Entre el año 2000 y 2015 jamás tuve sueldo, aportes patronales ni vacaciones pagas. Trabajaba en radio y televisión, escribía libros que salía a vender por toda la provincia y el país y daba charlas o seminarios donde me llamaban.

Entre dos y tres días por semana dormía en los colectivos. Por eso en 2015 el corazón dijo basta. De allí que entiendo lo que sucede con miles de personas que reniegan entre doce y catorce horas diarias para empatarle al fin de mes.

Comprendo que sientan que es una locura plantear jornadas de seis horas y en blanco. Pero la aberración está en creer que es natural vivir para trabajar, perder la salud, la esperanza y fundamentalmente la libertad de ser nosotros quiénes decidimos sobre qué hacer con nuestro tiempo.

La barbarie está en querer borrar los derechos laborales. Por eso, una vez más, remaremos contra corriente para construir herramientas que sirvan para que la felicidad sea el derecho de los que son más y no la propiedad privada de lo que se creen dueños de casi todas las cosas y casi todas las vidas.

*El diputado provincial Carlos del Frade presentó en la Cámara baja de Santa Fe un proyecto de ley para reducir la jornada laboral de ocho a seis horas, “como una solución para paliar un en parte la crisis laboral que atraviesa el país y la provincia”. Con la idea de que sirva para generar nuevos empleos, y siempre que implique el mantenimiento de los montos salariales y todas las leyes laborales, varios gremios salieron a apoyar la iniciativa.

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