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(Resumen de la situación generada en los capítulos anteriores según recuerda vidriosamente quien esto escribe en este difuso momento de la existencia: resulta que Filoso Fofó, payaso y analista político de este circo, estaba en su casilla rodante por disponerse a comer algo justo cuando sonó el teléfono. Era Mauricio quien, en el marco de la carrera presidencial, lo llamaba para proponerle que lo acompañara con su voto. Fofó no agarró viaje; es más, al principio lo cruzó feo, le preguntó por qué era tan salame que ni siquiera podía pronunciar bien su nombre. Sin embargo, a medida que la charla avanzaba Filoso le empezó a tomar cierto cariño a Mauri, que en el fondo no es más que un niño rico que tiene tristeza porque los suyos le reclaman que sea presidente cuando él no quiere otra cosa de la vida que tener una banda de rock para hacer temas de Queen.

Súbitamente poseído por un inesperado pero profundo sentimiento de bonhomía Filoso Fofó se decide a hacer un bien por partida doble: alejar a Mauricio de la presidencia y ayudarlo a cumplir su verdadero sueño. Así, lo invita a compartir con sus amigos una noche de hamburguesas, fasito, whiskito, algo de play –o mejor metegol– y una viola para ver si pueden ir sacando algún que otro tema de Queen para armar la bandurria. Mauricio se prende de una y decide llegarse hasta Dakar, donde se encuentra la oficina de producción de esta columna y se realizará el correspondiente mitín.

Si bien lo esperaban para después del mediodía, Mauricio se adelanta y llega como a las 9.35. Contó que se demoró –“como siempre”, se quejó– por la tardanza del subtrenmetrocleta. Por otra parte se lo notaba al borde de la psicosis, como si estuviera huyendo de algo, de un hato de zombies tal vez. “De mis equipos”, tal cual él mismo dijo. Sin embargo, cuando uno de los personajes de esta columna –el doctor Luis Güis Kelly, experto en cotidianología protoparalelepípeda– se asomó al pasillo, no había nadie. Decidió entonces aplicarle al recién llegado una suerte de hipnosis que vio alguna vez en algún programa de tevé del tipo Utilísima o Telenoche para convencerlo de que aquello a lo que llama sus “equipos” en realidad no existe como tal.

A Mauricio pareció caerle muy bien la idea. Se calmó, entró en onda, fumó un par de secas, empezó a conocer al resto de los personajes de esta columna –también a su autor, el señor Abramovi– y se abalanzó sobre bandeja rebosante de medialunas grasientas que sin dudar comenzó a sumergir en el café –instantáneo– con leche).

El desayuno todo bien. Mauricio es medio pavo, pero si se lo mantiene alejado del Estado no es tan nocivo. Bah, ojo, tampoco la boludez, que medio taimadito es: así no puede evitar considerarlo el señor Abramovi cuando tocan el timbre y resultan ser los amigos de Mauricio que tienen un delivery de sushi. “679 pesos”, dice el cadete.

–¡¡Mauricio!! –brama Abramovi –, ¡¡¿vos creés que yo voy a pagar 679 pesos por esta mierda de suchi que encargaste para el almuerzo??

–Bueno, jeje, señor Astramorli –ejecuta Mauricio sin dejar de clavar la mirada en el metegol que está jugando con El Desubicado versus Güis Kelly y Fofó – si fuera 678 no le creo nada. Jajaja, jejeje, golazooooooooooo –festeja un tanto.

–Vamos Mauri –festeja El Desubicado haciendo monguimente molinete con los defensores y el arquero que él maneja.

–¡¡¡Mauricio!!! ¡¡No me jodás!!! Vení a pagar esto vos –le ordena Abramovi desde la puerta de la oficina.

–No tengo cambio, mister Algamonte. Uy… golazo –sigue festejando su excelsa producción al metegol.

–¡¡¡Mauricio la puta que te parió!!! ¿¡Para que mierda dejé que te invitaran!!? –le grita el autor ya más resignado.

–Pero señor Albamori…

–¡¡¡¡Abramovi, me llamo Abramovi, la puta que te remilparió!!!!

–Deje, jefe, no va a lograr que le diga bien su nombre –se interpone Fofó, ya derrotado en esa batalla y también en el metegol.

–Señor Abramovi –sorprende Mauricio –sería bueno que dialogáramos. Ese sushi es muy bueno y es una ofrenda que les hago por haberme invitado a esta jornada tan especial.

