En agosto de 2017, el entonces ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el rabino Sergio Bergman publicaba una foto disfrazado de árbol en su cuenta de Twitter. La imagen se la había tomado en el Green Film Fest (Festival Internacional de Cine Ambiental), al que asistió con al embajador de Inglaterra Mark Kent.

Asombro. Vergüenza ajena. Repudio. Algunas de las sensaciones y respuestas que se repitieron tras esa publicación. Para Bergman –según salió a justificar después- se trató de una idea “fantástica”, porque era “camuflaje que pretendía que el efecto que tenemos nosotros sobre el ambiente sea amigable». También lo definía como «un tema gracioso para hablar de un tema muy serio, que es cambio climático y hacer más verde el país».

Días antes a que se disfrazara de árbol, Bergman había aprobado que se pudiera acortar la distancia mínima para la fumigación con Glifosato a una cuadra de distancia de viviendas habitadas. “La decisión contradice un fallo de la Corte Suprema de Justicia Bonaerense que, en 2006, exigió que la fumigación con Glifosato respete una distancia mayor a los 1.000 metros, mientras que la justicia Santafesina exige para la fumigación aérea un mínimo de 1.500 metros y de 800 metros si se fumiga a pie” (informepolítico.com.ar, 12 de agosto de 2017).

No es todo. Este año Bergman –ya como secretario, después que el Ministerio a su cargo fuera rebajado a Secretaría- salió a apoyar públicamente el respaldo que el presidente de la Nación dio a favor de las fumigaciones cercanas a las escuelas. Fue en los primeros días de abril, luego de que se conociera el fallo judicial que prohibió fumigar en los alrededores de las escuelas de Entre Ríos. Un respaldo vergonzante, propio de quien se siente parte y representante de los intereses económicos de las grandes corporaciones.

Tildó de “irresponsable” ese fallo, habló de “fertilizantes” en lugar de agrotóxicos y aseguró que se trataba de “una ley absurda que no se basa en ningún rigor científico”. Dicho sea de paso, confundiendo un fallo con una ley.

El amparo en cuestión –detalla una nota del sitio lavaca.org- fue dictado por el juez Andrés Marfil el 28 de marzo de este año y prohíbe las fumigaciones terrestres a menos de mil metros y las aéreas a menos de tres mil metros de las escuelas. “Había sido presentado por el Foro Ecologista de Paraná y la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer). El amparo dejó sin efecto el decreto 4.407 del gobernador (Gustavo) Bordet que aceptaba disminuir la distancia de las fumigaciones a 100 metros de las escuelas”.

Tras una reunión que Macri mantuvo con productores agropecuarios de Entre Ríos aseguró que esa decisión judicial ponía “en riesgo más del 20 por ciento de la capacidad agroindustrial y productiva de la provincia que es este fallo irresponsable acerca de las distancias alrededor de las escuelas en las cuales se puede no aplicar fertilizantes”.

Bajo el título “Señor presidente, nuestros gurises merecen el mismo ambiente que Antonia”, el Foro Ecologista de Paraná respondió con un comunicado público a los dichos de Macri. “Defiende al sector corporativo de la agroindustria contra los derechos humanos de niños, niñas y docentes. Oculta que se puede producir de manera agroecológica. Oculta que ya se está haciendo. Oculta que la agroecología genera más empleo que el agronegocio. Pero, fuera de esto, prefiere que sigamos muriendo asesinados por agrotóxicos. Y, más precisamente, que nuestra gurisada muera. Porque privilegia las ganancias antes que la vida. El agronegocio no produce alimentos, por eso mientras dicen que producimos para 40 veces nuestra población, acá sigue habiendo desnutridos”, se lee en parte de ese comunicado.

No es todo. Nunca es suficiente el horror cuando gobierna el neoliberalismo. En la misma línea del el funcionario que se disfraza de árbol, del presidente que considera que es “irresponsable” no dejar fumigar escuelas y poblaciones, en mayo pasado el vicepresidente de la Federación Agraria Argentina, Elvio Guía, propuso mudar a las escuelas para que no molesten. “Es más fácil reubicar las escuelas que cambiar la producción. Reubicar a tres alumnos, que encima vienen del pueblo, que los lleva la maestra para no perder su trabajo», sostuvo y para no dejar lugar a confusiones profundizó: «Me parece que la discusión puede ser muy grande, puede ser muy larga, pero lo que sé que si es el cuento del huevo y la gallina, la escuela no estuvo antes que el campo». Declaraciones que fueron apoyadas por la Federación Agraria, la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos, la Sociedad Rural Argentina y la Federación de Cooperativas.

Aquella imagen de Bergman camuflado de árbol es toda una síntesis de cómo Cambiemos asumió (y asume) las políticas ambientales, que también afectaron (y afectan) a las educativas. Mientras niñas, niños y comunidades enteras son víctimas de los agrotóxicos, se divierten gobernando sin pudor alguno para las corporaciones.

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