Ilustración: Facundo Vitiello.
Ilustración: Facundo Vitiello.

Yo no sé, no. Pedro se acuerda que había uno que a la hora del fútbol le metía mucha técnica, tanta técnica que se volvía ciencia. Porque era pura ciencia lo que hacía ese muchacho para elaborar las jugadas que parecían imposibles y hasta para vencer la ley de la gravedad, como cuando tiraba una chilena de espaldas al mismísimo globo terráqueo. Para eso se la pasaba todo el día practicando, y calculando, cosa que también aplicaba a otro juego, como cuando tenía un yo-yo en la mano y hacía un dormilón que parecía que se suspendía en el tiempo. Con los barriletes también calculaba: cuánto viento había, y cuánto había que ponerle de cola, de trapo. Con ese muchacho fueron a la primaria juntos, y cuando se enfrentaron a los fríos números fue un mundo bravo, porque ahí la aritmética, la matemática, te hacen calcular todo y tenés que aprender, entre otras cosas, la tabla del 7, y multiplicar cosas que ni te imaginás, y dividirlas por decimales, y hay un montón de ceros que asustan, hasta que le agarrás la vuelta, la técnica para vencer lo que parece imposible.

En el fútbol, por aquel entonces, aparecieron, aunque no eran muchos, tipos que tenían técnica para patear tiros libres, otros para gambetear o saltar y meter un cabezazo, y otros para tirar el centro perfecto. Y había otros que combinaban todo eso y que más que técnica eran pura ciencia. De esos hubo muy pocos en la historia del fútbol.

Al poco de andar, y ya en la secundaria, Pedro se juntaba con los equipos políticos técnicos de la Juventus Universitaria Peronista que cayeron al Superior. Tipos intelectuales que estaban al servicio de la causa. Daba gusto hablar con ellos, dice Pedro, tenían el espíritu crítico, el conocimiento que había que tener, y encima militaban en la causa nacional y popular.

El otro día, cuando estaba mirando la tele y vio otro de los tantos zafarranchos que estos tipos se vienen mandando, como sacarle presupuesto a la ciencia y a la técnica, Pedro pensó: estos al final quieren un equipo de troncos, quieren que entremos a la cancha entregados, con unos pocos habilidosos y puro optimismo. Porque en el fútbol, o en cualquier juego o acontecimiento del que uno participe, no sólo tenés que tener habilidad sino también la ciencia, la técnica y el espíritu crítico, sino te empantanás. Un equipo de tontuelos es lo que quieren, sigue Pedro. A eso hay que oponerse. Y fomentar que los pibes sigan teniendo ciencia y técnica en el campito y en la escuela, porque no es verdad que la revolución de la alegría todo lo puede.

De la técnica, la sabiduría y la voluntad de vencer la adversidad, de eso nos quieren castrar. Pero no se lo vamos a permitir. Los pibes seguirán practicando hasta que aparezcan los mejores jugadores, y van a aparecer. Jugadores con técnica, tanta técnica que se vuelva ciencia.

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