La voz de Sonia Alesso es inconfundible. Pareciera que sus cuerdas vocales no tienen descanso. Habla con Femimasa, atiende el teléfono, se prende un pucho, sigue con la entrevista para esta sección, vuelve a agarrar el celular. Pasan los minutos, que se transforman en una hora y muchos minutos, y Sonia sigue hablando. La secretaria general de Amsafe y Ctera, es decir, la dirigente de las maestras y los maestros, tiene una cualidad: nunca se olvida de qué habla ni con quién. Siempre está batallando en diferentes frentes.
Sonia Alesso nos recibió en la sede rosarina de Amsafé, el sindicato de la educación pública de la provincia. El lugar es simple, chico, acogedor, pero igual hacemos una recorrida: vemos imágenes de movilizaciones, algunos prendedores que sobraron de la Marcha Federal Educativa, uno que otro volante, una oficinita por allí, otra por acá. Una frase se repite en más de un rincón: “La educación pública educa, resiste y sueña”, la bandera de lucha contra el macrismo.
Después, tomamos mate y ella acepta con comodidad la propuesta de esta nota: charlar y contarnos quién es. Durante una hora, Sonia relató qué le gusta hacer cuando tiene un tiempo libre, cómo es su cotidianidad, qué la marcó a lo largo de su militancia gremial. Desde su familia y el amor por la naturaleza, al paso por la Marcha Blanca, la Carpa Blanca, su primera experiencia como delegada, su experiencia actual como secretaria general de la Confederación de los Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), la Escuela Itinerante, y la visibilidad mediática y nacional que tiene ahora.
Los hitos de una generación
Sonia Alesso empezó como cualquiera. Primero delegada de su escuela –la Integral, de Fisherton–, después como militante de una agrupación interna (y opositora en ese momento) del sindicato docente local. La década del ‘80 estaba terminando y, en medio de su militancia cotidiana, Alesso tuvo la oportunidad de ser uno de los miles de guardapolvos que hizo la histórica Marcha Blanca del 23 de mayo de 1988. Sonia recuerda el recibimiento local a la caravana que vino desde el norte y el litoral. “Hubo un acto en el anfiteatro y después marchamos a Buenos Aires. Me acuerdo de cómo hicimos una vaquita para juntar plata para el colectivo. Ese fue un hecho que me marcó. No sólo a mí, sino a toda una generación de docentes del país que luego empezó a participar más activamente”, cuenta.
“Si hay algo que sin dudas me puso la piel de gallina en ese momento, fue el discurso de Marcos Garcetti (secretario general de Ctera en ese momento), porque fue escuchar a un dirigente que expresaba lo que yo sentía. Y claro, los cientos de miles de guardapolvos de todo el país. Esa imagen de los maestros bailando, haciendo rondas y marchando me conmovió”, agrega la dirigente.
El otro hecho que Alesso considera determinante para su historia en el gremio, es la Carpa Blanca. “Junto con la Marcha, son los dos hechos que marcaron a dos generaciones, la mía y la que venía después, en la lucha sindical”, explica. “La Carpa Blanca se puso en un contexto en el que había paros de docentes en varias provincias sin resolución. El ajuste era tan brutal que los maestros no cobraban su sueldo. Entonces, Ctera resolvió la instalación por 15 días de una carpa frente al Congreso. Terminó estando 1003 días allí. Fue una de las grandes luchas de los ‘90 en contra del ajuste”.
En los ‘90, Alesso ya estaba totalmente integrada a la vida gremial, siendo conducción en la departamental Rosario y oposición a nivel provincial. Con la Carpa de por medio, recuerda dos cosas. Por un lado, la presencia frente al Congreso de conflictos que se daban a lo largo y ancho del país respecto al ajuste, el retroceso jubilatorio, la baja de los salarios, las leyes de impunidad. Por el otro, la mirada de la estrategia sindical de dos referentes: José Tessa y Hugo Yasky.
En la escuela, desde siempre
Sonia Alesso se crió en Máximo Paz, provincia de Santa Fe, rodeada de docentes. “Mi mamá, mi hermana, todas mis tías. Mi mamá fue maestra y directora, y mi vida siempre estuvo muy vinculada a la escuela. Fue el lugar cotidiano de la familia”, dice. Y cuenta que de chica le encantaba ir a clase, y sobre todo, todo lo relacionado a las Ciencias Sociales. También dice que era inquieta. “Muy inquieta”.
