La manera en que una sociedad trata a las personas de la tercera edad, las niñas, los niños y los discapacitados, marca en forma inequívoca el desarrollo humano alcanzado. En este sentido, en distintas sociedades, y más allá de las diferencias culturales, sociales y políticas, existe un amplio consenso al respecto: una sociedad que excluye a los sectores que más ayuda necesitan del conjunto, no sólo carece de futuro sino que, en realidad, no es una sociedad, no merece ese nombre.

En Cuba, por ejemplo, cada uno sabe a qué persona con problemas de movilidad debe rescatar en caso de huracán o invasión. En 2005, en EEUU, durante el huracán Katrina, más de dos mil personas que no podían desplazarse murieron ahogadas en sus propios domicilios. Sus cuerpos fueron hallados varios días después.

Los gobiernos que toman medidas contra las grandes mayorías y contra los que necesitan del conjunto, del colectivo, atacan la idea misma de sociedad, gobiernan contra la sociedad, gobiernan para destruir la idea misma de sociedad.

Aun en el marco del capitalismo, que por definición promueve el individualismo y ataca lo colectivo, ciertas sociedades se permitieron, al menos en algunos momentos de su historia, ciertas regulaciones, ciertos límites que pusieron a salvo algunos actores sociales.

Durante décadas, el Estado de Bienestar europeo protegió a niñas, niños, personas de la tercera edad y discapacitadas. Lo hicieron, claro está, a costa de la sangre de los pueblos colonizados, y por temor al comunismo, pero lo cierto es que a la hora de repartir el botín en casa, organizaron sus sociedades otorgando un lugar especial a esos sectores sociales. Se halló un cierto consenso en este sentido. Se los dejó, al menos parcialmente, al margen del salvajismo capitalista. Se les aseguró un piso mínimo de dignidad.

El documental del cineasta británico Ken Loach El espíritu del 45 muestra cómo los soldados que volvían del frente, dejando atrás el horror de la guerra, siguieron luchando en tiempos de paz para que su sacrificio sea al menos recompensado con un servicio de salud al alcance de todos. Así se creó el Estado de Bienestar, y el Servicio Nacional de Salud, que luego los gobiernos conservadores se encargaron de destruir.

Atendiendo a este proceso histórico, discutir los recortes a los subsidios a los discapacitados sin hacer referencia a la ideología neoliberal y sus recetas es un engaño, una discusión sin sentido, una puesta en escena.

En la primera página de toda receta de ajuste del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial figura: recortes y quitas de beneficios a jubilados y pensionados, eliminación de todo tipo de subsidios y ayudas del Estado a la ciudadanía, a quien sea: no se salva nadie. Eso reza el dogma neoliberal. Y los neoliberales lo aplican en forma dogmática, fundamentalista, caiga quien caiga. Y los que caen son siempre los mismos. Ocurrió en todo el mundo, decenas de veces. La misma receta, las mismas víctimas.

Macri a la derecha de los neonazis británicos

En el Reino Unido, la primera ministra Theresa May perdió la mayoría en las elecciones parlamentarias el 8 de junio. La mandataria llamó a elecciones anticipadas porque las encuestas le daban veinte puntos de ventaja. Pero todo se le vino abajo cuando anunció que iba a recortar los fondos estatales de ayuda a personas con alzhéimer y otras patologías graves. Lo notable es que el electorado de May es de derecha y de ultraderecha. Incluye al thacherismo y a los neofascistas del Partido de la Independencia del Reino Unido. En ese país, las personas de la tercera edad con esas enfermedades que viven solas son beneficiarias de un programa de ayuda estatal que les envía a una persona para cuidar de ellas en su propio domicilio, para evitar institucionalizarlas. May pretendía hacerles pagar a las que tengan bienes por más de 100 mil libras (2.300.000 pesos). Y su electorado no se lo bancó. El mismo electorado que votó el Brexit, que quiere expulsar a los extranjeros y combatir el terrorismo “destrozando los derechos humanos” dijo no. Meterse con los enfermos es demasiado cruel.

