Con humor y poesía, el grupo Pato Mojado aporta sus granos de arena en la búsqueda incesante de nietas y nietos apropiados por la dictadura. Este domingo realizan dos funciones en nueva conmemoración por el 24 de marzo.
En la semana de la Memoria, la compañía teatral Pato Mojado realiza una gira zonal con la intención de multiplicar las sonrisas, y generar conciencia en torno a la campaña de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario en la búsqueda de sus nietas y nietos apropiados por la última dictadura cívico-militar.
Los payasos, integrados actualmente por María Franchi, Cesar Artero, María Caila, Miguel Franchi, y el músico Alejo Castillo, se presentaron en Granadero Baigorria, Álvarez y Las Parejas. En Rosario brindarán dos funciones el domingo 25 de marzo: a las 16 en el Jardín de los Niños (Lugones 2290- Parque Independencia), y desde las 19 en el Centro Cultural La Toma (Tucumán 1349).
Cenizas (quedan siempre) es una obra protagonizada por cuatro payasos y un músico que recorren infinitas situaciones reideras poniendo en escena de forma ágil y divertida la búsqueda incesante de la identidad. Un espectáculo de payasos que invita a reflexionar sobre una parte de la historia de nuestro pueblo. Con guión original del dramaturgo Héctor Presa, en 2012 el grupo Pato Mojado se aprestó a interpretarlo luego de un trabajo de clown intenso. “Por iniciativa de Abuelas Rosario fuimos convocados a participar de Teatro x la Identidad, y tomamos la obra de Presa y la transformamos”, contó Alejo Castillo, el músico que ameniza las funciones. “El texto de Presa es un obra con escenas breves y sin diálogos-agrega el compositor-. Entra el padre apropiador, se lleva al niño. De repente mata a la madre. Vuelve el fantasma de la madre. Es un obra bastante corta en la cual era muy importante cómo llevarla a cabo”, subrayó.
—¿Cómo fue esa construcción teniendo en cuenta el lenguaje particular con el que producen?
—Eso fue muy interesante. Los primeros integrantes éramos María Fanchi, Cesar Artero, Manuel Baella, Fernando Molina, y yo. Estuvimos un año entero ensayando en el distrito sur, Rosa Ziperovich. Nos juntábamos una vez o dos veces por semana y nos pareció muy interesante encarar este tema en clave de clown. Por mi parte, fue un honor hacer la música, que en realidad es un trabajo colectivo con mis compañeros, y poder encarar un tema tan áspero, tan oscuro, a través del lenguaje del clown y de la risa. Yo creo que años antes hubiera sido muy difícil poder atravesar con una carcajada este tema. Pero ha pasado tanto tiempo, tantas décadas, que en el momento que lo hicimos nos dimos cuenta que había cambiado cierta percepción y cierta conciencia con respecto a esa época, entonces podíamos atacar el tema también a través de la risa sin dejar de lado el drama y la emoción.
—¿Cuál es la devolución de la obra en las ciudades, en los pequeños pueblos, y de las personas que vivieron en carne propia todo este drama argentino?
—La reacción de la gente es muy diversa. Yo creo que siempre hubo la mejor. Las Abuelas, las Madres, las escuelas, los barrios, hemos inaugurado una calle con el nombre de un desaparecido en Nogoyá. Hemos ido a todos lados y siempre nos han recibido bien. A veces con algo de curiosidad, otras mirándote medio de reojo tal vez, porque el tema de la dictadura, tanto en el cine como en el arte en general, ha sido tomado con cierta solemnidad y se ha tirado para abajo el mensaje. De todas formas me parece que hemos encontrado una manera de contar esta historia, que atrapa, que divierte, y que no minimiza el tema, y que es muy actual. La reacción es muy diversa pero el efecto que causamos es el que quisimos desde el principio.
Necesito Verte Hoy
Cenizas (quedan siempre) nació como iniciativa de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario, surgida de la necesidad incansable de recuperar a las nietas y nietos robados y apropiados por la dictadura cívico-militar que comenzó formalmente a operar desde el 24 de marzo de 1976 y hasta finales de 1983. La obra también genera un puente con las generaciones venideras.
“Nosotros queremos contar lo que mucha gente vivió en carne propia, teniendo en cuenta que hay personas que no saben cómo fue y qué pasó. Es una manera de que lo puedan entender. A veces, después de las funciones en las escuelas se arman debates y los chicos preguntan. Conociendo el pasado podemos proyectarnos hacia el futuro con mucha más claridad. Y aparte de la obra en sí, como hecho artístico tiene ese plus de que uno está tratando de encontrar a más nietas y nietos, a más víctimas de esa situación y que desconoce en algún punto su identidad: no saben quiénes son, ni de dónde vienen, como le pasó al nieto de Estela de Carlotto, que como él mismo contó, sentía la música de una manera que no sabía de dónde venía todo eso y era porque lo tenía en la sangre, lo tenía en su ser. Para mí es un punto hermoso de la obra. Es una ventana para que entre la luz, y que se pueda descubrir el verdadero yo, que es impagable.