Se dice que en todas las personas que escriben libros habitan grandes lectores. El Eslabón convocó a narradores, poetas y editores locales, cuyas obras (que repasaremos más adelante) fueron reseñadas en esta columna durante 2017, para arrancar otra vuelta al sol multiplicando las propuestas de lecturas. La propuesta es como la del año pasado aunque esta vez la consigna de recomendación es libre. La única condición para los y las invitadas es que ofrezcan lo que hayan leído en el último tiempo (de Rosario y el mundo) y que consideren que no se puede dejar pasar sin compartirlo. Hay mucha poesía y algunas sorpresas: entre nuestros invitados e invitadas, hay una muy muy joven, y entre los sugeridos, varias obras de la ciudad. Empecemos.
Uno de los libros que picó en punta el año pasado fue la novela iniciática Después del fuego (Le pecore Nere, 2017), de Javier Nuñez. Este autor, nacido en Rosario, nos convidó con dos libros: El hermano mayor, de Daniel Mella y otro local que también rankea como favorito: La caspa del punk (Ediciones Abend), del joven rosarino Manuel Diaz.
Marcos Mizzi es otro joven poeta de la ciudad y fue convocado por City Center, su novela debut y primera publicación del sello rosarino Pesada Herencia. Él recomendó un clásico: Fausto Hernández, Biografía de Rosario que Baltasara Editora relanzó en 2017.
Delfina Verón Rzemyk es la más joven de los recomendadores (tiene 17 años) e integra la lista por su novela Jazmín (Emr, 2017) que escribió cuando tenía 15, y con la que obtuvo una mención en el Concurso Municipal Manuel Musto de Narrativa 2014. La novel escritora eligió y recomendó un libro de poemas de Eric Schierloh, un poeta bonaerense.
El autor de La novela histórica de Corazón (Danke, 2016), Agustín González, invitó a leer a Nico Todo, especialmente su libro de poemas Arma blanca de levitación, también editado por Danke.
Por su parte, Maximiliano Masuelli quien dirige junto a Ana Wandzik la editorial Ivan Rosado eligió para recomendar los fanzines de Mosquil, el dibujante rosarino de viñetas punk.
La autora de La edad de Eva, (Ivan Rosado 2016) Alejandra Benz presentó al poeta Diego de Aduriz, y recomendó amorosamente uno de sus libros con el que comparten catálogo del sello Iván Rosado.
Nicolás Manzi editor de UNR editora y responsable del sello Casa Grande que en 2017 largó varios títulos, entre ellos, Quién no pensó en matarse alguna vez de Juan Cruz Revello, eligió 4321, el último título del prolífico escritor neoyorquino, Paul Auster.
Lucas Paulinovich, editor de la revista literaria El Corán y el Termotanque eligió Por encima de los techos, libro de poemas de Roberto Malatesta que la editorial Último recurso reeditó a fines de 2017.
Por su parte, Federico Ferroggiaro, autor del libro de cuentos Par de Seis (Baltasara Editora, 2017) aprovechó el espacio para hacer varias recomendaciones: entre los locales sugirió leer a Pablo Colacrai y al antes mencionado Después del Fuego de Nuñez, además de la obra de Natalia Ginzburg y la última novela de Baricco. En tanto, Laura Rossi, quien este año publicó Los bordes del cielo, título que reabrió la colección Prosistas argentinos, del sello editorial de la Biblioteca Vigil, propuso Estanque de Claire-Louise Bennet como lectura favorita.
4321 por Nicolás Manzi
Este año se publicó en español un nuevo título de Paul Auster, 4321. El libro tiene muchas páginas. Por la memoria de Guillo Percal que nos recomendaba leer a Auster en el año 2000 y que estaba escribiendo su tesis de grado sobre la obra de este escritor, siempre que puedo me dejo atrapar por sus palabras (traducidas al español, muchas veces peninsular). El texto de Auster se nutre de lo mejor de la tradición de la literatura norteamericana (si el libro más leído este año no fue Stoner, por decir algo más de esa tradición, pega en el palo), una tradición que ha influenciado mucho y beneficiosamente a una buena cantidad de escritores cercanos. En otro orden de cosas, tengo la sensación de que en poco tiempo más tendremos acceso como lectores a las ediciones en lengua original de este tipo de novedades: la hiper-tecnologización va también hacia ese plurilingüísmo, mucho más que a la desaparición del libro en papel.
