Los diarios Clarín y La Nación le sostienen la agenda al gobierno de Mauricio Macri. Canal 13 y Telefé son, sustancialmente, pura propaganda. TN, América TV, Infobae y Perfil, más un coro de radios, también militan para Cambiemos y –salvo en el caso de Sergio Massa–, agitan con persistencia psicópata contra la oposición, especialmente contra Cristina Fernández de Kirchner. A ese gigantesco dispositivo de prensa oficialista, debe sumarse el Sistema Nacional de Medios Públicos (Canal 7 y las más de 40 emisoras de Radio Nacional). El esquema, con honrosas excepciones, se replica en todas las provincias. En Rosario, el ex Grupo UNO –ahora denominado Grupo América– controla La Capital (papel y web), Radio LT8 y las FM La Red y Del Siglo; El Grupo Televisión Litoral –orientado por la ultraliberal Fundación Libertad– aporta Canal 3, Radio 2, el portal Rosario3.com y FM Vida entre otros. Canal 5 es Telefé (de la norteamericana Viacom). La potencia del discurso neoliberal en general, y favorable a la Casa Rosada en particular, es opresivo.

Clausuras y decomiso de equipos a radios y canales comunitarios, cooperativos y de pueblos originarios; exclusión de la pauta publicitaria oficial a medios de línea editorial adversa, censura de periodistas y programas, desregulación por parte del Estado de la empresa monopólica Papel Prensa, anulación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, desfinanciamiento de áreas de promoción a la comunicación popular, autorización a la fusión de Clarín y Telecom, fin de Fútbol para Todos y entrega del negocio a Fox y TyC Sports. La apretada enumeración no agota la serie de medidas contrarias a la prensa autogestionada, en manos de sus trabajadores, o de empresas periodísticas que asumen posiciones críticas al gobierno nacional, que se vienen sucediendo desde el 10 de diciembre de 2015.

Y qué hablar de estigmatizaciones. El discurso antinacional, antiobrero, antilatinoamericano, antitercermundista, antipolítica, antisindical, antiprotesta, antiperonista, antikirchnerista, antizquierda, anti pueblo originario, antiestudiantil, anti derechos humanos, antipobres, es una constante en los medios de comunicación hegemónicos.

Y aunque las –algo endogámicas– “redes sociales” permitan establecer otro tipo de producción y circulación de contenidos, hacer visibles hechos y denuncias que “saltan el cerco”, una comunicación “más horizontal”, y cuya potencialidad está lejos de ser explotada aún desde el campo popular y nacional, cierto es que es otra zona de batalla en la que las corporaciones económicas –los son Facebook, Twitter, Instagram, Google, Snapchat o Whatsapp–, tienen el control.

El “poder de fuego”, la desproporción de “armas”, la disparidad a la hora de la distribución de los “fierros” es notable. Ante ese panorama adquiere mayor dimensión la pelea por el sostenimiento y la construcción de proyectos de comunicación –que los hay en gran calidad– que conciben a la información como un derecho humano, ligada a los intereses nacionales y populares, de las mayorías y los trabajadores, de los movimientos sociales. Para sumar fuerza en esa pulseada, a la cual dedicamos este número de El Eslabón, es que desde la cooperativa La Masa hacemos cada sábado este semanario y todos los días nuestro diario digital redaccionrosario.com.

La contienda comunicacional se hace cada vez más explícita. Ya no funcionan las caretas. Lo reconoció uno de los francotiradores de Clarín cuando admitió que ellos hacen “periodismo de guerra”. Por este lado, asumimos el compromiso que nos toca. Los y las invitamos, estimadas lectoras y estimados lectores, a ser otro eslabón de esta cadena informativa. Ustedes ya nos conocen: acá no somos de esconder de qué lado de la grieta nos encontramos.

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