El día de la entrevista Viviana nos recibió en su casa con un puñado de papeles que encontró en un libro cualquiera de casualidad. Eran apuntes en hojas de cuaderno de una reunión en Córdoba en 2004, donde se gestó y se lanzó por primera vez la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. «Yo siempre estoy anotando todo, y hoy esto es como un documento histórico”, comenta Viviana Della Siega, que tiene más de 20 años de activismo por los derechos de la mujer desde el Instituto de Género, Derecho y Desarrollo Rosario (Insgenar), la asociación civil fundada por Susana Chiarotti, y ONG miembro del Comité Latinoamericano y del Caribe para la defensa de los Derechos de la Mujer. Mientras nos acomodamos en su living, nos cuenta que el pañuelo verde fue algo que surgió de las Católicas por el Derecho a Decidir, inspiradas en los pañuelos que usaban las mujeres peronistas por el sufragio femenino, y por el pañuelo blanco de nuestras madres y abuelas de Plaza de Mayo. Viviana nos hace una síntesis que cabe, justamente, en un pañuelo: en esa marea verde que lo inundó todo en 2018 se anuda y se despliega la potencia de la historia de la lucha de las mujeres argentinas. Sobre la Campaña, Vivi cuenta que en aquél entonces el objetivo era lanzarla durante 8 meses, sin embargo, se prolongó 15 años. “Y va a seguir existiendo hasta que sea ley, y cuando sea ley, vamos a tener que hacer una campaña para que se aplique”, arengó.
Con la fuerza del grito masivo de Ni una Menos en las calles, los espacios de encuentro y debate en todo el país fueron creciendo exponencialmente. En Rosario, a las asambleas de las militantes históricas, sociales y gremiales se le sumaron las pibas, las trans, las lesbianas y no binaries que desbordan La Toma cada semana. “Rosario es ejemplar. Hemos terminado asambleas a los gritos a las 11 de la noche, pero hemos logrado generar acciones concretas. No es un club de amigas, hay diferentes pertenencias partidarias, hay historias, hay hasta broncas personales y sin embargo la vamos llevando bastante bien, porque lo que organizamos sale bien”.
Con la templanza que dan los años y la experiencia docente y militante, Viviana reconoce que el movimiento de mujeres —”porque no todas se definen como feministas”— es tan dinámico e importante que está generando cuestionamientos de todos lados, por eso aconseja no entrar en provocaciones, y sobre todo mantener el respeto. “Cuando haces un recorrido, los hechos te van marcando cómo la sociedad ha ido avanzando. Hay momento de retrocesos, como el de hoy, porque hay un fachismo que se habilita desde el poder nacional, que habilita la violencia, la discriminación y el racismo pero en realidad hay que ver los avances”. Cualquiera que haya hablado con esta militante la habrá escuchado decir que “los cambios culturales son más difíciles, que hacer una ley lleva tiempo. Para una ley se ponen de acuerdo algunos y listo, pero modificar el formateo del patriarcado es una tarea permanente que no se puede hacer a los gritos, es una tarea docente”.
Al reconocer el esfuerzo impresionante que hicieron sus compañeras en 2016, Vivi dice que el Encuentro “es un milagro de las mujeres, porque poder organizar de manera horizontal es algo extraordinario”. Entre los temas de agenda de género, a Viviana el lenguaje inclusivo le encanta. “Pero, ¿cuerpa, grupa? ¡No me jodas! Esa es una entre tantas otras discusiones”. Como por ejemplo, cuenta, los planteos de las feministas radicales: “Nosotras hemos ampliado el movimiento de mujeres y hemos incluido a toda la diversidad y hay mucho respeto. Yo pienso que en el movimiento entran mujeres con vagina y sin vagina, todas. Lo importante es la pertenencia que tengan con el movimiento de mujeres”.
En este sentido, aseguró que ser feminista no significa que se tenga que bancar a todas las mujeres. “Pando es mujer, Bullrich es mujer, y Carrió es mujer y hacen mucho daño. Ser mujer no te habilita a ser la madre Teresa ni mucho menos, que además es bastante cuestionable la Madre Teresa (risas). Pero ser mujer no me garantiza nada y hay mujeres machistas que sostienen el patriarcado por una cuestión ideológica o de clase, o por lo que sea”. Y aclara que el tema del aborto es muy especial, porque es un tema transversal, y advierte que no todo es blanco o negro. “El primer proyecto de ley fue firmado por Laura Alonso, la única del Pro que era diputada en ese momento, y Laura Alonso es execrable”.
