Macri visitó la India, su modelo, según reveló hace tres años su vice. Mientras, en la indómita Argentina, las boinas blancas le salen al cruce a los globos amarillos, pero no tanto como para cuestionar represiones y persecuciones. Hay olor a podrido, y no viene de Dinamarca.

El lapso que le resta al gobierno de Mauricio Macri amenaza con ser tan bochornoso como los 38 meses que lleva apropiándose de la renta nacional, en una transferencia de ingresos inédita aún en épocas de rapiña descomunal, como puede haber sido el plan económico de José Martínez de Hoz durante la última dictadura cívico militar.

El empresario a cargo del Ejecutivo nacional no puede ya convencer de que es negocio para la Argentina venderles limones y semillas a la India y Vietnam, mientras el país del sudeste asiático que le propinó una gigantesca paliza al imperio yanqui le ofrece electrodomésticos, que produce a precios competitivos.

Los indicadores macroeconómicos empeoran, y al Presidente ya le está costando convencer a propios y extraños que a partir de abril –en poco más de un mes– se comenzará a percibir una recuperación que le otorgará las chances de ser reelecto que le niegan las encuestas por estos días terribles.

En realidad, las chances de Macri son las que le otorga un dispositivo que cuenta con quienes están dispuestos a creerlo. No hay un solo relevamiento que sea creíble, un sondeo que arroje luz sobre el 50 por ciento del electorado, que está en las sombras y fuera del radar de las consultoras y por tanto del andamiaje mediático que propala esa chances.

Nunca el pato rengo caminó tan bien como este presidente chapucero que hace mucho rato perdió una de sus piernas. Cualquier otro mandatario que hubiese llegado a esta altura de su gestión con tamaños índices de recesión, pobreza, inflación, desempleo, desindustrialización e indigencia ya hubiera desistido de presentarse para disputar la reelección.

Sin embargo, Macri y sus socios saben que no pueden irse a sus respectivas guaridas luego de todos los delitos cometidos, después de todas las iniquidades perpetradas, y harán todo lo que esté a su alcance para evitar las consecuencias polìticas y jurídicas de tamaño accionar criminal.

Eso es lo que produce el hedor que por esta época se siente, y que proviene de las entrañas mismas de un Estado en proceso de putrefacción, con pústulas que estallan en un sector del Poder Judicial federal, en los escondrijos de los servicios de inteligencia, en las redacciones de los principales medios de comunicación y en los despachos oficiales, transformados en gerencias que planifican el saqueo de las arcas públicas.

Modelo Taj Mahal

Parece que pasó hace mucho, pero fue en febrero de 2016, tres años atrás, cuando la vicepresidenta Gabriela Michetti dialogó en términos informales con periodistas acreditados en Casa Rosada, y parte de esa charla fue desmenuzada por Diego Rubinzal en el artículo El modelo Michetti, publicado en el suplemento económico Cash, de Página|12.

Mauricio Macri había asumido hacía dos meses, y el daño ya se sentía, pero eran días de indulgencia para con la vicepresidenta, que aún no había puesto de manifiesto hasta qué límites se puede tensar la ineptitud.

Lo cierto es que en aquella charla informal con periodistas, una de ese grupo, Cynthia García, contó que Michetti en un momento sentenció: “El modelo de país que quiere Macri es India, la Argentina es un país de servicios”.

Cualquiera podría haber pensado que si la India es miembro permanente del Brics, el grupo de países que integra junto a Brasil, Rusia, China y Sudáfrica –al que la Argentina tenía buenas chances de ingresar en tiempos de Cristina Fernández de Kirchner–, no estaba tan mal elegir ese modelo.

Pero una cosa son los países en relación con su desarrollo económico, su autonomía relativa respecto del poder hegemónico mundial, su incidencia demográfica como mercado, su influencia continental, etc. Otra, muy diferente, es su modelo de desarrollo humano, laboral, social, en suma, si ese modelo garantiza equidad.

Michetti, hace 36 meses, se despachó así: “Vamos hacia un modelo agroexportador y de servicios, basta de industrias”. Clarito, con la impunidad del recién asumido, sin los filtros tramposos que el dispositivo de medios le ofreció a Macri para que mintiera durante toda la campaña. Cruel, brutal, sin el talento de quienes disfrazan las sentencias más impiadosas, Michetti anticipó lo que se venía.

