Foto: Mariano Martino / PRENSA ARGRA.
Foto: Mariano Martino / PRENSA ARGRA.

Los trabajadores de prensa realizaron una histórica marcha nacional en Capital Federal: la primera en los últimos 30 años. El reclamo principal fue contra los despidos, los vaciamientos de empresas y por un sueldo digno. Ya se contabilizan unos 2.500 puestos laborales perdidos en el sector.

Los trabajadores de prensa de todo el país marcharon el miércoles 8 de junio. Fueron unos tres mil los que hicieron historia: la movilización a nivel nacional no tiene antecedentes que se recuerden. Nadie pudo dar otra fecha en la que la calle haya sido tomada por los que producen y trabajan la información. “El 8J no es una sigla: es una realidad”, concluyó –y celebró durante el acto– el correntino Roberto Zorrilla, secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren). El encuentro estuvo marcado por tres conceptos. El cese de despidos en el sector y el fin de la precarización laboral (incluido en esto el sueldo digno), por un lado; y la unidad de los trabajadores de prensa, por el otro. Este último concepto no sólo fue el objetivo de la marcha, sino también el motivo de celebración. Desde el miércoles pasado, la prensa nacional está junta. Se conocen las caras y las siglas, se sabe que estamos todos en la misma (o incluso hay alguien peor); y por sobre todo, que hay una base dispuesta a dar pelea por hacer del trabajo de prensa un trabajo digno.

Ya es práctica de muchos trabajadores de los grandes, medianos y pequeños medios de comunicación: los periodistas que adhieren a una causa –Ni una menos, Día de la Memoria, pedidos de justicia, etcétera– suelen cubrir y marchar a la vez, o cubrir y sumarse a la movilización después. Esto se repitió el miércoles con la diferencia que, por primera vez, ellos también eran los protagonistas. Eran los precarizados, los que perdieron su trabajo o corren ese riesgo, los que no llegan a fin de mes con el sueldo. La imagen se repitió más de una vez esa tarde: periodistas, micrófono o grabador en mano en un momento, bandera o cartel en mano un rato después. Las problemáticas gremiales no son nuevas en prensa, la novedad es que en los últimos seis meses todo conflicto se recrudeció. Y en donde no había, empezó a vislumbrarse. La otra novedad es la unión: en épocas de crisis, mejor estar juntos. No es casual que sea este el año del encuentro entre los sindicatos, asociaciones y federaciones de prensa y comunicación. Que sea este el año en que todos se junten, marchen y le canten al nuevo Ministerio de Trabajo de Nación eso de “qué se siente / ver a la prensa nacional”.

La marcha fue convocada por la Mesa Nacional de Trabajadores de Prensa que integran Fatpren, la Federación de los Trabajadores de la Comunicación (Fetracom), los sindicatos de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y de Rosario (SPR); el Círculo Sindical de la Prensa y Comunicación (Cispren) de Córdoba, entre otros. La concentración fue a las 13.30, en el Obelisco, y se marchó hasta la sede del Ministerio de Trabajo de la Nación. El cálculo dio que unas tres mil personas se movilizaron la fría tarde de junio. El total incluye a trabajadores de prensa de todo el país. Chaco, La Pampa, Mendoza, La Plata, Río Negro, Córdoba, Tucumán, Santa Fe, Rosario, Buenos Aires, son algunas de las localidades y provincias contabilizadas. El total también incluye a diversos medios. Desde Página 12 a Clarín, pasando por Infobae y Canal 7, revista Veintitrés, Télam, Radio América, Noticias Argentinas, La Razón, Infonews, Tiempo Argentino, y representantes de medios de todo el país que no levantaron bandera pero estuvieron presentes. Cabe destacar que un abanico de voces representó a esta ciudad: bajo la bandera del Sindicato de Prensa Rosario estuvieron La Capital, El Ciudadano, LT2, LT8, Radio Universidad, Rosario 12, Rosarioplus, Enredando, Sin Cerco y este semanario, entre tantos más.

