publicidad”.

El video finalmente fue subido a youtube sin audio y bajo el título “Norma Castaño – Madre del dolor tranza con narco”.

Error de edición

Pero la Justicia Federal descubrió dos maniobras en la filmación del video. Al prestar declaración indagatoria, Otaduy explicó que realizó la grabación por orden de su superior, el subcomisario Baella. “En horas de la siesta de ese día, recibo una comunicación de mi superior, manifestándome que si me encontraba en mi domicilio, a lo que respondí que sí, y me informa que me fije si había estacionada una camioneta en las inmediaciones de mi domicilio, y si tenía cómo registrarla fílmicamente. A lo que respondí que sí. Bueno, así que procedo a registrar fílmicamente lo que estaba sucediendo ahí afuera”, dijo Otaduy.

La investigación descubrió que la filmación subida a youtube se inicia con la llegada de Mendoza a la vivienda de Castaño, por lo que deduce que es imposible que Otaduy haya atendido el teléfono, espiado por la ventana, tomado la videocámara y grabado sin perderse la llegada del presunto narco.

“Teniendo en cuenta que ello le habría demandado el mínimo tiempo necesario para primero espiar si efectivamente estaba la camioneta, luego buscar su cámara filmadora y ubicarse en un lugar apropiado para filmar el objetivo previo al inicio mismo de la filmación, se deduce que su declaración no es veraz desde que el video registrado por Otaduy comienza con la llegada misma de Mendoza al domicilio de Castaño, a quien se lo observa descender del vehículo para luego ingresar a la casa de esta última”, señala la resolución.

A la vez, la Justicia Federal santafesina dio por probado que el día anterior a la filmación, el propio Tognoli se entrevistó con Otaduy en su casa, ubicada frente a la de Castaño. Lo denunció la mujer y presentó como testigo a un vecino de la cuadra, Sandro Aguirre, quien ratificó la versión de que ese día estacionó frente a lo de Otaduy un Chevrolet Corsa dorado, aunque ostensiblemente atemorizado, el hombre señaló que no pudo ver quién conducía el vehículo.

La investigación determinó que “el vehículo que responde a tal descripción, dominio HER-858, corresponde al móvil nº 3648 de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones”. Para el fiscal y para el juez, Tognoli habría ultimado ese día los detalles de la maniobra realizada un día después.

Encubrimiento

Si bien quien dio la orden de grabar el video fue el subcomisario Baella, la investigación judicial entendió que el subjefe de Inteligencia de la ex Drogas Peligrosas no pudo actuar por iniciativa propia. “Tognoli era el funcionario policial de máxima jerarquía dentro de la estructura a la que Baella pertenecía, y reunía a su vez una condición insoslayable: cual es la de denunciado (por Castaño)”, reseña el expediente.

“Por si esto es poco para establecer que Baella jamás pudo haber actuado en soledad –agrega–, cabe puntualizar que su incorporación a la repartición policial (conocida como ex Drogas Peligrosas), fue dispuesta por Tognoli”. Eso ocurrió el 26 de enero de 2011 mediante resolución Nº 005/11.

Otra de las pruebas incorporadas al expediente para procesar a Tognoli por el presunto encubrimiento de Mendoza consiste en un sugestivo olvido del jefe de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones.

“Uno de los indicios que en mayor medida comprometen la situación de Tognoli en esta causa, consiste en que cuando desde la Dirección de Asuntos Internos le pidieron formalmente en fecha 20 de mayo de 2011 que informe si Daniel Mendoza estaba siendo investigado por su relación con el narcotráfico, omitió mencionarlo”, se lee en el expediente.

“Y por los elementos de juicio ya analizados, cabe tenerla por deliberada, brindando en cambio datos de otras personas con el mismo apellido pero vinculadas a casos menores”, añade la investigación.

En esa línea, la Cámara Federal rosarina sostuvo que “siendo Tognoli el máximo responsable de la estructura policial encargada de combatir el narcotráfico, omitió referir a la existencia de las investigaciones seguidas contra Mendoza a pesar de que –como ya se dijo y está acreditado en autos– éste sí registraba número de prontuario y antecedentes en esa repartición policial, destacándose a este respecto que sólo dos meses antes (en marzo) se habían presentado al Juzgado Federal Nº 2 de la ciudad de Santa Fe los partes preventivos y la filmación en que se lo veía con Castaño, en el marco de una supuesta investigación a Mendoza por comercio de estupefacientes”.

Para la Justicia, el video de Castaño-Mendoza no fue filmado por la dependencia antinarcóticos con el fin de perseguir la presunta actividad ilícita del segundo, sino para ensuciar a la primera, obstinada enemiga del jefe de la ex Drogas Peligrosas.

“Ha quedado demostrado en términos de probabilidad que el propósito de la investigación iniciada contra Mendoza en marzo de 2011 era el de crear un marco formal donde incorporar judicialmente el gestado encuentro entre éste y Castaño, con el fin de extorsionar a la última, y no el de poner al descubierto la actividad ilícita de Mendoza”.

Plática amistosa

Por último, la investigación judicial también valoró como indicio del presunto encubrimiento de Tognoli a Mendoza una visita que le hizo Baella al narco el 3 de marzo de 2012, un año después de que los mismos policías iniciaran un sumario contra él.

