La sorpresa y la potencia son los denominadores comunes de la revelación de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Los medios hegemónicos ya dieron el primer zarpazo y Macri, si se asusta, puede ser un peligro.

Las primeras líneas de análisis en torno del anuncio de Cristina Fernández de Kirchner deben incluir la mirada inicial de los medios nacionales, de absoluta sorpresa, en pleno shock, y las inmediatas primeras réplicas, los primeros ensayos de línea editorial acerca del suceso político del año, que protagoniza, una vez más, la ex jefa de Estado.

Que CFK constituye la centralidad del sistema político de la Argentina no remite a novedad alguna. Su figura no es central en la coyuntura ni en las diversas escenas que ofrece la dinámica política nacional. la ex mandataria no dejó de estar en el centro del sistema en los casi cuatro años en que Mauricio Macri viene gobernando.

Ya sea para denostarla, perseguirla, responsabilizarla de la caída en picada de la economía en manos de Cambiemos, manteniendo el silencio, retomando la palabra, yendo a declarar en el marco de la catarata de procesos en los que está imputada, publicando un libro al que convierte en boom editorial antes de que se termine de imprimir, o retornando al seno del Partido Justicialista (PJ) luego de más de tres lustros, para apuntalar la unidad del peronismo, Cristina jamás abandonó el centro geográfico del ring en el que se dirimen desde hace más de dos siglos dos modelos: uno de Nación, y el otro oligárquico y antinacional.

La ex presidenta ya entró a la Historia, de modo que todo lo que haga puede afectar la memoria que se tenga de su figura a través del tiempo. Ella tiene saldado eso desde hace tiempo, y lo explicó al anunciar la fórmula AF+CFK: “Nunca me desvelaron los cargos políticos y tampoco fueron mi principal motivación. Tal vez porque pertenezco a una generación que no buscaba un lugar en las listas, sino en la historia”. Ahí radica casi todo lo que fue Néstor Kirchner y lo que es Cristina, la pertenencia a una generación que asimiló la historia como pasible de cambios, para lo cual incluso se ponía en juego la vida.

Como se subraya en la edición del semanario El Eslabón –este sábado salió a la calle–, “Cristina tiene su mirada puesta en el escenario que se abre después de una eventual victoria electoral, y se proyecta hacia cómo gobernar el país que deja el régimen de Macri en 2020”.

Tan es así que ella lo confirma en un fragmento del anuncio de la fórmula: “Se va a tratar de tener que gobernar una Argentina otra vez en ruinas, con un pueblo otra vez empobrecido. Está claro, entonces que la coalición que gobierne deberá ser mucho más amplia que la que haya ganado las elecciones”.

De Alberto Fernández refirió que “fue jefe de Gabinete de Néstor durante toda su presidencia”, y que aquellos “fueron tiempos muy difíciles”. Pero agregó: “Éstos que estamos viviendo hoy los argentinos y las argentinas son realmente dramáticos”.

Y también redondeó que “la deuda externa contraída en los últimos tres años es más grande que la que Néstor recibió defaulteada. Con un agravante: casi el 40 por ciento es con el Fondo Monetario Internacional”.

Los diarios sólo hablan de Ella

Los principales títulos de los diarios dieron la medida exacta del impacto que produjo el anuncio de CFK. Con los matices de cada caso, los comunes denominadores fueron la sorpresa la potencia del que puede definirse como el acontecimiento político del año.

Página 12 llevó, en su volanta un texto preciso: “Sorpresa absoluta en el escenario político”. Su título, informativo ciento por ciento: “La fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner irá a las Paso”.

Clarín no invirtió en la volanta más que un desabrido “Elecciones 2019”, y un título con pretensiones de ninguneo por cierto desmentidas en la exclusividad del encabezado, y con tipografía de alto impacto, por no decir catástrofe. La foto de ambos integrantes de la flamante fórmula, corona el titulado, pero lo interesante es que cuando lectoras y lectores acceden a la nota, ya el título es otro, más acorde a la línea editorial de Héctor Magnetto: “Cristina Kirchner se bajó de la pelea: le ofreció a Alberto Fernández que sea su candidato a presidente”. Ya el ninguneo cede paso a la intención de presentarla como derrotada, por poco con una bandera de rendición en la mano.

