Lo que van a leer a continuación no es el guión para el primer capítulo de una serie de Netflix, sino una denuncia de un hecho de realismo trágico, en el que un grupo de pibes de veintipico de años, de pueblo, casi pierde a un amigo de un balazo en las entrañas, disparado la noche del 14 de octubre por otro amigo, policía, mientras unos choris crepitaban cerca de las vías bajo el enorme y estrellado cielo de Pavón, localidad de 1.800 habitantes ubicada en el departamento Constitución, a 43 kilómetros de Rosario. Que se sepa qué ocurre con un joven agente de la fuerza de seguridad provincial atravesado por las adicciones y la violencia, que necesita ingresar –de mínima– a un circuito de atención de salud y no que le calcen un fierro a la cintura y lo manden a la calle, y que se conozca a modo de ejemplo qué puede provocar esa persona, es lo que movió a “Euge” a contar la historia.
“Pedido para visibilizar”, decía el asunto del correo electrónico que ingresó en la casilla de este medio. “Quería comunicarme con ustedes con el fin de saber si era posible realizar alguna nota sobre una situación que ocurrió hace exactamente una semana”, continuaba el texto firmado por “Euge”, que pronto se dirigía al nudo del asunto.
“Mi grupo de amigos se había reunido el domingo pasado (14/10) como una juntada normal con fogón y unos choris por cocinar. Esto se desarrollaba en Pavón, un pueblo cercano a Rosario. Resulta ser que uno de los chicos que, ahora puedo decir, ERA del grupo, se llama Daniel Verón y es policía”, presentaba el contexto Eugenia, para más adelante explicar de un tirón lo ocurrido aquel domingo.
“Estaban todos reunidos (faltaba yo y otro del grupo) y estaba llegando Daniel a la reunión. Cuando Dani llega deja sus cosas dentro de la casa y sale al patio al fogón, lo siguiente fue que se escucha una explosión y en esos segundos fugaces uno de mis amigos estaba tirado en el piso gritando y lleno de sangre”, escribió la joven en su carta a el eslabón.
Y continuó: “Pasó que Dani no tuvo mejor idea que pegar un tiro al aire (que después decía habérsele «escapado») y se la dio a Maxi, quien estaba en el piso. La situación fue bastante caótica por lo que me cuentan mis amigos: Maxi estaba desangrándose y gritando que se moría. Por suerte reaccionaron rápido y no esperaron a que llegue la ambulancia sino que salieron con el auto… Maxi quedó internado en terapia intensiva con un intestino delgado con 12 perforaciones, un intestino grueso desgarrado y la bala terminó por bajarle por la pierna. Estuvo inconsciente hasta el jueves cuando, al despertar, una de las primeras cosas que dijo fue que iba a hablar para que no le hagan nada a Dani”.
Crónicas policiales
El hecho, completamente desconocido en Rosario, había trascendido en las secciones policiales de algunos medios de la región, como el diario El Norte de San Nicolás o El Sur de Villa Constitución.
“Un joven de Empalme resultó herido de un disparo que se le habría escapado a un policía amigo en cuya casa se encontraba en el momento del incidente”, publicó el 16 de octubre El Sur. Y agregaba: “El hecho ocurrió en la tarde del domingo en Pavón y la víctima se encuentra internada en estado reservado en el Hospital Samco de Villa Constitución, donde fue sometido a una cirugía debido a los daños que sufrió en la zona abdominal”.
El diario de Villa Constitución informaba que “el hecho ocurrió alrededor de las 20, en la vivienda del policía, Daniel V., de 28 años, situada sobre ruta 21 y Córdoba de Pavón, en una construcción perteneciente al ferrocarril”. “Junto a él se encontraba Maximiliano Lagorio, de 25 años”, continuaba la nota.
“Fue intervenido quirúrgicamente y se le dio conocimiento a la doctora (Analía) Saravalli, quien ordenó intervención de Asuntos Internos de Rosario, se proteja el lugar del hecho y se haga Acta de Procedimiento”, decía la crónica del mismo día en el diario El Norte.
“La policía llegó hasta el Samco y al consultar si tenía conocimiento del hecho, manifestó que, sin intención, se le escapó un disparo de su arma reglamentaria y le impactó a su amigo; por esta prevención le retienen en forma momentánea su arma”, añadía el artículo del diario nicoleño.
Desde la Fiscalía Regional N° 2, esa jornada se había dado a conocer que “el empleado policial” prestaba servicio en la comisaría 12 de Rosario y quedaba detenido hasta la audiencia imputativa del día martes, “por lesiones graves culposas agravadas por uso de arma de fuego”.
Luego llegó la pena para el joven policía, que fue de 45 días de prisión domiciliaria en San Javier, al cuidado de su madre.
Encuentro en la redacción
Semanas después, Euge y otro amigo del grupo se acercaron a la redacción de la cooperativa La Masa (productora de este semanario y del diario digital redaccionrosario.com), y ratificaron la historia relatada por ella. “Queremos que se visibilice para hacer responsable a la institución policial por darle un arma a una persona de estas características”, propusieron.
“Daniel no es una mala persona, pero sí es muy irresponsable en muchas cuestiones que tienen que ver con su práctica y ha sido dado de baja del cargo muchas veces por cuestiones de consumo”, apuntó Euge.
“Conociéndolo y por haber sido su amiga sé muy bien que naturalizaba muchas cuestiones, más que nada las referidas a la violencia o al accionar en la calle, la típica de «los negros» y demás, que convengamos que es la enseñanza y adoctrinamiento que se recibe desde la institución policial. Esto ha causado varias discusiones particularmente conmigo y con alguno que otro del grupo”, contó.
“Tal vez nuestro error fue naturalizar, decir «Dani es así», sobre todo con la cuestión del consumo, que convengamos que no te deja en una frecuencia muy apta para vincularte con otras personas, sobre todo en el accionar del ejercicio policial. Y también querer ayudarlo y pensar que podía estar mejor si le dábamos una mano, que de hecho ha ido a vivir a lo de mi amigo de Pavón varias veces para no vivir en Rosario y hacer cualquiera”, explicó Euge.
“Todo tiene un límite. Digo todo esto porque creo que no es una persona apta para estar en la calle ejerciendo y nos dimos cuenta con los hechos de ese domingo, que si bien podrían tomarse, erróneamente, como un «accidente», denotan una falta de conciencia y responsabilidad”, reflexionó la joven.
“(Daniel) Todo lo ve como un juego de video, le han sacado la placa y el arma ya varias veces, pero siempre se la han devuelto”, escribió Euge en el correo que envió a este medio, donde contó que el joven policía “el verano pasado estuvo en una granja de rehabilitación un mes y medio, y al salir dijo «ya estoy bien» y le volvieron a dar la placa y el arma”.
“Pienso que cuando acaben esos días, esto va a quedar archivado como un suceso más, y claramente va a volver a patrullar las calles. ¿Es esta la policía que queremos en las calles? ¿La que piensa que una pistola es un juguete y que puede entrar a un lugar pegando un tiro como quien dice hola acá estoy?”, señaló la chica en su mensaje.
Sobre el final de su correo, la joven fundamentó por qué decidió contar lo que ocurrió en su grupo de amigos. “Me indignaría mucho que esto pase como un hecho más, que nadie se entere ni que se hable al menos un poco al respecto, porque seguiríamos tapando las injusticias y las horrorosas maneras de funcionar de la institución policial”, concluyó.
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