20/08/2015 Télam Buenos Aires: Cristina Fernandez de Kirchner encabeza acto en Casa de Gobierno, donde salió al balcón para hablarle a los jóvenes militantes junto a los candidatos a presidente y vicepresidente, Daniel Scioli y Carlos Zannini. Foto: Ramiro Gomez/ema
Foto: Ramiro Gomez/ema/Télam.

En el casi 30 por ciento de argentinos que no votaron ni a Scioli (36,83) ni a Macri (34,33), está buena parte del 19 que llevó a Cristina al 55 por ciento en 2011. Esos votos son los que tienen que retornar para dar un cross a la mandíbula del neoliberalismo en su intento de regresar al poder, bajo el disfraz de la no política.

Si en 2011 el Frente para la Victoria ganó con el 55 por ciento ¿adónde fue a parar ese 19 que el 25 de octubre pasado no sufragó por Daniel Scioli? ¿A Mauricio Macri? Los menos. ¿A Sergio Massa y el resto? Posiblemente. Ese casi 20 por ciento que sumó su voluntad para convertir a Cristina en presidenta por segunda vez tiene ahora la llave de la Casa Rosada y, contra el optimismo que profesan los medios y dirigentes opositores, hay que decir que ya votó al justicialismo hace nada más que cuatro años.

El resultado de las elecciones presidenciales del pasado domingo devino en una serie de dispositivos que con el correr de las horas comenzaron a desandarse. El montado por los medios de comunicación hegemónicos al servicio de los poderes económicos concentrados se transformó en una usina triunfalista en sincro con la de Cambiemos. Pero si se miran los números con la cabeza fría, ya despojada de la atmósfera viciada por las decepciones, catarsis, festejos anticipados de las primeras horas de lunes 26 y se los coteja con comicios pasados, el panorama deberia preocupar a quienes anuncian –una vez más– el “fin de ciclo” .

Panic atack virtual

No hay triunfo que valga cuando el resultado parece una derrota. La confusa frase, casi un oxímoron, intenta dar cuenta del impacto que generó la noticia de que el candidato del FPV no logró la cifra necesaria para evitar el balotaje. Un temor e indignación que invadió no sólo a la propia tropa que puede aún por estas horas medirse en las redes sociales. Y que disparó una espontánea campaña para denunciar los costados más siniestros –aunque generalmente silenciados por la “gran prensa”– del líder del PRO, el más fiel representante político del poder económico real, con peso electoral, que la clase dominante de este país logró construir desde la segunda mitad del siglo XX.

Pero el espontaneísmo y la catarsis colectiva no son suficientes si lo que se quiere es buscar los votos que faltan para ganar una elección. La misma Cristina, al reaparecer en escena el jueves pasado llamó a la militancia a dejar de buscar supuestas culpas sobre por qué no se ganó en primera vuelta, para ir «casa por casa, dejando de lado cualquier diferencia, de adentro o de afuera”, para no caer en disputas que “mediocres” que “desde afuera o desde adentro intenten dividirnos». «Hagan como Ulises, átense al palo de la nave y sigan en el viaje porque tenemos que seguir trabajando», clamó.

Con el correr de las horas y los días, los diferentes espacios políticos que integran el Frente para la Victoria, los movimientos sociales y las agrupaciones cercanas, comenzaron a reacomodar a sus orgánicas y, a pesar de que no podrá nunca encuadrarse a la totalidad de la monada para encauzar “el fuego amigo”, se generaron instancias de encuentro, comunicación y recalcule –si es que se me permite la metáfora GPSsiana– para salir de la meras sensaciones de las redes. Entre éstas, por dar un ejemplo, vale destacar un oportuno “Plenario Abierto” en el centro cultural La Toma de Rosario convocado por el Movimiento Evita, que sirvió para recibir a mucha gente dispersa que busca un lugar, una trinchera para participar de la próxima batalla contra lo que se percibe como la “expresión cabal del neoliberalismo”. Ese es el primer dispositivo que se comenzó a desactivar. Se avanzó, al estilo gramsciano, del “pesimismo del intelecto, al optimismo de la voluntad”. “Hay que redoblar los esfuerzos militantes”, se dijo.

Festejo anticipado

El que baila primero gana, pareció ser el lema en el búnker de Cambiemos, quizás una vez más instados por el ecuatoriano Jaime Durán Barba, alguno de los otros “asesores espirituales” del PRO o los directores de cámara de TN.

En rigor, hicieron una gran elección en la que hizo capote María Eugenia Vidal ganando la gobernación de Buenos Aires. Pero la desmesura en la siempre ensayada coreografía del macrismo apuntó a consolidar el otro de dispositivo igual de poderoso que el miedo: el derrotismo del oponente, que es la contracara del triunfalismo que tanto Cambiemos como los medios opositores se empeñan en instalar. “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”, enseñó, con claridad meridiana, el gran pensador nacional Arturo Jauretche.

Desarticular ese otro dispositivo –que no debe ser aquí comprendido al uso de Michel Foucault–, que se trata de una estrategia deliberada y articulada por sujetos concretos, poderes fácticos, será un paso clave para quienes consideran que entre el Frente para la Victoria –con todo lo que se le pueda criticar– y Cambiemos; que entre Scioli –con todos los desgarros que pueda generar– y Macri, sí hay diferencias.
Y será fundamental sobre todo, para quienes requieren, por su condición social, que esas contradicciones existan y se profundicen. Especialmente, para las amplias mayorías que necesitan la jubilación y asignación universal, los créditos para la vivienda, las paritarias, el mercado interno, la protección de la industria y el comercio nacional, la salud y educación pública, la igualdad de derechos que puso como eje de sus políticas el kirchnerismo, la mancomunión con los países latinoamericanos para defender la autonomía con respecto a las grandes potencias; frente a los postulados neoliberales que tan bien expresaron los equipos económicos del PRO: achique del Estado, privatizaciones, ajuste del gasto público, fin de los subsidios, suba de tarifas, pago a los fondos buitre y libre importación.