Creciendo desde las bases

La novedad de la movilización estuvo en los pequeños detalles. No faltaron ni bombos ni redoblantes. No faltaron cantitos, aunque podrían haber sido más. Era la primera vez que muchos y muchas marchaban y el ritmo de la percusión fue acompañado por versos bastante improvisados. Uno de los más exitosos fue simple y contundente: “No se jode / con prensa no se jode”. Los periodistas hicieron bochinche durante un poco más de una hora. Se hicieron sentir por el centro porteño y recibieron varios signos de apoyo, unos cuantos bocinazos, y hasta un huevo desde alguna oficina anónima. La movilización llegó a la puerta del Ministerio de Trabajo cuando el sol ya estaba oculto entre los edificios y no se sentía en absoluto. Los referentes de prensa de todo el país celebraron el encuentro parados sobre un camión y frente a una multitud que le daba la espalda al edificio de la cartera nacional.

“La unidad es la gran figura de este encuentro. La unidad es la herramienta fundamental del movimiento de trabajadores”. Edgardo Carmona, secretario general del SPR, fue el primero en hablar, lo siguieron referentes de Sipreba, de Córdoba y de Corrientes. La idea que compartió el rosarino atravesó cada discurso. Fue un mensaje claro: estamos juntos y se viene más de esto. Más movilización, más medidas colectivas, más reconocimiento a nuestra condición de trabajadores de prensa pero también de empresa. Todos coincidieron en que éste fue el peor 7 de junio desde que volvió la democracia. Y en que tampoco es casualidad, o magia, que esta marcha haya sido tan federal y tan segura de sus convicciones como lo fue. “Contabilizamos unos 2500 despidos en todo el país. Alrededor de 1500 son de Capital Federal y Buenos Aires, y el ajuste se ve en todas las provincias. Es un golpe durísimo, porque nosotros somos un gremio chico: no más de quince mil trabajadores en todo el país. El porcentaje de despidos es elevadísimo”, puntualizó Randy Stangaro, delegado de Tiempo Argentino, quien consideró que para concretar la marcha tuvo mucho que ver la aparición de Sipreba en Buenos Aires. “El nuevo sindicato revitalizó el debate nacional sobre cómo hacemos para organizarnos todos cuando tenemos los mismos problemas, que son el desempleo y la caída salarial. Estos problemas atañen a los trabajadores de prensa de todo el país, por lo que no vemos por qué no podemos ponernos de acuerdo en acciones unitarias comunes en defensa de estos dos intereses”. El ahora semanario Tiempo Argentino sobrevivió a un proceso de vaciamiento patronal que dejó a 205 trabajadores en la calle, que decidieron tomar los puestos de trabajo y conformarse en cooperativa. “Lógicamente, las consignas de esta movilización son nuestras. La pelea contra los despidos y los vaciamientos patronales es nuestra pelea”, agregó.

“Este movimiento de hoy es de las bases. Nació desde las bases. Estar hoy en una movilización nacional es una emoción muy grande, es poner a los trabajadores de prensa nuevamente de pie. Todos los que ves acá vienen por sí mismos. Lo que se está dando es la unidad, son pequeños esfuerzos que había en cada ciudad y región que hoy se encuentran y confluyen en un camino común. Se nos da una fuerza y visibilidad que no teníamos”, expresó Gerardo Morel, delegado de Clarín y otro de los que hizo hincapié en la importancia del camino colectivo: “Ya hace cuatro años que tenemos comisión interna y logramos que cada vez que se convoca a asamblea nunca seamos menos de 350 personas. Las asambleas son en dos turnos y cada quince días o tres semanas. Así logramos una regularización de trabajadores que no había sido vista en las últimas décadas. Eso fue gracias al trabajo colectivo, al reclamo colectivo. Nada se hubiera logrado si no hubiéramos tenido la fuerza de juntarnos de manera solidaria”.

Nicolás Lovaisa, delegado de Radio Nacional Santa Fe, consideró que este fue uno de los peores 7 de junio que celebró el gremio de prensa. “No quiere decir que hayamos estado bien en los años anteriores, nosotros veníamos reclamando por la regularización de trabajadores incluso frente al Estado nacional, pero ahora hay un retiro del Estado que creemos que no es inocente. Ese retiro hace que los grupos económicos que manejan los grandes medios del país puedan tomar decisiones sin verse afectados, y eso es lo que más nos preocupa”, consideró Lovaisa, y añadió: “Necesitamos sindicatos fuertes, paritarias, una mesa donde podamos discutir con las patronales estas situaciones que no tienen sólo que ver con lo económico sino con cómo laburamos: que no nos obliguen a escribir notas que no compartimos, los horarios, cuestiones que hacen a nuestro trabajo y tenemos que estar juntos para pelearla”.