Los discapacitados en el Eje del Mal

A partir de 1999 comenzó a escribirse una nueva página en la historia de Venezuela, y esto incluyó la participación real y protagónica de las personas con discapacidad. El artículo 81 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice: “Toda persona con discapacidad o necesidades especiales tiene derecho al ejercicio pleno y autónomo de sus capacidades y a su integración familiar y comunitaria. El Estado, con la participación solidaria de las familias y la sociedad, le garantizará el respeto a su dignidad humana y la equiparación de oportunidades, condiciones laborales satisfactorias, y promoverá su formación, capacitación y acceso al empleo acorde con sus condiciones, de conformidad con la ley”.

Y no es letra muerta. En Venezuela se crearon no sólo mecanismos jurídicos y aspectos legales, sino que se pusieron en marcha misiones en el marco del Plan Nacional Simón Bolívar a favor de las personas con discapacidad.

Además, en 2007 se sancionó la ley nacional 38.598 para las personas con discapacidad, que establece en su artículo 2: “Los órganos y entes de la administración pública nacional, estatal y municipal competentes en la materia, y las personas naturales y jurídicas de derecho privado, cuyo objeto sea la atención de las personas con discapacidad, tienen el deber de planificar, coordinar e integrar en las políticas públicas todo lo concerniente a la discapacidad, en especial su prevención, a fin de promover, proteger y asegurar un efectivo disfrute de los derechos humanos de las personas con discapacidad, el respeto a la igualdad de oportunidades, la inclusión e integración social, el derecho al trabajo y las condiciones laborales satisfactorias de acuerdo con sus particulares, la seguridad social, la educación, la cultura y el deporte de acuerdo con lo dispuesto en la constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los tratados, pactos y convenios suscritos ratificados por la república”.

En Ecuador, el actual presidente, Lenin Moreno, viene militando por los derechos de las personas con discapacidad desde que se desempeñó como vicepresidente y enviado especial del secretario de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad.

En 1998, Moreno perdió la movilidad en sus piernas luego de recibir un disparo en la espalda durante un asalto. Desde entonces, su labor se ha enfocado en visibilizar y reivindicar a quienes sufren algún tipo de discapacidad. En 2012, fue nominado al Premio Nobel de la Paz por impulsar la inclusión de las personas con discapacidad.

Durante su gestión como vicepresidente, lideró la misión solidaria Manuela Espejo, una institución encargada de ofrecer el primer diagnóstico sobre la situación de las personas con discapacidad en Ecuador. El censo permitió registrar a 418.001 casos. El programa se complementó con la aprobación de la Misión Joaquín Gallegos Lara para las discapacidades más severas, e incluyó el pago de un subsidio mensual de 240 dólares a los encargados de cuidar a quienes padecen limitaciones. Asimismo, se entregaron sillas de ruedas, prótesis y los afectados recibieron terapias. Esta misión también contempló la entrega de viviendas: unas 12.334 en todo el país, entre 2010 y 2016. Además, se sancionó una ley que obliga a las empresas a contratar a personas con discapacidad. La Misión Solidaria Manuela Espejo cruzó fronteras internacionales y el modelo fue replicado en Chile, Colombia, Honduras y Haití, entre otras.

Desde 2014 a 2016, Moreno se desempeñó como enviado especial del secretario de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad. En su gestión destacó la necesidad de considerar a las personas con discapacidad como sujetos con derechos y miembros activos de la sociedad, y no como “objetos” de caridad.

En octubre de 2016, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas de ese entonces, Ban Ki-moon, elogió el trabajo desarrollado por Moreno porque mejoró “los derechos de las personas con discapacidad, así como también de lograr un mundo más inclusivo y accesible para todos”. La labor de Moreno, ayudó “a garantizar que las voces y perspectivas de personas con discapacidad sean escuchadas en las negociaciones globales, regionales y nacionales de la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030”, agregó Ban Ki-moon.

Fuente: El Eslabón

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