12 Barrios color

A contramano del discurso dominante, el ex director de la Cámara de Comercio Exterior, Alejandro Barrios, considera que al país “le fue bien cuando lo dirigían los políticos, no los técnicos”.

Para el economista Alejandro Barrios, el trabajo es la principal herramienta de integración en la sociedad, por lo que entiende que la generación de puestos de empleo debe ser el principal objetivo de todo gobierno. De ahí, su preocupación por el impacto negativo, que han tenido el aumento de precios y el tarifazo, no sólo para la incorporación de los jóvenes al mundo laboral sino también por los despidos en la industria el comercio y los servicios. “Si paro el mercado interno, destruyo el empleo”, afirma y planteará la necesidad de unidad para conformar “un frente antiliberal, que tenga como objetivo común parar el ajuste sobre el pueblo argentino”.

Barrios –docente e investigador universitario, y ex director de la Cámara de Comercio Exterior– viene desempeñando un papel significativo en la promoción de debates y en lo que se suele denominar “formación política”. Con ese cometido, llegó a Rosario a principios de mes para presentar su libro Buenas herencias. El legado económico del kirchernismo en una charla debate, que organizó la Departamental Rosario del Partido Justicialista (PJ).

Con prólogo del ex titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, Buenas herencias se publicó a mediados del año pasado y nació a raíz de la participación del autor en un programa de televisión, de cuyas reflexiones se planteó la necesidad de “argumentar que la experiencia 2003-2015 era una buena y que había que ir por más y no ajustar”. Dentro de su producción, la obra representó la continuidad de sus estudios sobre otras herencias y el kirchnerismo sale airoso de la comparación con lo recibido por Menem o De la Rúa.

De la etapa kirchnerista, Barrios destaca, entre otros aspectos, el hecho de que se ubicó a la política por encima de la Economía y se llevó a esta “más allá de las fronteras de lo posible”.

La destrucción del empleo

“Si como Estado decido sacarle plata a los hogares y dársela a los empresarios, en la historia de nuestro país nunca se ha demostrado que esa plata vuelva a inversión”, dice Barrios acerca de la transferencia de ingresos que representaron los incrementos de los últimos meses; y lo grafica de esta manera: “Si un hogar destinaba el 10 por ciento de su ingreso a pagar energía, teléfono, agua, y ahora pasó al 40 por ciento, ese 30 por ciento diferencial, que antes lo gastaba en ropa, en zapatillas o en mejor comida, lo va a retraer. ¿Dónde va esa plata? A las empresas prestadoras de servicios públicos que son fugadoras seriales de plata”.

Luego, marcará un contraste entre ese modelo liberal –que prioriza el equilibrio fiscal y la rentabilidad empresaria– y la visión keynesiana, para la cual “es vital poner plata en los hogares, porque si estos demandan, los empresarios que vuelcan su producción al mercado hacen más ropa, más zapatillas, más licuadoras”.

Entonces, explicará la magnitud del problema que se genera. Al respecto, señalará que anualmente se deben crear ciento cincuenta mil puestos de trabajo para que los jóvenes se incorporen ocupados al mercado laboral y que “parar el mercado interno no solo es el principal ataque a la generación de esos empleos sino que, además, se están destruyendo puestos en las industrias que lo abastecían, en el comercio y en los servicios”.

Por otra parte, observará que el problema lejos está de solucionarse con una expansión del comercio exterior: “Por más que le vaya bien al mercado externo argentino, hay mayor destrucción en el interno que la poca generación que pueda generar el aumento de las exportaciones”.

Los economistas y las fronteras de posibilidades

Con la aparición de Buenas herencias, el autor ha incrementado su participación en charlas de formación política, en las que los asistentes trasuntan su avidez por conocer sobre temas económicos. De todos modos, tiene una visión despojada de vedetismo respecto del lugar que ocupan los expertos en la materia, más aún cuando se desempeñan como funcionarios: “Somos técnicos y lo único que debemos hacer es asesorar a los políticos. Como no tenemos ese compromiso con el ciudadano que tienen los políticos, nos manejamos con datos y creemos que con dos formulitas o una planilla Excel podemos aumentar las tarifas un dos mil por ciento. En cambio, el político tiene la sensibilidad del territorio”.

Por eso, Barrios destaca el hecho de que esa lógica que él defiende –lo político por encima de lo técnico– fue la que prevaleció durante el período kirchnerista. “Néstor se comprometió con el pleno empleo y los economistas desde el 2003 al 2015 tuvimos un rol secundario. Hablaban él y Cristina. Nosotros asesorábamos sobre cómo llegar a los objetivos que él se había comprometido con el pueblo. Lamentablemente, siempre que viene un modelo liberal, empiezan a cobrar protagonismo los economistas, que hablan por los medios y convencen a las personas de que es inevitable el aumento de tarifas, echar empleados públicos, pagarle a los fondos buitre y abrir la economía para integrarnos al mundo”.

Luego, lamentará que en la actualidad los economistas ortodoxos han vuelto a tener más peso en la agenda pública, lo que a su entender “es un peligro, porque a este país le fue bien cuando lo dirigían los políticos, no los técnicos: cada vez que aparecen los economistas, el pueblo sufre”.

Como contrapartida, mostrará la relevancia de la conducción del Estado que se ejerció desde la política durante el período 2003-15. “Néstor corrió lo que los economistas llamamos frontera de posibilidades, de hacer un gráfico de dos dimensiones y decir: ‘Esto es posible y esto no’”, explica sobre una cuestión que algún colega suyo –con tendencia a un despegue tardío de algo de lo que fue parte– ha criticado en Cristina, atribuyéndole forzar las “condiciones objetivas de la economía”.

Pero Barrios entiende que “la voluntad política genera nuevos escenarios, nuevas condiciones objetivas” y que “Néstor nos enseñó que esas fronteras de posibilidades se pueden correr con coraje y con amor”. A modo de ejemplo, recordará que “nadie votó en el 2003 que pagara y nos desprendiéramos del Fondo, y lo hizo. Nadie votó el ‘no al Alca’ y él vio la posibilidad y lo frenó”.

Unidad para frenar el ajuste

“Yo participo de encuentros de formación en sindicatos y lo que estoy viendo es que más allá de las dirigencias, abajo, en seccionales, en delegados de fábrica, lo que está pasando es muy diferente a lo que ocurre arriba. Abajo se ve claramente la necesidad de la unidad que tuvieron los pibes para arrancar el boleto estudiantil”. La frase del economista viene en respuesta a una consulta sobre los acontecimientos gremiales de agosto –la inminente unidad de la CGT, la Marcha Federal de la CTA y la movilización de San Cayetano– y sobre dichos de la ex presidente respecto de la capacidad que tuvieron los secundarios bonaerenses para imponer sus reclamos a la gobernadora María Eugenia Vidal.

En ese sentido, observa que toda esa movida “va a generar un clima donde algunos dirigentes sindicales se van a sumar y van a estar a la altura de las circunstancias; y otros no, como también pasó a lo largo de la historia”. Y completa refiriéndose a los dirigentes políticos: “Algunos siguen con esa agenda de quién es más traidor que quién, en vez de ponerse a armar un gran frente antiliberal. Creo que esta etapa está demandando que subordinemos nuestras individualidades, que seamos generosos detrás de ese objetivo común, que es parar el ajuste sobre el pueblo argentino”.

Fuente: El Eslabón.

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