Esa característica no se le fue con el tiempo. Ni en la infancia, ni en la adolescencia, ni al momento de esta entrevista. De hecho, cuando comenzó la secundaria, señala, pasó de inquieta a rebelde. “Fui delegada del curso y secretaria de Prensa del Centro de Estudiantes. Fueron unos pocos años, porque entré al secundario en el ‘73 y eso con el Golpe se disolvió. Pero por tres años hicimos una fuerte tarea social. Hicimos una biblioteca, huerta, pintamos el hospital público, dimos apoyo escolar, ajedrez, deportes. Fue una experiencia muy linda, muy democrática”.
Sonia Alesso se vino a Rosario a los 18. No lo recuerda como un desprendimiento difícil. Muchas amigas y amigos se venían también a la ciudad, además de que contaba con su familia materna. Primero vivió con su abuela, después sola. Sonia estudió historia, títeres, teatro para niños. Dice que es lo que más le gusta: todo lo relacionado a la infancia. De eso, ya no hace nada más. Pero es a donde le gustaría volver.
Una visibilidad hostil
Desde el año 2014, Alesso comparte su trabajo gremial como secretaria general de Amsafé con la secretaría general de la Ctera. Dice que su vida no cambió, sólo que viaja y trabaja más. Va y viene de norte a sur de la provincia, va y viene de la Capital Federal, va y viene de conflictos, asambleas y actos en todo el país. Ya hace casi cinco años que Sonia Alesso dio un salto y comenzó a ser mucho más pública, a tener visibilidad, a copar las pantallas y radios nacionales y eso implicó también que una lucha colectiva tenga nombre y apellido. Y que sean de mujer.
“La concentración hegemónica de los medios a nivel nacional hace que esa exposición sea muy hostil. Hay una diferencia, un gran contraste, con el tratamiento en nuestra provincia o cualquier provincia”, señala. “Es doloroso porque hay que ser muy fuerte y tener en claro la cuestión política: que no te atacan a vos sino a una idea. También con las mujeres el hostigamiento es mucho más brutal. Algunos periodistas, no todos, te hostigan al punto de querer callarte. Lo importante es saber que no te atacan a vos, sino a un movimiento que no se arrodilla. Los grandes quieren eso, ver que vos renuncias a la posibilidad de la pelea, que sos alguien comprable, y no que vivís como cualquier maestra, que vas de vacaciones a los mismos lugares que cualquier maestra y que caminás por la calle sin custodia. Yo creo que no lo soportan. Se llevan mucho mejor si un dirigente es corrupto o está lleno de plata. No soportan a alguien que pelea por convicción”.
Alesso nunca dejó de sorprenderse del altísimo blindaje mediático del gobierno nacional. A lo largo de estos cuatro años, la estrategia docente fue prescindir de los medios. “Pensamos en la gente y en las decisiones que tomamos colectivamente, más allá de si un medio lo cubre o no. Ha habido grandes movilizaciones que salieron en un sólo canal. Los ciudadanos y ciudadanas no saben qué pasa en Formosa o el Chaco, tampoco saben que este año hubo grandes marchas en la Patagonia. Las grandes luchas del pueblo no fueron televisadas durante el macrismo”.
Una amante de la naturaleza y los libros
Sonia Alesso tiene los ojos levemente delineados y usa una remera colorida. Su celular, rosa con una carcasa floreada, no para de sonar ni de vibrar. Ella va y viene entre dejarlo a un lado y no poder evitar pispear qué sucede por ahí. Es un terremoto, imparable. También ceba mate y se ríe mucho. Cuenta lo que nadie sabe: lo que más le gusta es todo lo vinculado a la naturaleza, las plantas, los pájaros, el río, las montañas. Su balcón, dice, está lleno de plantitas.
También le gusta el cine, el teatro, la música. Cuando puede, va a ver algo en vivo. Escucha música variada –desde la murga uruguaya y el rock nacional, hasta Liliana Herrero– y también lee de todo: política, literatura, pedagogía, novelas, poesía. Al momento de la nota, en su mesita de luz estaba el libro Quién mató a Nisman, de Pablo Duggan. En las vacaciones de verano leyó a Horacio González, Henning Mankell, Almudena Grandes y Michel Foucault. Cuenta que siempre lleva muchos libros encima y lee todo al mismo tiempo.
Sonia viene de una familia tana y como tal, todos los domingos comen juntos. Van y vienen: pueden ser entre 6 y 18, según los compromisos de cada quien. Cada vez son más. Están los hijos, sus parejas, los sobrinos y el nieto. Cuando lo menciona, Alesso sonríe. También menciona a su familia agrandada. “Mis amigos y amigas son muchos y alterno el tiempo para verlos a todos, que no es fácil. Me gusta pasar tiempo con ellos, cenar, tomar café, comer un asado”, destaca. Dice que le encanta cocinar y comer. Pero que siempre depende de ese tiempo con el que cuenta.
