Si bien la decisión se había tomado unos días antes, la comunicación oficial de que el presidente Mauricio Macri encabezaría un acto de celebración por el Día de la Bandera, en Rosario, se realizó vía Whatsapp el miércoles a la tardecita. Nada de Monumento evocativo al pabellón nacional ni a su creador. El lugar escogido: el club Ciclón, de Saavedra al 600. Que ninguna ligazón tiene con la insignia patria pero, explicaron los organizadores, tiene la virtud de poseer doble entrada por distintas calles, lo que facilitaba el ingreso y egreso del mandatario, quien suele rehuir al contacto con los vecinos y vecinas salvo que se trate de vínculos previamente pactados. Ante un auditorio de niños, el jefe de Estado brindó un discurso ajeno a la conmemoración, destinado a los haters que son su base de apoyo. Acusó de “mafiosos” a Hugo y Pablo Moyano, dijo que por culpa de padre e hijo el precio de los limones y las gaseosas se encarece y dio detalles de la droga incinerada por quien estaba a su espalda, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. El Eslabón desconoce si las docentes les pedirán a sus alumnos y alumnas que realicen un trabajo sobre la visita presidencial. Pero augura que no.

Dos, casi tres

Dos miradas distintas sobre cómo celebrar el Día de la Bandera provocaron dos actos. Uno formal en el sitio habitual, el Monumento, al que asistieron el gobernador, Miguel Lifschitz, y la intendenta, Mónica Fein. “Un simple izamiento”, comunicaron desde la Municipalidad. Efectivamente, poca gente en la fría mañana de la ribera central.

Otro acto infrecuente, en un club de barrio, con invitaciones exclusivamente a un grupo de infantes. Esa era la pretensión de Macri que, al colisionar con al del Frente Progresista, que quería uno más abierto en el Monumento a la Bandera, escindió el festejo.

Lifschitz se quejó porque en los últimos años “se politizó” la fecha que recuerda la muerte del político y militar argentino. Añoró los desfiles cívico-militares seguidos por la “gente” banderitas argentinas.

Hubo uno más popular y masivo, por la tarde, pero –sinceramente– no fue en términos estrictos la conmemoración del paso a la inmortalidad del abogado Manuel Belgrano (ver página 3).

Puede fallar

El sector de barrio Tablada que rodea al club Ciclón amaneció el jueves con una inusual presencia de gendarmes –que tal vez algunos vecinos agradecerían si se tratara de una estadía de mayor permanencia, creyéndose así más “seguros”- y la instalación de vallas en las manzanas que rodean a la entidad, para limitar el paso de quienes no estaban previamente acreditados o invitados para la visita presidencial.

Algo pareció fallar de entrada. La institución deportiva barrial está ubicada casi enfrente de un local de la rama juvenil del Partido Comunista, La Fede, cuyos militantes madrugaron el feriado para colocar sobre la fachada una cartel de malvenida al primer mandatario: “Macri=Hambre”, decía el letrero de grafemas blancas sobre tela de fondo negro.

Los jóvenes contaron a El Eslabón que la noche anterior se enteraron de la llegada del Presidente y decidieron manifestar su mirada sobre la gestión gubernamental. Pero no se quedaron toda la noche porque la casa carece de calefacción y, en invierno, “es una heladera”.

Entonces se levantaron tempranito y a las seis de la mañana ya estaba en la casa que perteneció al médico comunista detenido y asesinado en 1955, Juan Ingalinella, cuyos familiares la donaron para espacio cultural de los jóvenes del PC.

“Mirá la bandera que pusieron los zurditos”, dijo un asistente que llegaba al acto al toparse con el limpio trapo negro y blanco, casi riéndose de la inventiva, restándole trascendencia.

Tal vez no hayan tenido la misma interpretación las fuerzas de seguridad porque, un rato antes de la llegada de Macri, cruzaron dos colectivos de Gendarmería Nacional frente a la casa cultural, convirtiendo en invisible a la quejosa bandera.

Al no asistir al acto oficial el candidato a vicepresidente de Cambiemos, Micky Pichetto, se desconoce su opinión sobre la performance marxistizante, aunque se la colige.

   

Un cuarto de hora

Mientras se aguardaba la llegada del Presidente, un flaco número de vecinos se aceró a las vallas ubicadas frente al club Ciclón. Unos para saludar y vitorear, otros para repudiar la presencia oficial.

