Los bombos y las cacerolas volvieron a sonar juntos. Como no ocurría desde hace tiempo, ambos instrumentos, que no fueron los únicos que se escucharon en las protestas contra el tarifazo, estallaron al unísono en una expresión de alto contenido simbólico que da cuenta de las diferentes vertientes sociales que se encontraron este jueves en las calles de Rosario y en todo el país. Además de su masividad, que en sí misma siempre es un elemento importante, la manifestación aportó otro dato: el descontento contra el gobierno crece hacia otras franjas de la sociedad, a medida que sus políticas antipopulares las va afectando. “La enorme concurrencia de hoy debería hacer entender al presidente, que si continúa por este camino, cada vez vamos a ser más”, reflexionó Juan Milito del Centro Unión de Almaceneros, al compás del estruendoso batuque que se sintió frente a la sede de Litoral Gas (San Lorenzo y Mitre), principal punto de concentración en la ciudad.

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Jornada de protesta

El reclamo contra los tarifazos, principalmente de gas, luz y agua, fue contundente. La movilización tuvo un blanco inequívoco: el rechazo a las medidas del presidente Mauricio Macri y su gobierno. Al podio de los repudiados, además del jefe de Estado, subió el ministro de Energía, ex Ceo y todavía accionista de la Shell, Juan José Aranguren, cara visible de los desmesurados aumentos.

En Rosario, la jornada tuvo sus particularidades. Hubo una previa que arrancó a las 17, en la plaza 25 de Mayo, convocada por las Madres y otros organismos de derechos humanos como APDH e Hijos. El objetivo fue hacer un desagravio al aniversario de la independencia en rechazo a las palabras del presidente pronunciadas en Tucumán, la invitación a la corona española y la presencia de represores de la dictadura y carapintadas en los desfiles militares oficiales. La consigna de ese acto fue “Por un bicentenario sin reyes, genocidas ni tarifazos”, por eso luego de que se escuchara la palabra de Rodolfo Camino, del centro de Veteranos de Malvinas, y de las Madres Norma Vermeulen y Elsa Mazza, se invitó a los presentes a “sumarse a la protesta frente a la sede de Litoral Gas”.

Al igual que en otras ciudades del país, en Rosario hubo diferentes puntos de concentración. Vecinos de la zona sur se encontraron en la esquina de Regimiento 11 y San Martín; en el oeste el lugar elegido fue Mendoza y Avellaneda y hacia el norte la protesta se ubicó en Génova y Alberdi. Pero el epicentro de los reclamos fue frente a las oficinas de Litoral Gas, sede central de la empresa privatizada que brinda el servicio a toda la provincia de Santa Fe y norte de Buenos Aires.

Desde lo sonoro, en una recorrida por la concentración, lo que se pudo escuchar en San Lorenzo y Mitre fue una suerte de composición coral sin dirección ni batuta, una especie de orquesta de miles de personas con instrumentos de los más disímiles; un encuentro de murgas sin entrenamiento, un carnaval de protesta, pero en una noche fría de pleno invierno.

Había sí varias agrupaciones sociales y políticas –aunque pocas con banderas ya que fue uno de los pedidos de la entidad convocante, la Multisectorial contra el Tarifazo–, que entonaron su repertorio. Pero en general el tono de la manifestación estuvo dado por el ruido. Finalmente la propuesta era hacer un “ruidazo”, y lo fue.

Entre los objetos elegidos para “hacer oír la bronca”, como explicó una vecina de Alberdi pero que estaba ahí porque “recién salía de laburar”, hubo de todo. Por sobre las matracas, vuvuzelas, los bombos con el rostro de Perón, la cacerolas y las cornetas, se destacaron una bocina de camiones conectada a un fitito modelo 68 que “no faltó a ningún escrache a los represores”, tal cual indicó Juan, su conductor; una campana hecha con “un trofeo de ADIUR”, según contó su portador, y hasta una bañaderita de bebota color rosa, que un loco golpeaba con entusiasmo, vaya a saber si arrancada de los juguetes en desuso de una hija ya adolescente, o manoteada de algún contenedor por ahí.

“Por cómo le pega aquel a la lata de durazno, te aseguro que le llegó una factura por encima de las cinco lucas”, bromeó un joven a su amiga. “¿Y vos cuánto pagaste?” replicó ella. “Dos mil doscientos, me rompieron el orto”, contestó extremadamente gráfico el acompañante.

La voz del reclamo

Aunque no hubo escenario ni sonido, sí hubo palabras. Referentes de las entidades que componen la Multisectorial contra los tarifazos fueron los responsables de explicar los ejes de la manifestación y hacer un balance de la convocatoria.

“El gobierno no entiende que esto crece porque el malestar en la gente se suma. Jugaron a diluir en el tiempo los reclamos que venimos haciendo contra los tarifazos, y por la cantidad que hoy somos acá, se equivocaron”, evaluó Juan Milito en medio de la concentración.