La escuela como símbolo de esperanza
La escuela pública es el escenario de la vida de Sonia Alesso: desde el trabajo de su mamá, su propio paso como alumna, luego como preceptora, secretaria, delegada y ahora dirigente y representante de los maestros y maestras. Para ella, el sector al que representa tiene una particularidad especial que radica en su relación directa con la esperanza. “Están muy vinculadas a que puede haber un futuro mejor para todos y todas”, dice. “El vínculo con la infancia, el futuro y una promesa de vivir mejor, le da una cuestión en el orden de la trascendencia. Me parece que ese potencial revolucionario es fundamental, sobre todo en este momento, cuando es tan fuerte el neoliberalismo y el individualismo feroz”.
“Hace un rato hablaba con un amigo sobre qué le ofrece la sociedad a un niño y es que le ofrece un mundo de competencia, meritocracia, donde los valores vinculados a la riqueza fácil o cuestiones relacionadas con el delito, la ilegalidad, parece que son el camino a un futuro mejor”, profundiza Alesso. “Entonces, la escuela promete un destino más vinculado a la democracia, a la lucha por los derechos, a que el hijo del cartonero pueda terminar la secundaria por la noche o una piba pueda ir con su bebé. Son posibilidades que da la escuela pública, que sigue siendo un lugar muy democratizador, por eso la potencia que tiene y por eso también la valoración que le da la sociedad”.
En ese sentido, para la secretaria general de Amsafe, la lucha de los docentes tiene una particularidad: la posibilidad de conectar el esfuerzo de las maestras para que la escuela sea mejor con el deseo de la sociedad de que la educación pública siga siendo un bien social altamente valorado. “Eso no hace a la lucha docente mejor ni peor que la lucha de otro trabajador, pero sí la hace distinta. Y cuando se encuentran la voluntad de los trabajadores y trabajadoras de la educación con la voluntad de la sociedad, se gana una pelea. Eso es lo que se pudo ver con esos hitos que yo te marcaba: Marcha y Carpa blanca, Escuela Itinerante, las Marchas Federales Educativas, etcétera”.
Sonia Alesso dice que no puede escindirse de la cuestión colectiva, es decir, que ser dirigente no le pesa tanto porque se reparte. La referente de Ctera remarca que ella representa a un sector con alta participación gremial: desde las asambleas hasta las corrientes internas, pasando por el debate interno permanente, que los hace tanto un gremio como una confederación altamente “combativo”.
“Yo lo siento como un orgullo y una gran responsabilidad. Siempre es una alegría muy grande, aún cuando no ves un triunfo cercano. Las grandes victorias del movimiento obrero se construyen con pequeñas batallas. Uno no gana de una vez y para siempre, hay avances y retrocesos permanentemente. Desde el triunfo de Macri, lo que nosotros vimos son miles y miles de actos, marchas, asambleas, movilizaciones, carpas, radios abiertas, clases públicas. Es construcción de una pedagogía emancipatoria, que de alguna manera alternativiza con esta idea del lucro en la educación o la privatización lisa y llana”.
Una dirigente, una excepción
La ex presidenta y senadora nacional Cristina Fernández de Kirchner menciona en su libro “Sinceramente” a Sonia Alesso como un caso excepcional. Dice que en la CTA, que en la CGT, que en todas partes, hay hombres. Alesso es de las pocas mujeres que suben a los escenarios, tiene micrófonos, se sienta en las mesas de decisión gremial y política. Pero que además le toca ser una excepción en un momento histórico: el de un movimiento feminista que está copando todos los rincones de América Latina.
“Toda esta oleada me pareció terriblemente atrayente y apasionante por la cantidad de gente que se movilizó”, dice. Y remarca: “A mí mucho no me cambió porque siempre tuvimos la misma posición: fuimos a los Encuentro Nacional de Mujeres, acompañamos a la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito, etcétera”. Alesso hizo hincapié que en su gremio ya son muchas las mujeres que allanaron el camino para que hoy “la cuestión de género” sea mucho más natural: Mary Sánchez, Marta Maffei, Stella Maldonado. “Los hombres son nuestra excepción. En el sindicalismo docente somos muchas mujeres, y en el sindicalismo también somos muchas, lo que pasa es que no son famosas y eso es algo terrible, porque esta lleno de mujeres que participan y que hacen política de otra forma”.
Beatriz
20/05/2019 en 15:52
Muy buena la nota !!! Qué bueno que la nota se hiciera en la sede de Amsafe Rosario de calle Catamerca !!!! Los gestos de unidad que se ven a nivel nacional, me alegra que se den tambien el gremio docente!!!! Son tan necesarios por estos días. . MUY BIEN AHÍ !!!!