La Nación metió la volanta en el título de un artículo en extremo enunciativo, prácticamente transcribiendo las palabras del anuncio de CFK: “Elecciones 2019. Cristina será candidata a vicepresidenta de Alberto Fernández”. Luego cambió el título de portada por uno que encabeza un artículo interior: “Una jugada de mucho riesgo para intentar ampliar el espacio”

Sin embargo, en otro artículo titulado “Un cambio de fórmula tras la crisis del pacto judicial”, Damián Nabot muestra una pista de la interpretación editorial del diario de los Mitre-Saguier: “La marcha atrás de la Corte Suprema en su intento por frenar el juicio por corrupción en la obra pública en Santa Cruz puso en crisis un flanco crucial en la estrategia electoral de Cristina Kirchner: la reconstrucción de la gobernabilidad”.

Para el escriba de la tribuna de doctrina oligárquica, la cosa es más o menos así: “Tan profundo fue el cimbronazo que derivó en el anuncio más inesperado de la estrategia kirchnerista: la decisión de Cristina de acompañar como vicepresidente a Alberto Fernández, quien precisamente había sido apuntado como el principal tejedor de la resolución fallida de la Corte Suprema”.

Nabot, exégeta de los propietarios del diario mitrista, juega un párrafo más para rematar, con un rifle de aire comprimido, el cadáver insepulto de las chances electorales del peronismo con Cristina: “La promesa de quedar al margen de los fastidios judiciales era la última prenda que debía conquistar Cristina Kirchner antes de lanzarse resuelta a la campaña electoral. Sus emisarios judiciales le habían transmitido las certezas de que el camino estaba despejado. Pero entonces estalló la reacción imprevista, en especial de la resistencia del propio tribunal oral y del fiscal Diego Luciani que arrinconaron a la Corte Suprema para que asumiera en persona el costo político de crucificar el juicio, mientras los vecinos porteños de algunos de los jueces repiqueteaban cacerolas a pocos metros de sus ventanas”. En fin…

Perfil eligió un título que combina información con efecto: “Bomba política: Cristina Kirchner anunció fórmula como vice de Alberto Fernández”. En la bajada agregó: “La senadora confirmó en un audio en Twitter que se presentará a las elecciones 2019 acompañando al ex jefe de Gabinete”.

Infobae, luego de un inicial “Cristina Kirchner anunció que Alberto Fernández encabezará la fórmula presidencial y ella irá de vicepresidente”, cuando la noticia ya se asentó, optó por un título revelador: “Alberto Fernández: «Cristina me ofreció el cargo el miércoles pasado»”.

Macri acorralado es un peligro

Sea como sea, si el peronismo con esta fórmula gana las Presidenciales de 2019, CFK será quien presida el Senado, porque Alberto F. no es Héctor J. Cámpora y ella no es Juan Perón. Ésa puede ser una chicana que dé unas vueltas por las redes sociales, pero vuela muy bajito como para instalarse con cierta credibilidad.

Eso solo ya desvela al macrismo, que salió a relativizar el anuncio diciendo, básicamente, que para esa fuerza el anuncio no cambia nada. Si lo creen así, se trata de un yerro más. Si no, es una mentira más.

Y Macri ha demostrado que cuando se ve acorralado es peligroso, de tal forma que aquello que los límites de la política le impidieron hacer, cuando la política vuelve a tener un rol protagónico, tal vez intente llevarlo adelante si percibe que no tiene algo que perder.

No es necesario ser clarividente para saber que en estas horas, en los más lúgubres rincones de Palacio se evalúa meter presa a CFK. Macri y sus principales secuaces, y sobre todo Jaime Durán Barba saben de memoria que al peronismo ahora sólo le falta definir la fórmula para la provincia de Buenos Aires, porque el anuncio dejó sin chances y márgenes a las jugadas individuales de Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Roberto Lavagna y absolutamente sin juego a Miguel Pichetto, que ni siquiera tiene votos propios.

Con apenas uno de ellos –Massa– adentro del esquema, el peronismo gana en octubre, en primera vuelta, y Cambiemos, sumado a los factores de poder, quizás intenten tensar la cuerda, sin red abajo, en un arrebato irracional, y quieran imponer el lawfare sin medir las consecuencias.

Como comentó una militante peronista, “lo único posible es un gobierno de transición. El poder lo tiene ella. Va a manejar el Congreso. Y la sociedad bombardeada por mierda mediática tiene un candidato joven, que no ha sido parte del gobierno en los últimos años, ni legislador. Y la referencia directa es a Néstor. Es la mejor fórmula, lejos. Creo que se gana y hay cuatro años para reconstruir y fortalecer todo”.

Si ese optimismo fuera leído por Marcos Peña Braun y el Macri duro que se ha visto cuando se piensa rodeado, las próximas semanas elevarán la temperatura política a niveles insoportables, y tal vez este régimen piense que eso es lo más conveniente para poder mantenerse a flote. También se dijo en esta edición de El Eslabón: la capacidad de daño del macrismo será puesta en juego hasta el final.

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