“Este reclamo es el punto de urgencia de la población, de los ciudadanos de a pie que no sabían qué hacer con la bronca y hoy la transformaron en una protesta social que demanda que se cambien las políticas que se están aplicando en el país”, añadió el titular del Centro Unión de Almaceneros.

Milito recordó que los ejes de la protesta fueron “no a los tarifazos, no a los despidos, no al hambre, por la producción y el empleo”. “Creemos que ese es el camino adecuado para que un gobierno que parece sordo rectifique el rumbo económico”, agregó.

“Demandamos que el tarifazo de gas se retrotraiga y se vuelva a discutir, bajo la idea de que los aumentos deben ser acordes con los ingresos de la gente. Por lo tanto son tan desproporcionados los incrementos del 1800 por ciento, como lo siguen siendo de 400 según los topes que ahora anunció el gobierno”, expresó Milito.

“En lo que hace a la energía eléctrica vamos a seguir reclamando al gobierno provincial que se haga cargo del pedazo que le toca, y después que vayamos juntos al señor gobernador y la señora intendenta de Rosario, a reclamar al gobierno nacional la reinstalación de los subsidios que en la mayoría de los casos son necesarios y justos”, concluyó el almacenero.

Qué ves

Desde la perspectiva visual, lo que se pudo observar en la manifestación fue un encuentro de identidades. Estaban, obvio, los que vienen participando de cada convocatoria de la Multisectorial: los pequeños y medianos empresarios, los comerciantes de los diferentes paseos de la ciudad –como los de calle Pellegrini o del Casco Histórico–, la asociaciones de consumidores, los movimientos, partidos, dirigentes políticos y gremiales que también la integran. En las varias vueltas a la concentración sobre San Lorenzo y Mitre, este cronista se cruzó a concejales como Eduardo Toniolli del Movimiento Evita y secretario del PJ local, Marina Magnani de La Cámpora, Norma López del Frente para la Victoria; Celeste Lepratti, que estuvo junto al diputado Carlos del Frade, ambos del Frente Social y Popular (FSP); los tres ediles de Ciudad Futura, Juan Monteverde, Caren Tepp y Pedro Salinas, entre muchos dirigentes políticos, sociales y gremiales.

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Hubo banderas de sindicatos como el de Prensa Rosario y los Municipales. También de partidos políticos, a pesar de la consigna de no llevarlas –propuesta siempre polémica–; entre estos se destacaron las del PTS, el PO, Patria Grande, FSP, PC y Descamisados.

De la manifestación participaron veteranos dirigentes sindicales y políticos de mil batallas, sobrevivientes de la dictadura, referentes de organismos de derechos humanos y barriales. Además se vieron muchísimos jóvenes militantes que ya son una constante de las movilizaciones desde la última década.

Pero así como entre los anteriores era raro ver una cacerola, símbolo más ligado a las protestas de las clases medias urbanas, algunas de las cuales se realizaron contra el kirchnerismo –en gran medida azuzadas por el espacio político y mediático hoy en el poder–, también éstas estuvieron presentes y se hicieron escuchar, lo que da cuenta de que el descontento hacia el gobierno sigue en ascenso y permite pensar que, como advirtió el ala Radical de la Alianza Cambiemos, los que votaron a Macri “también se están enojando”. Aunque lejos de serlo hoy, un virtual “frente ciudadano” –según la definición de Cristina–, asoma como potencial en el horizonte.

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Militantes de etiqueta y cartel

“¿Cuál es el hashtag de hoy?”, consultó un flaco que venía filmando con su celular. En tiempos de militancia 2.0, la protesta se vivió en la calle y también en las pantallas, aunque depende cuales. En las redes sociales se multiplicaron por millones los posteos y tuits con la etiqueta #ruidazo, “#chauaranguren y #noaltarifazo. En las web y medios de Clarín, todo lo contrario. Allí la manifestación de alcance nacional fue vergonzosamente invisibilizada (ver recuadro).

Las imágenes subidas a internet retrataron la cantidad de gente y los lugares donde se replicó la protesta, pero la presencia en el teatro de operaciones, permitió ver otro de los “colores” que propuso la movilización: las pancartas. Las hubo de todo tipo, de las impresas en computadora, de las hechas a mano, de las pintadas en lienzo. Y con frases para todos los gustos. Desde “En defensa propia, basta de tarifazos”, pasando por la ya popular “Macri Gato”, hasta la sorprendente “Apertura de los libros de los monopolios”.

El ruidazo no será televisado

La protesta contra los tarifazos se hizo notar a pesar del ninguneo de los medios hegemónicos. La afirmación anterior no es sólo una lectura política del comportamiento de las grandes corporaciones periodísticas, sino un hecho que sus propios trabajadores denunciaron ante El Eslabón durante la manifestación del jueves pasado frente a Litoral Gas. “Llamaron de Buenos Aires y exigieron que la protesta no sea título, no sea imagen del día y no se transmita en vivo”, fue el dato que compartió con este medio, una fuente que labura en Cablevisión Rosario. “Si finalmente sale algo en el noticiero, es por la resistencia de los propios trabajadores”, añadió la misma fuente.

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Fuente: El Eslabón

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