Utin

Ambas expresiones encarnan en cada uno de los candidatos al ballotage del 22 de noviembre. Pero hace 200 años, también hubo un proyecto que enfrentó al centralismo «pro» porteño. Y proponía la autonomía en confederaciones, la educación popular y la equidad como banderas para “la pública felicidad”.

“Al hablar de Pueblos Libres nos referimos a uno de los fundamentos de la línea histórica que continuó con la Confederación Argentina y, en el Siglo XX, el movimiento nacional y popular. Su lema podría identificarse con la frase: «América Latina sólo será libre si está unida, sin que haya perdido su actualidad y su sabiduría hasta el presente»”, dice Alberto Lettieri, profesor titular doctorado en historia de la UBA, investigador independiente del Conicet y miembro del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.

Remarca que “la expresión Pueblos Libres” se remonta a los orígenes de la Patria Grande Americana. Justamente el título con que José Gervasio de Artigas ejerció su liderazgo sobre el litoral rioplatense fue el de Protector de los Pueblos Libres, y está asociado a su empeño por sancionar la independencia y garantizar la soberanía de las antiguas colonias españolas.

Entonces, aclara: “Por el contrario, la expresión «mercados libres» hace referencia a la libertad de mercado, a la soberanía de los mercados, del capital, por sobre la política, imponiendo la exclusión social, la dependencia y saqueo de nuestras economías. Su estrategia es el ajuste, la denominada racionalización y la concentración de la riqueza”.

La actualidad es producto de un proceso histórico que tiene raíces en las disputas políticas por distintos proyectos de país y región. En ese sentido, Lettieri afirma: “Hoy ambas expresiones encarnan en cada uno de los candidatos al ballotage, por eso es posible afirmar que no solo se vota por Daniel Scioli o por Mauricio Macri, sino por la alternativa entre Pueblos Libres o Mercados Libres”.

De Mitre a Marx

Con esa estrategia marketinera de travestirse de “peronista”, o hasta anunciar que también es fana de Juan B. Justo y Leandro N. Alem, o que bajo receta del Jaime Durán Barba que lo catapulta, puede anunciar que le “re fascina Marx”, pero Groucho, con su decir: “Éstos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros para ofrecerle”.

Lo que es indudable es su raíz de clase, y su proyecto político marcado en la continuidad de la línea liberal conservadora, la de una colonia exportadora de productos primarios, que impusieron con las armas y la represión, golpistas como Pedro Eugenio Aramburu, Isaac Rojas, Álvaro Alsogaray, José Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo.

Desde los intereses de la oligarquía porteña, socia de su graciosa majestad británica, para luego preservar las líneas de los grupos económicos y mediáticos nacionales y multinacionales que concentraron la economía para ser sobrevolados por los buitres.

Macri levanta los heredados estandartes europeos de aquellos civilizados señores que combatieron a Artigas, Belgrano, Güemes y San Martín, porque podían levantar a la fuerza americana en la pelea por la independencia.

Simpatías por el diablo

Cuando el 8 de octubre pasado, los seis candidatos presidenciales participaron en un consulta de la agencia Noticias Argentinas (NA), sobre sus preferencias a temas livianos, como clubs de fútbol, libros y películas. Pero, también abarcaba temas que son más que gustos de colores y que denotan la formación y proyecto políticos de los aspirantes, reflejados en personajes de la historia a los que admiran.

Entonces, quien registra más de 200 denuncias judiciales en su contra, tras asumir como  jefe de gobierno porteño, remarcó su devoción por el genocida Julio Asesino Roca.

La coherencia del pensamiento liberal tiene su historia. Roca fue la figura de la oligarquía que terminó de imponer un proyecto agro exportador basado en el saqueo de unas hectáreas mediante el exterminio.

Su prestigio político se fundó en su paseo y campaña electoral que coronó tras su “campaña al desierto”, desertificando un enorme territorio que quedó libre de personas molestas.

