Mientras los medios de comunicación hegemónicos encuentran día y noche más y más ingredientes para alimentar el espectáculo de cuadernos, bolsos, valijas, bóvedas, coimas, arrepentidos, allanamientos, la economía del gobierno de Mauricio Macri, bajo el tutelaje del Fondo Monetario Internacional, se va a pique. Cae la actividad, la industria está cada vez más dañada, los despidos no se detienen, la represión a trabajadores tampoco, el poder adquisitivo del salario se desploma, la devaluación continua presiona a los precios, los tarifazos castigan a los bolsillos, las universidades están paralizadas. Para algunos, por lo visto, es más digerible comer vidrio que tragarse las consecuencias de una experiencia neoliberal regresiva.
La actividad económica se derrumbó 6,7 por ciento en junio en forma interanual, la caída más brusca desde la llegada de Cambiemos a la Casa Rosada, y retrocedió 0,6 por ciento en el primer semestre, informó el Indec. De esta forma, con datos oficiales, se confirma que la economía en general está en recesión. Con el magro resultado de junio, el nivel de actividad acumuló su tercera baja consecutiva. Cambiemos lo denomina “tormenta”. Entonces, el pronóstico no es bueno y el mal tiempo continuará.
El retroceso industrial, comercial y la sequía en el campo impactaron fuerte para que se dé tal contracción económica. La industria y el comercio sufren la depresión del mercado interno, los tarifazos, la ola importadora, las altas tasas de interés. En el caso de la actividad fabril, incluso, está por debajo de los niveles de 2015. El mismo día que se conocieron los datos negativos para la economía, el dólar volvió a romper récord y superó la barrera de los 31 pesos. La crisis cambiaria y financiera se ve reflejada en los datos que divulgó el Indec.
El programa económico de Cambiemos se declaró en estado de ajuste permanente. El gobierno nacional continuó con su política de despidos y represión a los que reclaman y defienden sus fuentes laborales. El sector privado no se queda atrás. En este sentido, el Observatorio de Comercio Exterior, Producción y Empleo (Cepe) analizó que “desde que el presidente Macri asumió al frente del Poder Ejecutivo en diciembre de 2015, la población creció un 3,1 por ciento y el empleo registrado avanzó 0,3 por ciento, lo que refiere a un virtual estancamiento”.
En el informe se sostuvo sobre la base de números oficiales que cada una de las cinco regiones del país mostró ya en mayo de 2018 un número de trabajadores formales privados menor al que había en noviembre de 2015. Sólo en la industria se estima una pérdida de casi 85 mil puestos de trabajo desde la llegada de Cambiemos.
“Tras la corrida cambiaria, la aceleración inflacionaria, suba de tasa de interés y la aceleración en la reducción del gasto público las perspectivas son aún peores”, dijo en el reporte Paula Español, coordinadora del Cepe, que depende de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (Umet). Y agregó: “En cada región del país, la destrucción del empleo fue liderada por distintos sectores de la economía. La región pampeana, sufre en la industria textil, de confección y calzado e industria metalmecánica”. En tanto, Nicolás Trotta, rector de la Umet, indicó que “el motivo que explica esto es el magro desempeño de la economía, que impacta en el sector privado y limita las posibilidades de creación de empleo”.
Los sucesivos aumentos de precios y las tensiones cambiarias con la suba del dólar llevan a recalcular las proyecciones inflacionarias para 2018. Así, diferentes analistas ajustan sus conjeturas y estiman que este año el índice de precios al consumidor variará entre 35 y 40 por ciento. Algunos creen que en agosto el costo de vida rondará el 4 por ciento. En concreto, nadie imagina que el gobierno pueda cumplir la meta del 32 por ciento de inflación que planteó en el acuerdo con el FMI (¿alguien se acuerda del 10, 12 o el 15 por ciento del que hablaba el gobierno a principio de año?).
Un nuevo informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) reveló que la Argentina se ubica en el cuarto puesto en su nivel de inflación, superada por Venezuela, Sudán y Sudán del Sur. En los 32 meses transcurridos desde el cambio de régimen económico se registró una inflación acumulada del 120,9 por ciento, se refirió en el informe de la Undav. En contraste, los 32 meses previos habían verificado una suba levemente superior al 103 por ciento. “Desde diciembre de 2015, como producto de la inflación, el deterioro real del salario mínimo, es cercano a los 8 puntos porcentuales”, señalaron desde la Undav.
El Centro de Estudios Económicos y Sociales (Ceso) regional Santa Fe reflejó la caída del poder de compra de la remuneración promedio de los trabajadores formales en la provincia desde que Cambiemos desembarcó en la Casa Rosada. Como resultado de la espiral inflacionaria que avivó la alianza PRO-UCR, hasta diciembre de 2015 un salario promedio de un trabajador santafesino compraba, por ejemplo, 1.293 botellas de aceite de 900 centímetros cúbicos, mientras que en julio de 2018 pudo comprar 626 botellas. El mismo sueldo compró 480 frascos de café de 100 gramos en diciembre de 2015 y en julio de este año fue posible adquirir 345. Y así con otros productos comestibles y de primera necesidad.
Un informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA dio cuenta de la pérdida de poder adquisitivo del salario con respecto a la inflación. “Aún con el aumento del 25 por ciento, este año la caída rondará los nueve puntos. Hablando en dólares, un trabajador hoy cobra lo mismo que en 2007. Este monto se halla muy lejos de cubrir las necesidades mínimas que posee un trabajador”, se señaló en el informe. “Teniendo en cuenta los índices inflacionarios del momento, al finalizar el año en curso la caída interanual habrá sido la más importante desde el año 2002 y el monto del salario real será el más bajo desde el año 2004”, indicó el documento estadístico.
Frente a un preocupante escenario de deterioro social, salarial, laboral, organizaciones sociales ganan las calles y gremios combativos rechazan las políticas neoliberales del macrismo, agitan un plan de lucha e insisten con un cambio en la conducción de la adormecida CGT. Un día después de la reunión de la cúpula cegetista con la misión del FMI que visitó la Argentina, moyanistas, la Corriente Federal, Smata y otros gremios firmaron un documento de rechazo al pacto con ese organismo internacional, en contra de la reforma laboral que impulsa el oficialismo, de los tarifazos y pidieron por la derogación de la reforma previsional y fiscal. También exigieron un cambio de la política económica para defender de la industria nacional y promover la recuperación del mercado interno.
La recesión será extensa, hasta el FMI lo reconoce. El daño al tejido sociolaboral está hecho y la intención que muestra el gobierno es profundizar el ajuste. En una de sus tantas intervenciones mediáticas, el ex humorista Alfredo Casero se burló de los pobres con una metáfora en torno al flan, postre popular. Macri enseguida se hizo eco del actor desquiciado afín al PRO y quiso hacerse el gracioso. No alcanza con el desprecio, la mentira, el revanchismo de clase, la humillación al adversario político, ni con convertirlo en delincuente para que la economía que encarna el macrismo deje de verse como un flan: poco consistente, tambaleante, proclive al derrumbe.