Pero otros ya sabían –habían establecido en términos académicos– qué tipo de sociedad impera en la India. En el citado artículo de Rubinzal se menciona un trabajo realizado por los investigadores Natasa Loizou y Carlos de la Vega titulado “¿Es India el modelo para la Argentina?”, donde precisan que, si bien es –como le gusta a Macri y a su Gobierno– “un país que se destaca por su producción y exportación de servicios”, ello está cimentado en “una amplia y poderosa estructura industrial y tecnológica”. O sea, eso de que “basta de industrias”, Cambiemos no lo saca de la India, lo prescribe para la Argentina.

El periodista que publicó en Cash, desglosó algunas de las “bondades del «modelo indio»… destacadas por los principales medios financieros mundiales”:

  • Elevada tasa de crecimiento económico.
  • Especialización productiva en nichos de alto valor agregado (biotecnología, software, investigación espacial, energía atómica, oceanografía.
  • Incorporación de trescientos millones de personas a la “clase media”.

Ay, otra vez la calesita macrista choca. Nada, ni un subítem de los que caracteriza al “modelo indio” puede exhibir Cambiemos a tres años de asumir siquiera en vía de lograrse algún día.

Pero según el estudio de Loizou y De la Vega, hay tópicos que sí están emparentados con el ideario macrista, y que tal vez sean los que explican el por qué de poner proa hacia ese puerto tan lejano, que esta semana tuvo de huésped al Presidente.

Los datos del Censo Socioeconómico y de Castas de la India, cuya difusión data de 2015, ofrece indicadores que provocan que al macrismo se le haga agua la boca:

  • Esperanza de vida: 60 años.
  • Alta tasa de mortalidad infantil (71 por mil).
  • Elevado analfabetismo (39 por ciento de la población adulta).
  • Ingreso per cápita anual: 1.581 dólares.
  • Más del 50 por ciento de la población por debajo de la línea de la pobreza (subsisten con menos de 3,10 dólares diarios).

La conclusión de los investigadores es simple, pero ayuda a explicar por qué Macri tiene su libido puesta en la India: “Las altas tasas de crecimiento económico coexisten con elevado incremento de la desigualdad. Es posible encontrar la residencia privada más cara del mundo (el rascacielos Antilla de Mumbai valuado en 20.000 millones de euros) y la pobreza más extrema. La malnutrición infantil está tan extendida que el ex primer ministro Manmohan Singh calificó de «vergüenza nacional» el retraso en el crecimiento que sufren los niños de su país”. Nadie podría asegurar que Macri muestre esa sensibilidad.

Pero Rubinzal agrega a la data pura y dura del estudio un análisis interpretativo del dúo de investigadores que vale la pena detenerse a mensurar: “Es curioso cómo una parte significativa de la dirigencia argentina (política, empresaria y sindical) no elige como paradigma a países como Canadá o Suecia –modelo de equidad, bienestar, innovación y competitividad internacional–, y recurrentemente apelan, para señalar el camino, a ejemplos de sociedades en las que prima la desigualdad y el sufrimiento de millones”.

Por aquellos días se escuchaba la prédica de los hombres y mujeres del mejor equipo de los últimos 50 años, acompañados por un corifeo de voces opositoras “responsables”: “Dejen gobernar”, decían unos. “Si a Macri le va bien, le irá bien al país”, argumentaban los otros. Como era de esperar, a Macri, a sus empresas, y a las de sus amigos, les fue fenomenal. La otra parte, “te la debo”, diría el Rajá de Tandil.

Boinas blancas vs Globos amarillos

Le pasa a todo liderazgo que comienza a declinar pero, por lo dicho anteriormente, existe un sostén ficticio para mantener en alto a esa conducción política o, como mínimo, proveerla de respiración artificial.

Hace meses que los gobernadores, intendentes, jefes comunales y dirigentes radicales con alguna proyección vienen constatando la estrepitosa caída en la imagen presidencial y, todavía peor, la del Gobierno.

En Córdoba, Ramón Mestre torea el esquema diseñado por Marcos Peña y decide enfrentar a Mario Negri.

Los intentos de los propios mandatarios PRO de desdoblar los comicios para no ser afectados por los efectos de ese declive fueron neutralizados, y tanto Horacio Rodríguez Larreta como María Eugenia Vidal debieron anudar las elecciones en sus respectivos distritos con la presidencial.