Sobre la antinomia pañuelos verdes versus pañuelos celestes, Viviana sostiene que los celestes son la reacción al reclamo de un derecho fundamental y advierte el lobby fenomenal de las iglesias que hay detrás. De paso, también se refiere a las declaraciones de la ex presidenta en su llamado a construir mayorías populares, ante el avance del neoliberalismo, y que tanto revuelo causó en algunos sectores del movimiento de mujeres. “La Cristina es muy provocadora, yo siempre lo pienso, pero por lo menos dice las cosas como son o como ella cree, y son muy pocos los que dicen de verdad lo que piensan”. En cuanto a los escraches como modalidad de acción ante casos de abuso, Viviana recomienda seguir la política de Hijos: “Cuando no hay justicia, hay escrache”. “El otro día justamente me preguntaban de un caso «¿habría que salir a los medios?» «¿Está actuando la justicia?» «Sí» «Entonces dejalo»».
Dice que nunca se sintió enfrentada con los hombres. “He discutido y siempre con calma, porque siempre digo que cuando pierdo los estribos, pierdo. En mi vida personal me he buscado dos veces compañeros que compartieran de algún modo estas cosas porque sino no hubiera durado dos días. El tema no es enfrentarse con los hombres -agrega- porque a ellos también les cuesta entender, a pesar de que tengas años de docencia con ellos, porque tienen privilegios que los consideran naturales. A mi me ha pasado últimamente de ir a dar charlas con varones, lo cual me emociona en grado sumo, porque tienen muchas inquietudes, hacen muchas preguntas”.
Todo Terreno
Viviana nació en Rosario en 1949 pero de casualidad. Toda su infancia la vivió en Piamonte, un pueblo del departamento San Martín, de la provincia de Santa Fe. A los 8 años perdió a su mamá en un accidente y vivió siempre con su papá y sus dos hermanas mujeres. A Rosario volvió para hacer el secundario. “Estuve tres años pupila en un colegio de monjas, Nuestra Señora del Huerto, después terminé como externa, pero pasé de rezo y rosario todos los días. Somos muchas las feministas que pasamos por colegios de monjas”.
A Della Siega se la conoce como una de las referentes del movimiento de mujeres de Rosario, encabezando la columna verde de la campaña en cada marcha, o debatiendo en cada asamblea, pero su vida está marcada por la participación política desde muy temprano en la Juventud Peronista.
A los 18 años cuando empezó la universidad conoció a Hugo Parente y entre peña y peña de estudiantes, se casaron en 1972. Juntos militaban en Montoneros y por diferencias de concepción, pasaron a integrar la columna Sabino Navarro. Como Hugo era de San Lorenzo se fueron a vivir allá. “Trabajamos fuerte, él era un dirigente reconocido en la JP y también gremial, y yo trabajaba en la villa que estaba entre San Lorenzo y Puerto General San Martín, sobre el arroyo San Lorenzo. Hacíamos de todo, sobre todo alfabetización, y ahí estuvimos hasta fines del ‘75 cuando la cosa se puso complicada”. Con el Ejército instalado en la localidad, Viviana y su compañero decidieron volver a Rosario en marzo del 1976. El 8 de julio de ese año, Hugo se presentó en en el cuartel en Fray Luis Beltrán como conscripto, para pedir una extensión de la prórroga por estudio. Ese era el día de su aniversario de casados. Y desde ese día es un desaparecido. “De Hugo nunca se supo nada. Como me decía Matilde Bruera, es el desaparecido más desaparecido porque no hay un solo dato de alguien que lo hubiera visto”.
Cuando su compañero desapareció, Viviana tenía un bebé de 11 meses, y cursaba el octavo mes de su segundo embarazo. “Por eso mi papá me dijo «de acá te vas» y me fui”. Volvió a Piamonte donde vivió del ‘76 al ‘79, primero con su papá y después sola en una casa con sus hijos. “Ahí me hice maestra, porque tenía que mantener a mis dos chicos ¿y qué iba a ser en un pueblo? Maestra”.
Viviana se tuvo que ir de Rosario con sus niños justo cuando había terminado de cursar la carrera de Comunicación Social. Por eso cuenta que tuvo su título universitario de casualidad. A fines del 77, volvió en plena dictadura a la facultad, buscó un profesor “que fuera más o menos confiable” y ese fue Bruno Bologna, quien le propuso elegir un tema de tesis “el más inocuo posible” y que la escribiera en su pueblo. “Entonces tengo por ahí un título todo ajado, porque pensé que nunca lo iba a poder usar, porque en ese momento uno creía que la dictadura no se iba a terminar nunca”.
