Yo no sé, no. Con Pedro, volviendo de votar en las Paso, a la altura de Crespo al 3900, en la mitad de la cuadra los dos miramos para el mismo lado, como buscando ese pedacito de tierra, ese cuadradito donde le agarramos la mano a los trompos. Y en donde, cuando eso ocurrió, nos hacíamos los lindos con las pibas que nos miraban desde aquellas primeras casillas. También en ese mismo lugar, pasó el parquecito El Polo, con los botes, y nos mostrábamos hamacándonos fuerte y parados, desafiando al cartel de “Prohibido hamacarse de pie”. Todo para que las pibas nos vieran. Ahí mismo, cuando conseguimos los caños, estaba el arco. Y cuando giró la canchita, esa fue el área chica que por lo general destinábamos a la visita. 

Desde ese mismo lugar se podía ver en el gran paredón de enfrente, una pintada inconclusa, un agosto allá por el 72: ¡¡Trelew, la Patria Fu……

En ese pedacito de tierra, quedó clavado un arquero de visitante cuando el Negro Quique,  que hacía poco había llegado desde Guatimozín, Córdoba, se la ponía en un ángulo y convertía el quinto para el nuestro. 

Mirá, me dice Pedro, mientras corríamos al sentir que el 126 negro pegaba la vuelta para encarar al centro, acá a mitad de cuadra, donde dieron vueltas y vueltas nuestros trompos,  lugar donde estuvo el bote del parquecito, donde hicimos nuestros mejores goles. Lugar donde escuchando a Favio, o a Los Pasteles Verdes, pasó que por fin encaramos a aquellas pibas de aquellas primeras casillas. Lugar donde vimos la primera pintada sobre Trelew. Yo pondría la parada del bondi y explicaría que acá pasaron cosas. Y que gran parte del barrio las recuerda. Aunque, entre nosotros, la verdad que no estamos seguros si las recuerdan con tantos detalles. O a lo mejor sí, pero con otras historias.

El sol del mediodía está pegando fuerte y nos da la sensación de que el resultado de las Paso va a ser favorable. Quizás, muchos a la hora de votar se acordaron de ese pedazo de territorio donde fueron felices. Y en qué tiempo lo fueron. 

¿Sabes qué?, me dice Pedro, sé que aquel tiempo no vuelve, y tampoco nuestra juventud. Lo que sí creo es que votando bien, tratando de recuperar esos momentos de felicidad y esos sueños que están en el recuerdo de todos, a TODOS nos va a ir mejor. Esto me lo dice Pedro mientras se para y con el pie marca una raya en el piso, que puede ser la del «bandeo» para la boli, o el lugar desde donde se tira el trompo, o la raya que indica que hasta aquí llegaron los que hoy nos gobiernan. O las tres cosas

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