Pero la Mendoza de Alfredo Cornejo y la Jujuy de Gerardo Morales ya decidieron desdoblar, temerosos de cargar con la mochila de la marca Macri, que tanto pagaba hace dos años.

Hay un fenómeno en curso que se potenció con la biaba electoral que le pegó el diputado nacional radical Daniel Kroneberger al precandidato del PRO, el ex futbolista Carlos Mac Allister. Ocurrió en La Pampa, donde el primero obtuvo el 66 por ciento, casi duplicando al Colorado, que cosechó un magro 34 por ciento.

El derrotero de la UCR en su relación con el PRO ya en el Gobierno ha sido degradante y vergonzoso. Primero los mandatarios provinciales o dirigentes radicales recibían órdenes que salían de la Jefatura de Gabinete. Luego fueron chantajes, ya sea por fondos, obras, cargos o lugares en las listas. Ya cuando comenzó el declive, Marcos Peña y Rogelio Frigerio, los encargados de administrar esa tortuosa relación, enviaban sugerencias. Por estos tiempos el PRO ya pide por favor que no desdoblen las Paso, o ruega que no se compita en distritos donde se abrochó con alfileres una lista de unidad.

Pero como la venganza es un plato que se come frío, en Córdoba Ramón Mestre ya salió a torearle el esquema que había diseñado Peña: llevar en una sola lista a Mario Negri, como candidato a gobernador, acompañado por el ex árbitro Héctor Baldassi (PRO), de vice, y Luis Juez –del Frente Cívico (FC)– como candidato a intendente de la Docta.

Mestre se les plantó a los armadores porteños, y soslayando las recomendaciones de la Casa Rosada para evitar el desgaste de una interna de Cambiemos en esa provincia, disputará en las Paso del 17 de marzo con una lista radical químicamente pura, secundado por el intendente de Bell Ville Carlos Briner.

En la provincia de Santa Fe, Macri por ahora respira un poco más tranquilo, ya que hubo “unidad”. Peña se metió con todo en la interna de Santa Fe y, de cara a las Paso, Cambiemos llevará al intendente de la capital, el radical José Corral, como único candidato a gobernador, acompañado por la rosarina Anita Martínez. Así, el macrista Federico Angelini bajó su postulación gracias a la promesa de que encabezará la lista de diputados nacionales.

En Rosario, la unidad está por verse, porque el precandidato a intendente por el PRO –el concejal Rodrigo López Molina– quiere evitar una interna de Cambiemos, pero le salió al paso el ex eterno concejal Jorge Boasso. El radical, en declaraciones radiales, aseguró que se anima a enfrentar al postulante de la Casa Rosada en la ciudad, e incluso tuiteó: “Interna competitiva tendremos en Rosario”.

Boasso trató a Roy de “caprichoso” y de tener “poca trayectoria”. Pero lo más significativo es que se preguntó: “¿Por qué en Rosario no podemos tener algo similar a La Pampa?”.

Una cosa es clara. La UCR no discute una sola de las políticas del PRO. El rumbo económico, la desocupación, el endeudamiento, el acuerdo con el FMI, la destrucción del mercado interno, el cierre de Pymes y los atropellos institucionales que significan las cataratas de DNU, no parecen representar para el partido de Leandro Alem un problema ideológico y/o ético

Tampoco afecta a algunas de sus más caras tradiciones –el principio de no intervención–, que Macri siga al pie de la letra el libreto que se escribe en Washington y se quiere poner en escena en Venezuela.

Y no les mueve un solo pelo a los dirigentes radicales ver a los centuriones de Patricia Bullrich reprimir manifestaciones masivas de los excluidos del sistema, violentar la autonomía universitaria como nadie lo hacía desde las épocas de Onganía.

La alianza perversa que administra el poder cree –por diferentes motivos– que la culpa de todos los males de este mundo es del peronismo. La derecha oligárquica, porque les da lugar a los negros de mierda que impiden el país para pocos. Los boina blanca, lo acusan incluso de las cosas buenas, sólo por el hecho de no haberlas hecho ellos.

Lo único indiscutible es que, como ha pasado siempre en la historia de los últimos 75 años, en manos de los “republicanos” y garantes del funcionamiento de las instituciones, el Estado yace escuálido y en franca descomposición. Y el que se prepara para rescatarlo de esa condición mórbida es el peronismo, ese viejo animal rumiante que aún en la peor de sus versiones jamás hirió con tamaña ferocidad el cuerpo de la Patria.

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