La marcha de los precarizados

Una chica camina entre la multitud. Gorro, bufanda, camperón puesto, es difícil entrar en calor. Encuentra un cartel y lo señala, dice que es el que más le gusta. “El sueldo no alcanza”, se puede leer. La chica trata de hacerse entender y de entender también que está pasando ese día. “Date cuenta, es así: esta es la marcha de los precarizados”. Su interlocutora responde, con una sonrisa: “Tendré que esperar para la selfie con Victor Hugo”. En la marcha de prensa no hubo caras famosas. Ni panelistas de Intratables, ni de 678. Ni grandes firmas, ni voces ilustres. Probablemente los que coparon la calle son los anónimos, los que producen, los que filman, los que hacen investigaciones, los que diagraman, sacan fotos, los que escriben pero hasta ahí. Son los que trabajan todos los días, a cada hora, gratis o por un magro sueldo. Los que marcharon trabajan con responsabilidad y nunca llegan a fin de mes. Mucho menos al departamento en Miami, a pesar de que lo intenten. La diferencia entre “los periodistas” y los trabajadores de prensa está bastante clara en el interior del gremio. La escasa difusión de estas movilizaciones, sin embargo, no colabora a que se entienda que los periodistas sufren a las peores empresas del país y el mundo, las precarizadoras, las del cuarto poder.

La censura, en el eje del reclamo

No sólo las políticas económicas del nuevo gobierno nacional fueron el eje de reclamo del miércoles. Tampoco la ausencia del Estado, la vía libre para que las empresas ajusten, vacíen, precaricen, despidan. Las políticas frente a las cuales el PRO se para frente a los trabajadores de prensa y la libertad de expresión, también fueron un eje fuerte de repudio. La Ley de Blanqueo de Capitales propuesta para el pago de los jubilados, fue el ejemplo que muchos pusieron para explicar los horizontes del nuevo gobierno. La Ley Antipiquetes fue otra.

El artículo 85 de la Ley de Blanqueo de Capitales señala que “los magistrados, funcionarios, empleados judiciales o dependientes de la Administración Federal de Ingresos Públicos y terceros que divulguen o reproduzcan documentación o información de cualquier modo relacionada con las declaraciones voluntarias y excepcionales reguladas por esta ley incurrirán en la pena prevista por el artículo 157 del Código Penal. Los terceros mencionados precedentemente incurrirán, además, en una multa igual a una vez el valor de los bienes exteriorizados por aquel que hubiera realizado la declaración voluntaria”. Si bien el gobierno dijo, frente a las críticas, que “analizará” dar marcha atrás con esta medida, no es posible dar marcha atrás con la intención de sancionar la denuncia pública . El Sindicato de Prensa Rosario se pronunció contra esta legislación: “El gobierno nacional que llegó con la promesa del respeto por la libertad de expresión, aspira a convertir en norma la censura previa en una redacción persecutoria ya que no sólo magistrados, funcionarios judiciales y dependientes de la Administración Federal de Ingresos Públicos deberán abstenerse de dar información, sino que también deberán hacerlo los terceros, una categoría que afecta la libertad de expresión en general y el trabajo periodístico en particular. (…) El SPR exhorta a los legisladores santafesinos, diputados y senadores, a que jueguen un papel activo en la modificación de la grave redacción del artículo citado”.

Algo similar había sucedido con el denominado Protocolo Antipiquetes, a partir del cual los periodistas sólo podían cubrir movilizaciones desde un corralito. “Esa limitación tiene que ver con el alejamiento de los trabajadores de prensa del lugar de los hechos, y con el no poder registrar las acciones represivas, para que luego el poder político pueda invocar los temerarios ‘excesos’”, señaló el SPR a través de un comunicado, en febrero de este año. “Desde luego que la seguridad de los trabajadores de prensa es una prioridad entre las preocupaciones del sindicato, pero en este contexto es ingenuo pensar que el protocolo tiene un interés genuino sobre el tema”. En esa línea, el SPR señaló que “no sirve a los periodistas, ni a la sociedad, que sean esas mismas fuerzas las que filmen o graben los operativos «en la medida de las posibilidades», tal cual se manifiesta, bajo el pretexto de ponerlos a disposición de la Justicia”. “Cuando ese mismo material –continúa– sea entregado a los medios de comunicación, se transformará en una pretensión de ocupar el lugar que corresponde a los trabajadores de prensa para dar cuenta de la información, y en un ámbito tan particular como lo es el de la protesta social”.

Fuente: El Eslabón

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