Hasta sus enemigos políticos, por ser un tucumano y no porteño, al verse beneficiado con las nuevas tierras acumuladas, lo apoyaron en su candidatura a la presidencia, (Partido Autonomista Nacional), para vencer en las elecciones de abril de 1880.

Esas campañas asesinas del ejército que pasaron en la historia oficial, como “gestas patrias”, significaron la masacre de 12.335 indígenas (araucanos, vorogas, ranqueles, tehuelches, pehuenches, mocovíes, abipones y tobas), señala el antropólogo Carlos Martínez Sarasola en su investigación: Nuestros Paisanos los indios. Allí afirma, los “planes de exterminio que culminaron con las campañas de Roca (1879-1885) y Victorica (1879-1884) constituyeron claramente un genocidio”. Esa política es la que admira Macri.

Así se “consensuó” el plan de crecimiento del modelo agro exportador, lo que gustó al Reino Unido para sus inversiones. En tanto, los latifundistas porteños y extranjeros se quedaban con los enormes territorios patagónicos, que a poco fueron centralizados en pocos propietarios.

Y, en su descarada campaña, cuando la carpa de la protesta del qom Félix Díaz, lleva más de nueve meses en una plazoleta porteña de la avenida  9 de Julio, el reciente 2 de noviembre, Macri visitó al campamento con su comitiva, incluyendo Patricia Bullrich.

El referente de la comunidad dijo: «Macri no nos pidió votos, ni apoyar su candidatura», pero dio “su compromiso de llevar adelante la práctica de los derechos indígenas”. Algunos suponen, que es una promesa para incluirlos en la oferta de nuevos vidriecitos de colores.

Soberanos, igualitarios

Sobre el concepto de los Pueblos Libres, del proyecto artiguista, el filósofo Leonardo Rodríguez Maglio remarcaba en julio pasado, para el eslabón: “Artigas quería una firme Liga de amistad, en igualdad de dignidad, privilegios y derechos entre todas las provincias; que era decir –para él–, entre todos los países del Río de la Plata y de América del Sur. Daba prioridad, por encima de la unión, al concepto de que «los pueblos deben ser libres» (4 de abril de 1813), y eso se expresaba concretamente en que debían gobernarse por sí mismos”.

El investigador uruguayo, resalta que “mientras Buenos Aires quería mantener para sí misma el dominio político y económico que había gozado bajo España, como capital del Virreinato, Artigas no admitía esto”. Explica que “fue una lucha entre sentidos de vida diferentes: uno, el porteño, que sustituía el mando español pero continuaba en esencia su ética oligárquica centralista y vertical, egoísta y dominante, y otro el de Artigas, auténticamente revolucionario y popular, que pugnaba por realizar la verdadera liberación para una generosa e igualitaria pública felicidad como sentido de vida comunitario”.

Las palabras del uruguayo deberían servir para tomar aquellas luchas históricas y apropiarse de espacios donde se pueda retomar los proyectos liberadores. La pista de la memoria nos clarifica para enfrentar el renacer de la política para pocos, tan visible hoy con ese centralismo PRO porteño y su visión partidaria a favor de los grupos de poder.

Artigas no habla de “mercados libres”, porque justamente eso lo contrario al proyecto de los pueblos autónomos, confederados con otros similares, no dependientes de un poder económico centralizado, libres y con la educación popular y la equidad como herramientas para una “pública felicidad”.

Fuente: El Eslabón.

Más notas relacionadas
Más por Alfredo Montenegro
  • El testigo

    El calor parecía aumentar en el local, lleno de ansiosos, humo y voces. Le dije que por es
  • Remontar el barrilete en esta tempestad

    Yo no sé, no. La tarde se ponía fresca y Pií entraba en calor dándole al serrucho. Tenía p
  • ¿De qué se cansó “la gente”?

    En medio de una hecatombe social, Malena Galmarini lanzó una piedra en aguas peronistas de
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Salarios docentes: la Provincia ofreció un 5% de aumento

El 5% es para abril y otro porcentaje similar a mayo. Desde Amsafé y Sadop Rosario calific