Por encima de los techos por Lucas Paulinovich
Este año la editorial Último Recurso reeditó Por encima de los techos, el libro que Roberto Malatesta publicó en 2004, después de la inundación de Santa Fe. Son imágenes de la catástrofe descritas con puntería narrativa. Poemas desde la acción. El hundido que pasa la escoba al mueble; los libros que se secan al fuego; los barrios tragados por el alma del río; los pibes que patean basura e imaginan los juegos de la próxima inundación. La inundación aparece como dimensión hídrica de la crisis y el estallido, un cierre trágico para el desmoronamiento. Quince años después, el agua vuelve a decir solamente “agua-agua-agua”. “Nuestro mejor gobierno es el sol”, dice en Epigrama. Es un libro como una fatalidad: escrito “luego que el río desbordó mi aldea / y el mundo se enterara / cuán grande es mi aldea y ancho el río”. Solo perros en los techos que “miran hacia abajo, ven agua, tienen hambre”.
El hermano mayor por Javier Nuñez
El hermano mayor, de Daniel Mella (ediciones HUM). Entre la memoria y la ficción, es una novela de duelo que el autor uruguayo escribió después de la muerte de su hermano, alcanzado por un rayo durante una noche de tormenta en la playa. Con gran honestidad y magnífica prosa. Un libro sobre el dolor y la esperanza. Y a nivel local, La caspa del punk de Manuel Díaz (ediciones Abend). Nouvelle satírica de estructura documental que a través de estudios y testimonios recupera la historia y pensamiento de Arthur Simonky, una eminencia intelectual de la teoría del punk. El cruce de registros y temas convoca al humor y al disfrute en una edición preciosa.
Estanque por Laura Rossi
Bennet, Claire-Louise. Estanque. Traducción de Laura Wittner (Eterna Cadencia). Algunos libros aparecen sin que uno pueda saber, de antemano, qué fibras internas van a tocar o cómo van a sostenernos. No conocía a Claire-Louise Bennet -Estanque es, de hecho, su primer libro de ficción- pero la voz que atraviesa estos veinte relatos me habló como ningún otro libro durante 2017. Relatos que pueden leerse casi como una novela dislocada, en los que los detalles cotidianos, mínimos, son excusa para hablar siempre de algo que está “en el fondo” y que se abre camino sin alardes ni pretensiones en el agua quieta.
Nadie es tan fuerte por Federico Ferrogiaro
En este 2017 pude leer muy buenos libros: la reedición que hizo Lumen de la obra de Natalia Ginzburg y la última novela de Baricco, por ejemplo. Pero, para recomendar, prefiero invitar a leer Después del fuego, de Javier Núñez, una novela de aprendizaje intensa y atrapante, con episodios fuertes y personajes que parecen vivir en esas páginas y el segundo libro de Pablo Colacrai, Nadie es tan fuerte. En este volumen, siento un enorme crecimiento del escritor que alcanza la cima en la creación de cuentos de escena. “El regreso del Coelacanto” me resultó un extraordinario espejo deformante de nuestra juventud.
