Los primeros despidos tras el acuerdo con el FMI, remarcaciones de precios y caída del salario, represión a trabajadores, datos negativos de la actividad económica asomaron detrás de la pelota mundialista. Ecos del paro cegetista.

Mientras se juega el Mundial de Fútbol en Rusia, en la Argentina “pasan cosas”, sí, pero no muy buenas que digamos. El lunes 25 de junio hubo un paro general convocado por la CGT y las dos CTA, una medida de fuerza contundente a la que adhirieron pequeños y medianos empresarios, organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, feministas y de derechos humanos. Un amplio sector de la sociedad se unió en la adversidad para repudiar la política de ajuste que profundiza el gobierno de Mauricio Macri. En las calles se escucharon reclamos por actualizaciones salariales, en contra de los despidos, de la reforma laboral, de los tarifazos, de las incesantes remarcaciones de precios al compás de la devaluación y en rechazo al acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional, organismo que pasó a manejar los hilos de la estancada y dolarizada economía doméstica.

Desde Cambiemos buscaron minimizar el impacto de la medida que paralizó el país, fiel reflejo de un descontento que va in crescendo. Entre otras chicanas duranbarbistas Macri, cual patrón de estancia, publicó en las redes sociales una foto suya algo dormido en Casa Rosada el mismo día del paro bajo la ajena proclama “acá se trabaja”, sin incluirse en la primera persona del plural. Por su lado, Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda que vive en un baldío, escribió en su cuenta de Twitter que “la única manera de sacar el país adelante es trabajando”. @marquitospeña descartó convocar a la cúpula de la CGT y el día después del paro Rogelio Frigerio, ministro del Interior y Obras Públicas, recibió a Gerardo Martínez, líder de la Uocra, para intentar llevar tranquilidad al gremio de los albañiles, que ven como cada día se derrumban las fuentes de empleo, situación que puede agravarse de cara a los recortes en obra pública que adelantó el gobierno en tren de achicar el gasto, como recomendó el Fondo Monetario.

No es necesario reparar en las profecías de Nostradamus para avizorar un futuro de alta conflictividad social. Una crisis autoinfligida y un modelo económico que pone a los trabajadores como principal variable de ajuste y se respalda en recetas austeras del FMI pueden poner contra el arco a todo un pueblo, que la pasa mal, se empobrece y resiste como puede. Mientras se rearma el mapa sindical y se recalienta la puja cegetista pos paro, las bases combativas le exigen a la central obrera mayor reacción frente al ajuste macrista. Con una suba salarial del 25 por ciento, Camioneros levantó la vara paritaria. El gobierno reconoce que al techo del 15 por ciento lo voló el encarecimiento del costo de vida. Siguiendo la evolución de precios, el Centro de Estudios Económicos y Sociales (Ceso) proyecta una inflación para 2018 de alrededor del 35 por ciento.

El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) publicó un informe que justifica la protesta de los trabajadores y el reclamo de reapertura de las paritarias, ya que el poder adquisitivo de un salario promedio de un empleado en blanco cayó casi 7 por ciento en dos años y medio de la gestión Cambiemos, dependiendo de cada sector. En tanto, el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma presentó un trabajo donde muestra que el actual salario mínimo, vital y móvil se desplomó a niveles de 2005 y experimenta un retroceso del 17,4 por ciento en comparación con el máximo registrado en 2012.   

Pero Argentina ascendió a la categoría de «emergente», según una calificadora internacional, gracias al desmantelamiento de regulaciones en el movimiento de capitales. Si bien es una buena noticia para grandes empresas que cotizan en Wall Street, esto no se traducirá en una nota positiva para la marcha de la economía real ni reactivará la actividad productiva, más allá del devaluado pronóstico de «lluvia de inversiones». En efecto, en la gestión Macri bajaron las persianas 4.787 empresas pymes a raíz de la contracción del mercado interno, según un comunicado de la Confederación General Empresaria (Cgera). El contexto económico no ayuda. El déficit cero que promete el gobierno, la recesión y el endeudamiento, sumado al rescate del FMI, encienden luces de alarma entre pequeños y medianos empresarios, y, por ende, entre trabajadores.

Alerta rojo

El martes 26, un día después del paro, la principal atención estuvo puesta en el partido de la Argentina frente a Nigeria. Con sufrimiento, el equipo de Jorge Sampaoli consiguió el pase a octavos de final. Un gol sobre la hora de Marcos Rojo encendió el delirio y la felicidad de miles y miles de hinchas argentinos. Así es el fútbol. Así se vive acá y allá. Los medios hegemónicos, los mismos que antes del encuentro contra Nigeria pedían fusilar a técnico y jugadores, se entretuvieron con el derechazo de Rojo contra el palo y omitieron las malas noticias del día.

Detrás de la pelota, el dólar pegó otro salto, la deuda externa siguió creciendo y el Indec publicó una caída de la actividad económica de casi el 1 por ciento en comparación con el mismo mes del año pasado. La Fundación Pro Tejer aseguró que la industria textil perdió 35.000 puestos de trabajo formales en los últimos dos años, sin contar los empleados en negro, como resultado de la liberación de exportaciones. Tampoco hablaron de los despidos en estaciones de peaje provinciales y en tres sucursales bonaerenses de la cadena de supermercados Carrefour.  

Poco antes de que comience el partido de Argentina trascendió que en la agencia de noticias Télam hubo 354 despidos, casi la mitad de la plantilla de empleados. El desguace de la agencia estatal tiene un responsable: el ministro Hernán Lombardi. Los trabajadores de prensa cesanteados en Télam se suman a los miles de periodistas de medios públicos y privados que perdieron el empleo en la era Macri. “Mis hijos lloran con el gol de Rojo, yo porque no sé cómo decirles que hoy me echaron de la agencia Télam después de 22 años”, escribió Carlos Nis en su cuenta de Twitter.

Ese mismo día del partido, cuando se iba la tarde y continuaba retumbando el triunfo del seleccionado argentino, docentes de la provincia de Chubut fueron ferozmente reprimidos por la Policía con gases lacrimógenos y balas de goma en medio de un largo reclamo para que se resuelva la discusión paritaria del sector. Además de repudiar lo sucedido, la Ctera, gremio docente mayoritario, convocó a un paro nacional el próximo martes.  

Con todo, y al menos hasta que la selección Argentina enfrente a la de Francia y se sepa si sigue o se va del Mundial, partido que se jugará pocas horas después de la llegada de este periódico a los quioscos de la ciudad, la alegría que reina en el pueblo es sólo futbolera.

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