–Pero la estamos pagando nosotros –se queja el autor.

–Bueno –esgrime Mauricio –ustedes me invitaron. Yo hice que nos trajeran este sushi que es un manjar. Viene directamente desde la China, lo traen unos amigos. Pero antes de morfar podríamos hacer otro fasoleti…

Abramovi lo mira azorado. Fofó se le acerca y vuelve a interceder: –Jefe, haga una cosa: pague y morfemos. Total esto es una ficción. A este no le va a poder hacer entender nada, no se gaste. Lo va a cagar, no lo puede evitar, vino así de fábrica. Pero estoy seguro de que cuando lo escuche cantar “Frens tuvi frens” lo va a sorprender.

Abramovi paga a regañadientes, lo que incluye tener que ir hasta un cajero a buscar plata. Vuelve con los paquetes de un sushi de plástico y se mete en la cocina. En eso le entra un guasappp. Es de Leandro Hipólito Maguila, un amigazo que conoció en un centro de día para rehabilitación de radicales que no es el frente progresista. “Cheee xque no metes nunca un personaje de los kk en la columna ‘¡??!”, dice el mensaje.

“Porque Prefiero ppmer personjes del kkk”, chicanea el autor, lleno de odio hacia Mauricio y toda su puta oligarquía que le acaba de hacer pagar 679 mangos por una mierda de sushi. Y sigue: “Te levrartaste nostalgico del Chupuete??? Tomate un helicopter gill”.

“Enserio te digo boló. O acaso Budú, Aníbal o Dani no podrían estar ttambién ahí pleotudeando con Desubicado?¿??”, replica Maguila.

El señor Abramovi se queda pensando, tal vez su amigo puede estar en lo cierto aunque todavía siga siendo radical. Piensa Abramovi, podría convocar a Aníbal… pero ya es suficientemente divertido en la realidad, qué podría sumarle… Además, el bigotón le pasaría el trapo y en tres semanas estaría manejando él la columna… Ya lo demostró con el hockey, con el fútbol, con el rock, capaz de ser presidente de Quilmes, Heinneken y la Doble Uruguaya al mismo tiempo…

¿Y Florencio? No rendiría, podría hacer algún chiste pedorro como que perdió el tren o algo así, y nada más… ¿Y algo con el Sapo Dani?, se pregunta Abramovi. E imagina una canción: yo tengo un sapo que se llama Dani, bla, bla, bla… pero la descarta: parecería una presunta humorada de las que hace Gordo Lanata…

¿Y Budú? Ya demostró que no sirve ni para reírse de él… ¿Víctor Hugo? Difícilmente dé más risa que en sus programas de radio y tevé… ¿Un Zannini quizás? Es indescifrable, indescriptible y además la gorda Carrió ya hizo todos los chistes posibles sobre él definiéndolo como maoísta licántropo hincha de Cambaceres…

¿Y Ella, cada día más bella? Tal vez sea muy jugado… y con el riesgo de que esta columna de humor se convierta en una historia de amor…

Está bien gordo, lo voy a pensar”, responde Abramovi el guasap a Maguila y por las dudas silencia la conversación para sacarse de encima a su amigote, por lo menos por hoy.

En eso, un grito lo sorprende desde el ¿living? donde los muchachos ya llevan más de una hora jugando al metegol. Es Mauricio: “Señor Astronavi, queremos morfar!!!! Gooooooolllll”.

El Desubicado se abraza con su nuevo amigo y compañero de victorias en el metegol. “Sí, jefe, vamos a morfar”, acompaña Güis Kelly, derrotado a más no poder por el talento de Mauricio para con el fulbolito.

Los personajes –Mauricio incluido– van a almorzar. Filoso no deja de sorprenderse por las dotes del invitado para el metegol: “Este es medio pánfilo pero cómo le gusta manejar a los jugadores cual títeres para su provecho. Hay que hacerlo triunfar como estrella de rock”, piensa Fofó, pensando en un mundo mejor mientras lo proyecta como una suerte de cantante de Tan Biónica.

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Un comentario

  1. adhemar principiano

    24/09/2015 en 15:05

    A que jugamos en el actual momento politico, se puede deshacer el tiempo politico, en una problematica de personajes sin trascendencia, cuando apenas han trascunrrido un segundo de la infamia del terrorismo de estado y se necestita reconstruir la vida politica para las generaciones del mañana?

    Responder

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