No tenía 30 años y ya era una todo terreno, de las mil batallas. Después de ejercer la docencia en Piamonte y Rosario, fue directora provincial de Educación primaria en el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe durante el primer gobierno tras la vuelta de la democracia, y luego, en el gobierno de Reviglio, fue subsecretaria de Comunicación Social provincial. “Para mí nunca fueron cargos, siempre fueron trabajos, y después preferí hacer otras cosas por fuera de la función pública”. Así fue que se incorporó a Insgenar. “Sí, fui de todo, vendí bolsitas también, no me privé de nada”.
Dueña de un gran sentido del humor, desenfado y de una potencia que la acompaña desde muy joven, Viviana que es abuela de dos niños, comenta al final de la charla que el año pasado, medio en secreto, se casó por segunda vez con su compañero de toda la vida, Edilio “Didi” Quiroga. “Mi hija quería que hiciéramos fiesta, está loca, ¡somos gente grande! Por eso no contamos nada”. Edilio y Hugo fueron compañeros de militancia y amigos en San Lorenzo durante los ‘70. “Cuando yo me quedé sola, Didí me ayudó muchísimo, viajaba siempre para visitarnos y después nos terminamos enamorando”. Hace poco Edilio publicó un libro sobre la militancia revolucionaria en el cordón industrial El hombre de la bicicleta. Vivi nos muestra un ejemplar que saca de una caja y nos dice: “Este es el libro, y el que está en la foto de la portada es Hugo, es también un homenaje a él. Este gesto habla del compañero que tengo al lado”.
Cuando le preguntamos por qué es feminista, dijo categóricamente que todas las personas tenemos que tener los mismos derechos. “Nosotras tenemos los mismos derechos reconocidos en lo formal, pero en lo sustancial evidentemente no, porque estamos en un sistema patriarcal corremos en desventaja con todo, entonces creo que por empezar quiero la igualdad en el ejercicio de los derechos”.
Trabajar para cambiarlo todo
Durante 10 años, coordinó el proyecto Ciudad de Derechos Humanos en Rosario, que tenía su base en una ONG de Nueva York, de manera coordinada con la Universidad, provincia y municipio. “Fuimos las primeras que trabajamos los derechos humanos con la policía. Te estoy hablando del año ‘98, y con el tiempo se volvió a reeditar esa experiencia que generaba mucho cuestionamiento de parte de algunos organismos de derechos humanos, porque es con la policía. Justamente, yo creo que hay que trabajar en aquello que queremos modificar. Es lo que yo a veces digo con las mujeres, no hablemos solo entre nosotras si ya estamos convencidas, tenemos que llegar a los que tienen dudas o piensan diferentes ¿sino qué transformación vamos a dar?”
Uno de los casos emblemáticos que trabajaron desde Insgenar y Cladem fue el de LNP, la joven chaqueña de 15 años del pueblo Qom, que en 2003 sufrió una violación por parte de tres criollos. “Es la primera vez que una chica qom denuncia a un criollo”, cuenta Viviana. Hay testigos, informes médicos y un juicio que culmina en una sentencia que absuelve a los imputados. La Asociación Civil llevó el expediente a Naciones Unidas, y desde allí se demandó al Estado argentino por la vulneración al derecho de acceso a la justicia. Luego de este logro, desde Insgenar publicaron un libro en Chaco, siete años después, dado el impacto que tuvo el caso en toda la provincia.
Viviana, junto a Susana Chiarotti, realizó un relevamiento para conocer los cambios que se implementaron tanto en las políticas públicas del Ejecutivo como en el legislativo y el judicial. “Lo más impactante para nosotras fue ver el cambio en la chica, porque cuando la trajimos en el 2008 a un seminario de mujeres indígenas a Rosario no logramos que levantara la cabeza y dijera su nombre. Al tercer año que vino, daba entrevistas y después se postuló como candidata a concejal”.
Sobre el caso, Viviana explicó que “el Estado le pide disculpas, no por la violación porque es un hecho privado, le pide disculpas porque no administró correctamente la Justicia. porque quien vulnera sus derechos es el sistema judicial. Cuando la justicia falla, no solamente en el caso de las mujeres, sino en cualquier caso, la ciudadanía queda desprotegida, sin resguardo. Es la última instancia a la que uno va, y cuando la Justicia vuelve a vulnerar tus derechos de una forma tan escandalosa, ¡porque hay que leer la sentencia! No es solamente la absolución, el tema es el mensaje de impunidad que se da, «sigan adelante total no pasa nada». Ese es el problema, en cada sentencia hay un mensaje diciendo lo que esta sociedad tolera, entonces hay cosas que no se pueden tolerar”.
Adhemar Principiano
09/05/2019 en 18:02
Los tiempos de la confusion. El vertigo de la realidad social nos omnubila, no podemos ver el arbol. Hoy una luchadora, en que mañana, cometera un deliz y votara contra sus principios feministas. Perotti/IVE.-