Biografía de Rosario por Marcos Mizzi
Biografía de Rosario, el mito de Francisco Godoy de Fausto Hernández. Fue escrito en 1939 y reeditado en 2017 por Baltasara Editora. La primera parte es un texto de divulgación histórica algo aburrido: escrita con pompa y poco rigor, está lleno de errores y omisiones. Lo más rescatable son las anécdotas que el autor trae a colación. Pero no importa, porque esos capítulos son el aperitivo para el plato principal: un ensayo sobre el alma de Rosario. Es la ciudad del Yo, dice Hernández, que por una falta originaria siempre está inventándose un destino. Y se sigue explayando. El postre es todavía mejor: otro ensayo, sobre la gravitación del Mito en la realidad. Muy zarpado. Mi deseo de Navidad es que se sigan recuperando textos de toda esa banda de autores rosarinos de la primera mitad del siglo XX. Todavía tienen mucho que decir.
Variaciones sobre cerrar los ojos por Delfina Verón Rzemyk
Variaciones sobre cerrar los ojos de Eric Schierloh, (La Plata, Buenos Aires, 1981) obtuvo el segundo premio compartido en el primer Concurso Nacional de Poesía EMR 2017. Este libro logra hilvanar sutiles puntos en los que se encuentran su poesía y su filosofía. Hace un gran uso de los espacios y signos de puntuación para lograr los silencios, el sentido y esa música rítmica y armoniosa que evidencian sus textos. Busca la poesía en lugares comunes y con los ojos cerrados, haciendo hincapié en el mundo sensible y sobre el arte forzado producto de tratar de encontrar a la poesía con los ojos abiertos. Busca la realidad de lo intangible. Cree en el cambio solo si se lo percibe con los ojos cerrados. Expresa constantemente “lo negro cubre lo negro” y de ahí la interpretación que cada uno logre darle, ¿será lo que vemos y lo que no? ¿y sobre todo eso que negamos?
Bongo, el oso risueño por Maxi Masuelli
Voy a recomendar las historietas que Mosquil viene autoreeditándose desde hace más de un año. Se trata de una mezcla de tiras o bien inéditas, o publicadas en los noventa en revistas nacionales (como Cerdos y Peces, Fierro, Mal de ojo) o de Brasil (como Porrada y Heavy metal). Actualmente circulan como fanzines breves pero de información muy condensada que reparte personalmente. Para quien quiera conocerlos, cada quince días un nuevo número aparece por los anaqueles del Club Editorial Río Paraná. La última recibida es para destacar y es un regalo para todas las edades: son las geniales aventuras de Bongo, el oso risueño, ¡un lujo!
Arma blanca de levitación por Agustín González
De mis lecturas del 2017 quisiera recomendar Arma blanca de levitación un libro de poemas de Nico Todo editado por Danke. Nico es un poeta que utiliza las técnicas ninjas conjunto con la sabiduría metafísica para armar poemas que son a la vez canto védico y libro de enseñanzas reveladas. En este pequeño y denso libro el poema recupera su dimensión mistérica y sagrada, y el poeta se halla fundido con los elementos primordiales del universo. Lunas y soles dentro de este libro dejarán a cualquier lector en un fascinante estado de eclipse.
Hoy recordé algo que había olvidado Por Alejandra Benz
Hoy recordé algo que había olvidado es el libro publicado por Diego de Aduriz vía Ivan Rosado Ediciones. Diego es artista, performer, poeta, diseñador y tantas otras cosas. Está radicado en Rosario hace un par de años durante los cuales realizó varias muestras, organizó ferias, talleres, lecturas y fiestas. Deberíamos tomarnos como rosarinos muy en serio su estancia en la ciudad, Diego es un duende y si lo asustamos ¡puff! se escapa… así que mucho ojo. Su libro es precioso como un meme de gatitos. Adentro hay historias de miedo, de amor, mucha fantasy, mucha oniria y todo escrito con una pluma excelsa. Se puede leer en formato oracular: todas sus entradas tienen mensajes que entrecruzan distintos lenguajes, el eje cuál Padre Hijo y Espíritu Santo son el arte, la magia (en todas sus expresiones y todas sus acepciones) y la imaginería pop. Cuando llegó a mis manos sentí a este libro como una mandarina jugosa que iba cambiando su forma mientras yo la devoraba y me chorreaba jugo por las manos a modo de bendición. ¡Leanló, no sean cucos!