Cargill

Ante la medida calificada “arbitraria” por el sindicato aceitero de Rosario, el Ministerio de Trabajo de la Nación dictó la conciliación obligatoria.

Los trabajadores plantearon que se trató de una provocación. Para Cargill, la empresa considerada como la multinacional de commodities más grande del mundo, que el año pasado facturó 136.000 millones de dólares, el conflicto con sus obreros no es económico. Así lo explicó a este medio el secretario general del Sindicato de Obreros Aceiteros de Rosario (Soear), Adrián Dávalos, quien denunció este miércoles que el despido de 35 operarios de las plantas de Villa Gobernador Gálvez y Punta Alvear se debe a la persecución gremial que la compañía despliega contra la organización que conduce.
Por el momento el conflicto entró en una pausa y los obreros despedidos volvieron sus puestos. El ministerio de Trabajo de la Nación, que había sido notificado por el gremio simultáneamente al anuncio del paro por tiempo indeterminado, dictó el jueves pasado la conciliación obligatoria y abrió quince días de negociaciones para arrimar posiciones entre las partes, «durante los cuales los compañeros volverán a su trabajo, y todos los reclamos que se vienen planteando se resolverán en el ámbito de la cartera laboral», informó Davalos.

Huelga de 24 horas

El conflicto se desató este miércoles. El sindicato aceitero se puso en guardia de inmediato frente a lo que no dudaron en definir como “una operación de persecución gremial” de parte de la “multinacional de commodities más grande del mundo”. Los 35 despidos arbitrarios realizados por Cargill en su complejo de Villa Gobernador Gálvez y Punta Alvear, movilizaron tanto al gremio como a la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (F.T.C.I.O.D y A.R.A.), que apenas pasado el mediodía del miércoles pasado inició una huelga en las dos plantas de la empresa.
“Estos despidos se producen porque estos compañeros se han afiliado a nuestro sindicato”, aseguró Dávalos a el eslabón, y aclaró que eran trabajadores que tenían contrato por tiempo indefinido y “le dieron la baja”.
Dávalos explicó que las “dos plantas son del mismo complejo” y que “la principal actividad que realizan es aceitera”. El dirigente sindical señaló que la empresa afilia a los operarios a diferentes gremios como Urgara (recibidores de granos), Empleados de Comercio, o Cargas y Descargas, aunque subrayó que lo hace por una cuestión de discriminación gremial.
“Cargill hizo la movida de equiparar medianamente los salarios, salvo de los contratistas, de todos los trabajadores que tiene afiliados a otros gremios, justamente para evitar que se afilien al sindicato aceitero”, precisó Dávalos, quien aseguró que a pesar de esa estrategia de la multinacional “los compañeros decidieron afiliarse a nuestro gremio, ante lo que Cargill contestó con esto, con achique de turnos, lo que hace que ganen menos”. “Nosotros vemos que es un ataque directo para que no se cumpla la voluntad de los trabajadores”, añadió el referente sindical.
El convenio del sindicato aceitero en la actualidad está en 10.800 pesos de básico, y si bien la empresa equiparó los salarios con los trabajadores encuadrados en otros gremios, según Dávalos estos 35 operarios “observaron la movida de Cargill de igualar salarios para que no resuelvan pasarse por una cuestión económica, pero los compañeros igual decidieron afiliarse a nuestro sindicato”.
Para el secretario de los aceiteros, “el pasar a nuestro gremio no es sólo por una cuestión económica, sino una cuestión de conciencia”.
“Nuestro gremio, cuando discute con la patronal, lo hace en base a los balances propios de las empresas, discutimos en base a lo que ellos ganan y en base a lo que dice la constitución que tenemos que ganar”, comentó Dávalos, quien además indicó que “Cargill es la multinacional más grande del mundo en lo que hace a commodities”, y que para la aceitera “el costo laboral no le significa más del 1 por ciento”.
En jornadas en las que desde el gobierno nacional y diferentes sectores se denunciaron diversas maniobras desestabilizadoras, los trabajadores aceiteros consideraron que los despidos –por el momento suspendidos– son “una provocación”, aunque para los dirigentes de los trabajadores la misma está dirigida contra el gremio. “Creemos que esto es una clara provocación contra nuestro sindicato”, subrayó Dávalos.

Mesa de negociaciones

«Saber que nos volveremos a sentar a la mesa de negociación con los compañeros dentro del establecimiento es un paso adelante hacia lo que nosotros pretendemos, que es la defensa de los puestos de trabajo de todos los compañeros, junto a todas las reivindicaciones”, analizó Daniel Yofra, secretario general de la Federación Aceitera Nacional, tras la reunión en Trabajo del jueves pasado.
“Renovamos la convocatoria a todos los compañeros trabajadores aceiteros a mantenernos alerta, unidos y firmes porque la lucha continúa», añadió Yofra, quien además indicó que en la próxima semana se realizará una nueva audiencia en la sede del ministerio que dirige Carlos Tomada, en la Ciudad de Buenos Aires.
El complejo de Cargill, de acuerdo a los datos del sindicato, mueve mil camiones diarios, que en su mayoría van a la aceitera donde se muelen unas doce mil toneladas grano –principalmente de soja– cada veinticuatro horas. Además de sumar una planta de biodiesel en Villa Gobernador Gálvez, en el caso de Punta Alvear, la multinacional posee también una maltería.
Con una presencia importante en Argentina, Cargill –corporación multinacional privada, con base en Minnesota, Estados Unidos– es un “gigante de los agronegocios” que en su último ejercicio económico, correspondiente al año pasado, informó una facturación de 136.700 millones de dólares.

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