Yo no sé, no. Pedro se acordaba que un par de días antes del 17 de agosto, la seño les había adelantado que darían una clase especial sobre San Martín. Esa semana llovió tan fuerte, lunes y martes, que no hubo clases. Pedro aprovechó para releer todo lo que pudo sobre el Libertador de América. El miércoles salió el sol y al volver de la escuela se prendió en un desafío con los de Carlos Casado. El equipo estaba casi firme en todas sus líneas, sólo le faltaba una voz de mando, alguien con autoridad, que nos ordene. Hay que elegir un capitán, dijo Pedro, es el primer partido importante como local. Y propuso que fuera José, porque era el más alto y el más valiente. Si el partido se empiojaba, José sabía qué hacer. Todo un granadero, lo recuerda Pedro. El partido quedó liquidado en un par de ataques del primer tiempo a nuestro favor.

Al otro día, antes del acto, Pedro habló sobre el general Correntino (así lo llamaba él) al frente del curso. Empezó diciendo “ya que conmemoramos la muerte del General, qué suerte que el homenaje lo hacemos un día antes, así se lo hacemos en vida”, remató buscando la risa cómplice de los compañeros y ante la mirada de enojo de la maestra. Lo cierto es que se acordaba del partido y se le mezclaba con la batalla de San Lorenzo, hasta que en su mente llegó a Mendoza y ahí, casi sin querer, empezó a hablar de política. Cómo pensaba San Martín y la solución político militar de su propuesta. Pensó una gesta, la de liberar América. Con fuertes enemigos internos, como ahora. Con apoyo de los que menos tenían, como ahora. Con traidores, como ahora y con un sentimiento de Patria que iba más allá de lo simbólico, encarnado en los más jóvenes, como ahora. Y sectores medios altos de los porteños, a quienes les importaba un carajo tener patria, como ahora. Pedro me mira y me dice: Si estos que nos gobiernan quieren retroceder tanto, estaría bueno retroceder hasta esos días en los que teníamos Capitán, como en San Lorenzo, o como cuando en Mendoza teníamos un General, el cuadro Político Militar difícil de igualar. Ahí quiero ver de qué lado están estos Pro-vocadores de pacotilla, me dice Pedro buscando con la mirada donde estaba José cuando ordenó el equipo con la cinta de capitán en aquella tarde fresquita.

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