Los dispositivos del miedo, del derrotismo, del festejo anticipado del fin de ciclo, que pretenden instalar los sectores del poder real de este país que, sin perder todos sus privilegios, dejaron de poner el ministro de Economía y comenzaron a encontrar desde el máximo nivel del Estado límites a sus ambiciones –tan contrarias a los intereses nacionales y populares–, no son más que eso: estrategias. No son hechos reales.

Hecho real es que en las presidenciales el FPV (Scioli) le ganó a Cambiemos (Macri) por segunda vez; en esta general por escasos por 2,5 objetivos puntos porcentuales (9.002.242 sufragios contra 8.382.610).

También es un dato, que del 30 por ciento que no votó a ninguno de los dos que va a competir en el balotaje, hay cerca de un 20 que ya votó al justicialismo en 2011 cuando Cristina ganó con más del 54 por ciento de los sufragios.

Y ya en el terreno de las hipótesis, es este elemento el que permite analizar que, de los votos repartidos entre Sergio Massa, Nicolás del Caño, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá, más allá de lo que ellos quieran, hay una porción, dos tercios, que no son antiperonistas o antikirchneristas y que por tanto no hay porqué descartar que vayan a volver al Frente para la Victoria. Es cierto, no lo votaron el domingo pasado, habrá que interpretar qué pasó, por qué se perdieron esos votos, pero a Cambiemos de Macri tampoco le dieron su confianza.

Que esos compatriotas “vuelvan a acompañar al proyecto nacional y popular”, como desea la militancia del FPV, dependerá en buena medida del optimismo de la voluntad, de la admisión de errores y reconfiguración de estrategias pero, especialmente, del reconocimiento de que la victoria es posible.

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. Roberto Dante

    04/11/2015 en 12:33

    LA OPOSICION NEOLIBERAL SOLO RECURRE A GUIONES DE TERROR // roberto dante, Lanús, Argentina –

    Con Macri sólo nos espera el retroceso en aquello donde se halla avanzado. El hundimiento de quienes se encuentran en los sectores más empobrecidos. A mayor desnutrición, los niños, lo pagarán con mayores neuronas muertas: no hay futuro.

    Con Scioli no hay garantías de resultados opuestos a los de Macri. Pero la GRAN diferencia es que se cuenta con una juventud movilizada para luchar por las medidas que mejoren las condiciones populares. Y un poder sustentado en las calles que pueden, si Scioli no cumple sus “promesas”, arrojarlo a él al precipicio. Si sus políticos profesionales traicionan, podemos contar – sin dudas – con el fervor de una militancia que puede correrlos desde adentro.

    Revaluando:
    Es notable la capacidad oratoria de la Presidenta Cristina Fernández (no es un novedad), como su habilidad discursiva para crear un áurea de complicidad con cada uno de los integrantes de las multitudes que la escuchan. Pues no parece dirigirse a “las masas”, más, precisamente, elabora diálogos cómplices con la subjetividad individual de cada integrante de la multitud.

    Este párrafo no le va a compartir Cristina: Creo que aunque fue Néstor Kirchner quién construyó las bases para desarrollar el proyecto K, el cual es una realidad política (se lo comparta o no); es Cristina quién con su magnetismo y su claridad conceptual (también, se la comparta o no) supo motivar a sus bases que crecieron geométricamente después del retroceso en las elecciones parlamentarias del 2009.

    Si compartimos que las ideologías son estructuras superficiales productos de culturas determinadas por momentos históricos determinados. Sólo las estructuras profundas de la mente humana son universales. Hablamos de mitos, relatos, esquemas de razonamiento, metafísicas…Pues detrás de cada afirmación científica hay un acto de fe. “Sólo lo indeterminado es verdadero” -Einstein-
    Este marco teórico me permite interpretar, sin largos parlamentos, un hecho fundacional: La explosión militante de la juventud; después de casi 20 años de bostezos juveniles.

    Pero un día Rocío (17 años) dijo: “La gente se alejó de la política por tener que cuidar el último mango y nosotras estamos volviendo a pelear. No se trata de recuperar un proyecto perdido, sino de reconstruir una juventud que se reconozca como actor político”. (5º año, Colegio Mariano Acosta. (Pasiones de estudiantes, LAS 12, Pág. 12, 17 / 9 /2010), durante la toma de colegios secundarios en Buenos Aires, contra la política de destrucción de la Escuela Pública de Macri.
    Y se hizo la luz. Los topos abandonaron las cuevas y ocuparon las calles.

    El mérito de Cristina está en saber revelar y alentar la transmisión de los mitos, relatos y esquemas de razonamiento que unificaban la diversidad de tanta explosión militante. El crecimiento de la agrupación La Cámpora es un ejemplo del guiño cómplice de Cristina; pero hay que reconocer que La Cámpora tiene en la columna del “Debe” vicios de los viejos políticos y una adición a la Verdad Única que imposibilita el debate sobre la multiplicidad de ideas que deben nutrir el camino de las transformaciones sociales.

    A través del proceso histórico político tanto los gobiernos como las oposiciones y hasta las más crueles dictaduras militares proponían y hasta exigían la unidad nacional. Esta confusa utilización la vació de sentido. Debido a que las palabras maltratadas son como entidades fantasmales. Insustanciales.

    Es más rico partir de los problemas que ocasiona a la conducción política reconocer que se enfrenta a fuerzas en tensión en permanente movimiento. No olvidemos que: “nadie se baña dos veces en el mismo río”.

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