El encuentro tuvo lugar ese día a las 21.30 en la vivienda ubicada en kilómetro 2 de la Ruta Provincial Nº 1, al final de Bulevar Los Jazmines de la localidad de Colastiné Norte, donde residía Mendoza. Según la investigación, Baella llegó al lugar en el mismo vehículo que Tognoli utilizó para visitar a Otaduy el día previo a la grabación del video contra Castaño: el Corsa color champagne chapa HER 858 que utilizaba la brigada.

A las 21.45 Mendoza subió al auto por la puerta trasera del lado del conductor y luego de un tiempo aproximado de quince minutos, regresó a ese lugar y descendió.

“Dicho elemento se encuentra corroborado con el informe prevencional de fs. 36/37, las vistas fotográficas de fs. 38 y 49/51, las declaraciones testimoniales de Carlos Alberto Ibarra y Diego Ángel Campañoli, ambos pertenecientes a la Unidad Especial de Asuntos Internos que se encontraban efectuando tareas de inteligencia sobre la finca de Mendoza”, dice el expediente.

Es decir que la propia policía le dio la cana a Baella. Los registros de la dependencia permitieron establecer que ese día el subcomisario retiró el auto a las 21 y lo devolvió a las 22.30.

Además, se anexó a la causa el informe de activación de antenas de ruta provincial Nº 1 de la localidad de San José de Rincón, a escasos kilómetros de la finca habitada por Mendoza.

“Lo particularmente trascendente –subraya–, y que permite vincular también a Hugo Damián Tognoli con dicho suceso, es que del informe referido surge asimismo que esa misma noche, tras lo ocurrido, Baella y Tognoli se comunicaron telefónicamente, siendo que Tognoli ya no era el superior inmediato de Baella”. Pero, amigos son los amigos.

Una casa de puertas abiertas

El vínculo entre el narco Daniel Mendoza y los policías de la dependencia que debían perseguirlo también fue confirmado por la ex concubina del hombre que en julio de 2012 fue detenido con 13 kilos de cocaína y una “cocina” en su vivienda. Contó cómo los efectivos lo visitaban en su propio domicilio.

Sandra Miranda testimonió en la causa y dijo que “observó en la vivienda de Mendoza, tanto en el domicilio de avenida Galicia de esta ciudad (Santa Fe) como en el de la localidad de Colastiné, que policías ingresaban al inmueble para reunirse con Mendoza”.

Los encuentros, refirió la mujer, no sólo se limitaban al ámbito privado. “También me consta que lo citaban para encontrarse en diferentes lugares de la ciudad, en horario nocturno. Recuerdo observar a Mendoza, en Colastiné, subir a diversos vehículos que creo eran de policías. …a veces eran camionetas policiales oficiales y en otras ocasiones eran vehículos particulares”, declaró Miranda.

“De estos últimos –abundó– recuerdo un Corsa de color champagne, al que vi varias veces en la casa de Colastiné”.

Memoriosa, la mujer brindó más detalles ante el juez federal Miño: “Otra vez recuerdo haber escuchado, en una de esas reuniones que Mendoza tenía, que éste indicó a su interlocutor –que desconozco quién era– «vos hablá con el de arriba». También en otra ocasión recuerdo que Mendoza mencionó a… Tognoli, que eran funcionarios policiales, y que tenía presente los cambios en sus cargos”.

Sexo, mentiras y videos

Para desacreditar la denuncia de Castaño sobre los mensajes intimidatorios de Mendoza, quien presuntamente intentó amedrentarla con el video filmado por el policía Otaduy para que levantara la denuncia contra Tognoli, la defensa del presunto narco y la del ex jefe de Policía coincidieron en que los mensajes de texto hacían referencia, en realidad, a “videos íntimos” de Mendoza y la titular de Madres Solidarias. La Justicia echó por tierra el intento.

“Resulta cuanto menos llamativo que tanto Mendoza como Tognoli adujeran en sus descargos la misma argumentación defensiva, consistente en que los mensajes de texto enviados por el primero a Castaño sugerirían la existencia de una relación íntima entre ellos –siendo que ello no se desprende en forma evidente del contenido de dichos mensajes–, sobre lo que insistió la defensa de Mendoza en sus agravios al negar que los videos aludidos por éste en los mensajes de texto enviados a Castaño refirieran a la filmación policial realizada durante marzo de 2011, aduciendo que referían a filmaciones de encuentros íntimos entre ambos a raíz de una relación sentimental que por entonces sostenían”, señala causa.

Agregó que eso “no encuentra respaldo en elemento probatorio alguno” y remata: “Huelga agregar que, si así fuera, resulta extraño que los supuestos videos íntimos no hayan sido acompañados a la causa para clarificar este punto –incluso no hubiera sido necesario generar el encuentro entre Mendoza y Castaño, que se ha demostrado que fue ex profeso-, porque habría quedado patentada con mayor claridad la vinculación entre ambos si esa aludida relación íntima se hubiera comprobado; por el contrario, todo lo actuado demuestra la relación entre los policías y Mendoza”.

(Publicada en El Eslabón Nº 143)

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