“MMLPQTP”, entonaron los desencantados con la orientación política de Cambiemos, el “hit del verano” interpretado en esta ocasión, un día antes del comienzo del invierno, con gorritos de lanas y abrigadas bufandas.

“Sí se puede”, respondieron los seguidores del mandatario. La aparición de las cámaras de TV –como suele ocurrir- encendieron los ánimos de ambas hinchadas hasta el preciso momento en que los camarógrafos decidieron apagar los equipos y apuntar con sus lentes hacia el suelo.  

Adentro del club, las autoridades de su comisión directiva explicaban a los periodistas presentes las dificultades para hacer frente a las facturas del servicio energéticos. “Cobramos una cuota social de 100 pesos, como cualquier club. Y hacemos malabares”, contó una de las integrantes de la CD.

Se hicieron las 11. Llegó Mauricio Macri.

Rodeado de un grupo no muy numeroso de alumnos, algunos claramente identificables como los abanderados de sus escuelas –porque portaban sobre sus hombros la bandera, claro-, el presidente les deseó “feliz día” y dijo que la celebración de la fecha sirve para ratificar “lo que nos une” que, precisó, “es la identidad”.  

Hecha la referencia al onomástico, Macri se tiró al barro. El acto se extendió durante 15 minutos. El presidente junto a la ministra Patricia Bullrich ingresaron por la puerta de uno de los vestuarios y cada uno a su casa.

Niños, esto es una mafia

El discurso presidencial se inició con referencia a que “hace tres años y medio emprendimos un cambio, que apuesta a hacer las cosas de maneras distintas basado en nuestras capacidades, nuestros talentos y el trabajo colectivo”. Aclaró que el hecho de que esa metamorfosis “esté costando no significa que no lo estemos haciendo”.

Luego dedicó sus palabras a denunciar una “patota del transporte” guiada por “los Moyano”, a quienes mencionó por los nombres de pila: “Hugo y Pablo”.

“No queremos convivir más con las mentiras, los ocultamientos, ni con la corrupción ni con las mafias”, apostrofó, y explicó que esas prácticas “impiden el desarrollo y la generación de empleo”.

“Hay una patota del transporte”, sentenció Macri en un tono efusivo, y continuó: “La Argentina paga un alto costo del transporte producto de privilegios acumulados de forma ilegal por el gremio de los Moyano, que lleva a tener el costo del camión más alto de la región”.

Resaltó que Argentina paga “el doble” por el transporte logístico y de mercaderías que “en Chile o Brasil” y lo ejemplificó con la producción de limones y gaseosas.

“Lo peor –dijo Macri- es que cuando los señores Moyano quieren imponer algo y la empresa no está de acuerdo, le bloquean la planta y lo funden”. Entonces explicó que “no queremos más un ejercicio patotero del poder” y que “se tiene que terminar en Argentina el comportamiento ilegal y patotero”.

Les pidió a quienes sufren esas situaciones que “confíen” porque, enfatizó, “ahora tienen un gobierno y un presidente comprometido con terminar con estas mafias, en acompañarlos, en cuidarlos”.

Macri solicitó a los empresarios que “denuncien y vayan a la Justicia” y a los jueces “que investiguen” esos “comportamientos mafiosos”.

No puede decirse que haya habido signos de azoramiento en los rostros de los niños o rictus de preocupación. Más bien no entendían mucho lo que estaba ocurriendo, conversaban entre ellos, hacían flamear las banderitas, jugueteaban con globos y hacían abuso de la dispersión que, a veces, es reprendida por las seños en las aulas.

La batalla

También detalló el presidente ante los niños y niñas y las seños que Bullrich ya quemó “300 toneladas de droga” y hay “más de 85 mil detenidos por narcotráfico”.

No se refirió el Presidente a la victoriosa batalla de Tucumán comandada por Belgrano ni a la perdidosa de Ayohúma, pero sí a las que da contra el narcotráfico. “Acá en Santa Fe y Rosario no hemos parado de desarticular bandas peligrosas, iguales o peores que la de Los Monos. Y seguimos trabajando, porque estaba batalla recién comienza”. Si bien hay experiencias negativas en otros países de la región, el resultado aquí todavía es incierto.

Sin participación popular, rapidito y con un pequeña gresca final entre pro y anti macristas en las afueras del club, la celebración se apagó cuando faltaba media hora para el mediodía del feriado por el Día de la Bandera.

 

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